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El futuro de la Fuerza de Submarinos: su recuperación y el rol de la cooperación regional

A cinco aƱos de la desaparición del ARA San Juan, Argentina se debe un debate sobre el futuro de su fuerza de submarinos. La gran extensión y la abundancia de recursos en las aguas jurisdiccionales argentinas, asĆ­ como su importancia geopolĆ­tica y estratĆ©gica del sector antĆ”rtico y las islas del AtlĆ”ntico Sur, exigen la impostergable incorporación de unidades modernas a la Armada.

Por JosĆ© Javier DĆ­az *

Desde la trƔgica pƩrdida del ARA San Juan y sus 44 heroicos tripulantes, ocurrida en noviembre de 2017, el Comando de la Fuerza de Submarinos (COFS) de la Armada carece de unidades submarinas operativas.

Actualmente, estÔn disponibles el ARA Salta (S-31) y ARA San Luis (S-32), ambos de la clase 209; y el ARA Santa Cruz (S-41), de la clase TR-1700. Ninguna de estas tres unidades estÔ hoy en servicio, ya que el ARA Salta se encuentra en la Base Naval Mar del Plata pero limitado solo a adiestramiento estÔtico en puerto, razón por la cual se lo emplea exclusivamente como un simulador que y no como una unidad de combate operativa.

Por su parte, tanto el ARA San Luis como el ARA Santa Cruz se hallan en las instalaciones del Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR). El ARA San Luis se encuentra en condición de alistamiento IV, es decir, desafectado definitivamente del servicio naval desde hace casi dos dĆ©cadas; en tanto que el ARA Santa Cruz –gemelo del ARA San Juan– lleva casi tres aƱos en las instalaciones del astillero esperando el cumplimiento de los trĆ”mites administrativos para ser desprogramado.

Cabe recordar que los submarinos de la clase 209 fueron incorporados a mediados de la dĆ©cada de 1970, mientras que el Ćŗnico TR-1700 entró en servicio en el aƱo 1984 y ninguno de ellos fue modernizado, por lo cual resultan unidades totalmente desfasadas respecto a las tecnologĆ­as disponibles para el combate naval actual, a tal punto que pensar solo en su recuperación carecerĆ­a de sentido prĆ”ctico.

Desde el retorno de la democracia, el escaso presupuesto asignado anualmente para la Defensa, en promedio un 0,8% del producto bruto interno (PBI) es menos de la mitad del promedio que asignan los países sudamericanos. Esa exigua cifra no ha permitido cumplir el necesario mantenimiento y modernización que requerían los medios de las Fuerzas Armadas, y no ha servido siquiera para pagar salarios dignos y en blanco al personal militar.

El Estado argentino debe exigir la necesaria transferencia de tecnología y la mayor participación posible de la industria nacional en la construcción y mantenimiento de los futuros submarinos.

El menĆŗ de opciones de submarinos para la Armada

Entre las diversas alternativas para que la Armada Argentina vuelva a contar con unidades submarinas en servicio operativo, se pueden citar las siguientes:

