Ubicada en la isla Vicecomodoro Marambio (archipiélago Shetland del Sur), al norte de la península antártica, la Base Marambio, estación científica argentina, fue fundada por la Fuerza Aérea el día 29 de octubre de 1969, fecha a partir de la cual se la consideró la puerta de entrada al continente blanco.
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Es por este motivo que este miércoles se conmemoran los 56 años de su fundación, instalación clave y estratégica que con su pista de aterrizaje rompió el aislamiento antártico.

En la actualidad, cuenta con una capacidad de albergar a cerca de 75 personas permanentes que llegan a 200 cuando los científicos se despliegan en carpas durante el verano en el terreno para realizar sus investigaciones. Por otra parte, su pista de aterrizaje hace posible, entre otros, trasladar personal, equipos, maquinarias, víveres, entre otras cargas fundamentales para las actividades durante todo el año en los aviones Hércules C-130 que unen la ciudad de Río Gallegos con Antártida, realizar evacuaciones sanitarias y, de ser necesario, tareas de búsqueda y rescate. traslado de pasajeros, víveres, equipos, maquinaria y elementos esenciales para la actividad del personal desplegado en las bases antárticas.
Esta conexión aérea es crucial porque, antes de ella, solo se podía llegar a la Antártida por mar, dependiendo de si el hielo lo permitía. En resumen, el 29 de octubre se celebra el fin del aislamiento de las estaciones científicas nacionales y extranjeras de la Antártida que, a partir de entonces, pudieron conectarse entre sí y con el mundo durante todo el año.

El fin del aislamiento y el comienzo de la integración del sexto continente
Argentina, país pionero que desde 1904 fue el único con presencia continua durante 40 años en la Antártida, con la fundación de las primeras bases en el continente -San Martín (1951), Esperanza (1952) y Belgrano (1954)- necesitó una pista de aterrizaje, ya que hasta entonces el único acceso era a través del mar en época de verano, lo que equivalía a que las instalaciones científicas quedaran aisladas gran parte del año.
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Ante esta evidente necesidad, la Fuerza Aérea Argentina buscó un terreno adecuado donde construir un aeródromo y lo encontró en una isla en el Mar de Weddell, cerca del extremo norte de la península antártica (a 3304 km de Buenos Aires y a 2800 km del Polo Sur).
Las razones de la elección se basaron en que la isla contaba con una meseta elevada a 198 metros sobre el nivel del mar, y carecía de hielo permanente y de obstáculos para que los aviones maniobraran.

En noviembre de 1968, dos helicópteros del rompehielos General San Martín aterrizaron para tomar muestras del suelo.
Y, tras seleccionar el lugar, se formó la ‘Patrulla Soberanía’, un grupo de 21 hombres que trabajó durante meses, totalmente aislado, viviendo en carpas con una temperatura de entre 15 y 30 grados bajo cero. Usando solo palas, barretas y picos, lograron construir en una superficie de barro congelado con piedras y rocas una pista para aviones de gran porte con ruedas, que requieren un suelo firme.
El día 25 de septiembre un avión DHC-2 Beaver con un sistema de esquí-rueda logró el primer aterrizaje en una pista que contaba con solo 300 metros de largo y que alcanzó posteriormente los 900 metros de extensión. Cuatro días después, quedó fundada la base que recibió el nombre del pionero en vuelos sobre el sector antártico argentino, piloto de la Fuerza Aérea Gustavo Argentino Marambio.
Al año siguiente la pista alcanzó los 1.200 metros, lo que hizo posible el aterrizaje –el día 11 de abril de 1970- de un avión Hércules C-130.

Investigación de vanguardia, de la glaciología al análisis atmosférico
En la actualidad, la infraestructura de la base se compone de módulos de color anaranjado que están conectados por pasarelas metálicas. Cámaras frigoríficas, taller de mantenimiento, carpintería, una planta de clasificación de residuos, un galpón que oficia como depósito logístico (para guardar desde alimentos hasta carpas y otros elementos que se utilizan en las campañas de verano), la torre de control y la usina son solo algunas de las instalaciones que permiten el desarrollo de la vida en la base.
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Con dos pistas de aterrizaje y helicópteros Bell 212 que conectan las bases argentinas durante todo el año, continúa siendo un importante eje de operación logística. En cuanto a la actividad científica, el personal del Instituto Antártico Argentino (DNA-IAA) realiza investigaciones que abarcan diversas áreas como estratigrafía, glaciología, biología, arqueología histórica (como la recuperación de la cabaña de Nordenskjöld de 1902) y paleontología, ya que la isla se destaca por la riqueza de fósiles.

Por otra parte, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) instaló una antena de 2,1 metros para descargar datos de satélites, que son vitales para el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Además, el SMN utiliza las instalaciones de Marambio para estudiar el clima de la zona como parte de la red mundial de meteorología, a la que aporta información crucial sobre la capa de ozono, la radiación solar y el análisis de la atmósfera mediante radiosondeos. El Laboratorio Antártico Multidisciplinario Marambio colabora también en varios proyectos internacionales.