  1. Recuperar los submarinos en dotación de la Armada. Esto implicarĆ­a contar con dos unidades de la clase 209 y un TR-1700. Argentina es el Ćŗnico usuario de este tipo Ćŗltimo tipo de unidad en todo el mundo, lo cual dificulta su logĆ­stica e interoperabilidad. SerĆ­a una solución parcial y temporal, solo apta para tener, a corto plazo, unidades conocidas por los submarinistas argentinos y que les brinden un mĆ­nimo nivel de adiestramiento, especialmente en lo que hace a la navegación en inmersión. De todas formas, dado el atraso tecnológico de ambos tipos de submarinos (de mĆ”s de 35 aƱos), sĆ­ o sĆ­ igualmente debe encararse una segunda y mayor inversión para incorporar otra clase de submarinos, ya que la vida Ćŗtil remanente de los 209 y TR serĆ­a de 5 a 10 aƱos mĆ”ximo, con prestaciones propias de unidades diseƱadas y fabricadas en las dĆ©cada de 1970 y 1980.
  2. Modernizar el ARA Santa Cruz y construir otros TR-1700. Se tendrĆ­a que reactivar la finalización de, al menos, los dos TR-1700 que quedaron en distintas etapas de construcción en las gradas del astillero Almirante Storni. Si bien podrĆ­a concretarse con el acompaƱamiento del astillero alemĆ”n y una fuerte inversión en maquinaria y capacitación del personal, esta opción implicarĆ­a que la Armada Argentina siguiese siendo la Ćŗnica usuaria en todo el mundo de esta clase de submarinos, que ademĆ”s serĆ­an muy costosos de mantener, ya que tienen el doble de baterĆ­as que los de la clase 209. Su soporte logĆ­stico serĆ­a un trastorno, por ser unidades fabricadas en la dĆ©cada de 1980 y de las cuales solo la Argentina tendrĆ­a apenas tres ejemplares en servicio. Esta opción implicarĆ­a un enorme costo para tener pocas unidades y ademĆ”s de escaso valor militar, ya que estĆ”n desfasadas en su tecnologĆ­a y capacidades operativas para el combate naval actual.
  3. Adquirir submarinos usados. Esta opción es la que, en el menor tiempo, permitiría disponer nuevamente de submarinos en servicio. Sería ideal incorporar unidades de la clase 209, ya que son muy conocidas por las tripulaciones argentinas y los costos logísticos serían inferiores a los que implicaría la adaptación a un nuevo modelo de submarino. Al igual que las anteriores dos alternativas, este curso de acción también exigiría encarar una inversión a corto y mediano plazo para incorporar nuevas unidades, con un horizonte de vida útil no menor a 30 años en servicio.
  4. Incorporar submarinos nuevos. Se trata de la alternativa mĆ”s onerosa y lenta, pero es tambiĆ©n la mĆ”s eficiente en tĆ©rminos económicos y estratĆ©gica en cuanto a su valor militar y el impacto positivo en la Industria Argentina. Dada la magnitud de la inversión, del orden de los 1.500 a 3.500 millones de dólares, dependiendo de la cantidad –tres a seis– y del tipo de submarinos a incorporar, el Ministerio de Defensa deberĆ­a exigir al astillero seleccionado las compensaciones industriales relativas a la transferencia de tecnologĆ­a y la participación de empresas locales en su construcción y mantenimiento. Esta opción es la mĆ”s eficaz desde el punto de vista militar para la Defensa Nacional, al contar con submarinos en el estado del arte, con las mejores prestaciones operativas para el combate actual y una vida operativa de, al menos, 30 a 40 aƱos. AdemĆ”s, traerĆ­a aparejada una serie de externalidades, como la generación de empleos, el dominio de tĆ©cnicas y tecnologĆ­as complejas y sensitivas propias de la construcción de submarinos. No obstante, dado el tiempo que implica realizar el anĆ”lisis tĆ©cnico para seleccionar un nuevo modelo de submarino, definir los tĆ©rminos contractuales, comenzar la obra y entregar la primera unidad, es preciso incorporar submarinos de segunda mano o recuperar al menos uno de los que estĆ”n en dotación de la Armada para mantener, al menos, un mĆ­nimo nivel de adiestramiento de los submarinistas.

De los cuatro cursos de acción citados precedentemente, nos enfocaremos en analizar solamente la última alternativa. Estimamos que es la mÔs conveniente en términos de relación costo-beneficio, impacto en la industria naval argentina y contribución al desarrollo de la capacidad militar específica de guerra contra unidades navales de superficie y submarinas, así como también a la vigilancia y control de la plataforma continental argentina, así como operaciones de inteligencia y reconocimiento.

Las autoridades polƭticas argentinas tienen la responsabilidad compartida de recuperar rƔpidamente la capacidad del Comando de la Fuerza de Submarinos de la Armada.

La quinta generación de submarinos argentinos

Teniendo en cuenta las últimas tecnologías para la construcción y operación de unidades submarinas, así como del previsible escenario operacional en el cual tendrían que intervenir, estimamos que la quinta generación de submarinos de la Armada Argentina debería cumplir una serie de requerimientos.

Por un lado, deberÔn contar, como mínimo, con capacidad para patrullas de 45 días continuos en el mar; así como autonomía para navegar al menos 5.000 millas sin reabastecimiento; y una velocidad en inmersión mayor a 18 nudos y en superficie mayor a 8 nudos. AdemÔs, una profundidad de inmersión superior a los 250 metros; un sistema de propulsión independiente del aire (AIP) y/o un sistema diesel-eléctrico. Por otra parte, deberÔn tener la capacidad de lanzar torpedos de 533 mm, misiles antibuque y de crucero, así sembrar minas navales y buzos tÔcticos. SerÔ preciso que cuente con la capacidad para almacenar al menos 18 torpedos de 533 mm.

Las nuevas unidades tendrĆ”n una tripulación de entre 25 a 35 personas y alojamiento temporal para entre 8 y 15 efectivos de Fuerzas Especiales en misiones de infiltración/exfiltración. Su desplazamiento serĆ” de entre 1.500 y 2.500 toneladas. DeberĆ”n poseer sensores, esto es, sonares pasivos y activos, radares de navegación y ataque, telĆ©metro lĆ”ser, cĆ”maras infrarrojas y tĆ©rmicas en periscopios, entre otros. Y, por Ćŗltimo, otra de las caracterĆ­sticas debe ser la baja tasa de indiscreción por firma acĆŗstica, magnĆ©tica e hidrodinĆ”mica.

En base a las caracterƭsticas determinadas por los especialistas del Comando de la Fuerza de Submarinos (COFS), actualmente existen tres modelos en el mercado internacional que satisfacen estos requerimientos, a saber: U-214 de Alemania, ScorpƩne de Francia y AMUR-1650 de Rusia.

Debido a que las Ćŗltimas dos generaciones de submarinos –la tercera y la cuarta– que incorporó la Armada fueron las clases 209 y TR-1700, ambas de diseƱo y fabricación alemana, si consideramos que la experiencia con ambos modelos fue mĆ”s que positiva y que Alemania es el paĆ­s con mejores antecedentes en materia de desarrollo y exportación de submarinos a todo el mundo, la preferencia del Comando de Submarinos se orienta a incorporar un mĆ­nimo de tres y un mĆ”ximo de seis unidades del U-214. En segundo lugar, se ubica el modelo galo ScorpĆ©ne; y, en tercera instancia, el ruso AMUR-1650.

En este sentido, cabe destacar que el U-214 es la versión de exportación del U-212 que incorporó la Marina alemana y que ha sido exportado a varios países, entre los cuales podemos citar a Turquía (6 unidades), Corea del Sur (9), Portugal (2), Grecia (4).

Por su parte, el ScorpĆ©ne tiene el atractivo de haber sido seleccionado por las Marinas de India (6 unidades), Malasia (2), Brasil (4 a construir en ese paĆ­s) y Chile (2), lo cual contribuirĆ­a, de ser seleccionado, a potenciar la interoperabilidad entre la Armada Argentina y sus pares de los dos paĆ­ses vecinos. De esta forma, se estarĆ­a facilitando la instrucción y adiestramiento de las tripulaciones, ademĆ”s de reducir los costos de la logĆ­stica y los tiempos para subsanar fallas, brindando un acceso mĆ”s rĆ”pido y seguro al know how, asĆ­ como a repuestos, conjuntos o unidades similares en caso de conflicto bĆ©lico.

Finalmente, la opción rusa es tentadora en lo que hace a costos de adquisición, pero las diferencias en cuanto a diseño, doctrina, conocimiento y operación de vÔlvula y sistemas implicaría un gran esfuerzo de adaptación de los submarinistas argentinos a una tecnología totalmente desconocida para ellos y con una logística mÔs compleja que la europea.

Las últimas dos generaciones de submarinos argentinos son de fabricación alemana. Ese país europeo cuenta con los mejores antecedentes en materia de desarrollo y exportación de submarinos a todo el mundo.

Una decisión impostergable

Es indudable que el Estado argentino, a través del Presidente y el ministro de Defensa, no pueden seguir dilatando en el tiempo la decisión de asignar el presupuesto necesario para la incorporación de submarinos a la Armada. De no poder contar con ninguna unidad operativa que permita mantener la transmisión de conocimientos entre las tripulaciones mÔs veteranas y los oficiales y suboficiales que año tras año se incorporan a la especialidad de submarinistas, crece el riesgo de un nuevo accidente con consecuencias fatales para sus tripulantes.

Las autoridades políticas, tanto las del Poder Ejecutivo como las del Congreso, sean ellas del gobierno o de la oposición, tienen la responsabilidad compartida de recuperar rÔpidamente la capacidad del Comando de la Fuerza de Submarinos. No se trata de una cuestión atinente únicamente a la Defensa Nacional o a estar preparados para la eventualidad de un conflicto bélico. La razón es mucho mÔs cercana y palpable: mientras mÔs tiempo pasa sin contar con unidades operativas, mayor es el riesgo que deben asumir los hombres y mujeres que integran el Comando de Submarinos de la Armada.

Asimismo, en base al anÔlisis de las diversas opciones para que la Argentina vuelva a contar con un arma estratégica como lo son los submarinos, estÔ claro que la mejor relación costo-beneficio es la compra de unidades nuevas.

Sea cual sea el modelo de submarino que se elija, el Estado argentino, a travĆ©s del Ministerio de Defensa, debe exigir la necesaria transferencia de tecnologĆ­a y la mayor participación posible de la industria nacional en la construcción y mantenimiento de las unidades que constituirĆ”n la quinta generación de submarinos de nuestra Armada.

Como dijimos anteriormente, la positiva experiencia y el conocimiento adquirido por las tripulaciones de submarinistas argentinos de las unidades de las clases 209 y TR-1700, de diseƱo alemƔn, asƭ como su probado desempeƱo en tiempos de paz y de guerra, posicionan al modelo U-214 como el mƔs adecuado.

AdemĆ”s, el U-214 representa la clase de submarinos convencionales -es decir, de propulsión no nuclear– con mĆ”s unidades en servicio actualmente. Teniendo en cuenta la excelente relación entre PerĆŗ y Argentina y que el paĆ­s andino ha expresado su interĆ©s en los U-214 como eventual candidato a reemplazar sus unidades de la clase 209, no serĆ­a descabellado pensar que las Marinas de ambos paĆ­ses podrĆ­an consolidar sus requerimientos operativos para negociar con el astillero alemĆ”n un precio mĆ”s competitivo dado el mayor nĆŗmero de unidades que comprarĆ­an los dos paĆ­ses versus cada uno por su cuenta.

Esta eventual negociación entre la Argentina y PerĆŗ con el astillero alemĆ”n que diseñó el U-214 deberĆ­a servir para reducir costos, aumentar la transferencia de tecnologĆ­a, capacitación de las tripulaciones y tĆ©cnicos de mantenimiento, la  participación industrial de los socios sudamericanos en la construcción y mantenimiento de los submarinos.

No quiero finalizar sin antes mencionar que muchos de los conceptos y datos vertidos en este artĆ­culo son fruto del generoso intercambio con el contraalmirante FabiĆ”n Gerardo D’Angelo, quien se desempeñó como comandante de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada Argentina. Vaya para Ć©l un recuerdo y, fundamentalmente, para los 44 hĆ©roes que permanecen en custodia eterna del Mar Argentino.

*El autor fue Oficial del Cuerpo Comando de la Armada Argentina. Es licenciado en Administración, magíster europeo y magíster del ITBA en Dirección Estratégica y Tecnológica. Se desempeña como consultor de empresas y organismos gubernamentales.

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