Las tensiones geopolíticas y sociales están a la orden del día y muchos predicen el inicio de un nuevo estallido militar global. En una nueva entrega de DEF, la visión del especialista en estrategia y geopolítica.
No existe región en el mundo que escape de alguna de las problemáticas geopolíticas que alimentan la tensión bélica entre diferentes Estados e intereses. En torno a esta problemática, una predicción constante se adueña de la opinión pública, redes sociales y medios de comunicación: ¿estamos en la víspera de una Tercera Guerra Mundial?
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Leandro Ocón, doctor en Ciencia Política, especialista en estrategia y geopolítica, brindó su mirada para un especial en el que DEF convocó a varios expertos en la materia para hablar sobre la posibilidad de un nuevo conflicto armado que involucre a varias naciones y potencias mundiales.

“Si hoy se da un conflicto, se destruye la economía”
-¿Se viene una Tercera Guerra Mundial?
-Primero hay que definir el concepto “guerra”. Entonces, de acuerdo con las definiciones, podemos categorizar los fenómenos que estamos viviendo. Lo primero que puedo decir es que si vamos a pensar en una Tercera Guerra Mundial en los términos de las anteriores, estamos equivocados.
-¿Por qué?
-Porque el mundo es distinto. Hoy tenemos un mundo globalizado con otras tecnologías y los seres humanos se vinculan de otra manera.
Si tengo que ir a las definiciones más básicas de conflicto, puedo decir que siempre hay una puja de intereses. Lo que ocurre en el presente es que están mezclados: el aliado estratégico comercial de Estados Unidos es China.

-¿A qué te referís con esa mirada comercial?
–En 1940, o antes, no había tantas empresas y comercios. Si hoy se da un conflicto en los términos de esa época, se destruye la economía. No le conviene a nadie.
Entonces, si hay que resguardar los intereses propios, un conflicto de alta intensidad entre las grandes potencias es incompatible.
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-¿Cómo sería eso?
-Si pensamos, por ejemplo, en cómo era Inglaterra y cuál era su rol en la Segunda Guerra Mundial, el teatro de operaciones era Londres: los civiles, militares, la maquinaria estatal y las empresas estaban al servicio de ese conflicto. Hoy, por ejemplo, tampoco veo que eso suceda en Moscú.
Veo conflictividad, pero no esa escalada que lleva a poner a disposición todos los recursos del Estado. En conflictos de alta intensidad, como la Primera y Segunda Guerra Mundial, sí estaban en juego los intereses vitales de la Nación. Ahora, la globalización les conviene a todos.

Intereses económicos vs. intereses geopolíticos
-En líneas generales, ¿cómo explicás las tensiones de hoy?
-Lo que gobierna es el desarrollo tecnológico acompañado de la generación de riqueza. Y las empresas necesitan crecimiento y bajos precios.
Ucrania tiene una característica: es la primera vez que un país, en el área de influencia geopolítica europea, se ve afectado directamente. Pero, si uno considera otros Estados que, desde hace décadas están en continuo conflicto, lo que vemos es una gestión de la conflictividad y virulencia. Me parece que eso se parece más al futuro.
-¿Cómo será el futuro?
–Escenarios inestables con idas y venidas territoriales. Creo que lo que vemos en el conflicto en Ucrania es parecido a lo que va a pasar en los próximos años en áreas de choque de zonas de influencia geopolítica. Países como Taiwán y Japón están viendo esto y saben que en el escenario del Pacífico son ellos.

-Teniendo en cuenta el presente, tras la caída del Muro de Berlín, ¿pensás que hubo tiempos peores?
-Me parece que más que teoría de la guerra hay que pensar en la de la violencia. Cuando uno mira la violencia global e intenta categorizar esa inestabilidad, la verdad es que la población ha tendido al crecimiento: la gente vive más y el mundo tiende a reducir a la población en términos de actos violentos.
Desde una perspectiva de la violencia hay un escenario de inestabilidad clásico que sucede cuando tenés un poder centralizado (que en este caso fue EE.UU.) y eso ahora está en disputa. Estamos yendo a una especie de neofeudalismo: la característica de los procesos feudales es que en una zona donde antes gobernó un emperador, se tendió a nuevos equilibrios.
“La gente estará esperando un jaque mate que no ocurrirá”
-Para resumir, pensar en una Tercera Guerra Mundial exige detenernos en su definición
-Si la definimos en términos clásicos de dos países uniformados, que sería un conflicto convencional, hay menos guerra. Pero, si consideramos los escenarios de virulencia y que tipo de armas se usan… Antes no existía la bomba nuclear y hasta 1945 no se pensó en su uso. En ese contexto, hoy estaríamos en el año 1933: ¿qué va a venir?, no lo sabemos.

-¿Qué va a pasar con nosotros en ese escenario del que hablas?
-Se va a gestionar la virulencia. Vamos a vivir en un mundo más incómodo, sin la tranquilidad de los precios. También va a existir mayor violencia. Sobre todo en las áreas de influencia geopolítica.
Va a ser la incomodidad de vivir ante la inseguridad del mañana. Pero, va a haber crecimiento económico. Por eso hablo de neofeudalismo. En la época feudal se redistribuyó el poder geográficamente, pero se vivía de manera incómoda. Entonces, la gente volvió a querer un ordenamiento jerárquico.
En términos de la teoría de Thomas Hobbes, en algún momento la incomodidad tienda a que las personas prefieran renunciar a ciertas libertades antes que aguantar el desorden. Esa es la gran paradoja política de la humanidad. Cuando no hay un ordenamiento claro, la gente pacta.

-¿Por qué crees que ocurre esto?
-Porque cuando gestionas algo es porque no hay equilibrio. Vivimos en un mundo donde va a haber gestión de los conflictos y de sus percepciones. Todo va a rondar en torno a la incomodidad.
Hay un libro de Henry Kissinger muy bueno que habla sobre China. El autor explica que el gran problema de Occidente es que pensamos que la guerra y los conflictos son como el ajedrez. Los chinos, en cambio, creen que es como el Go. Son dos formas distintas de entender el juego de poder y de conflicto. Nosotros estamos esperando todo el tiempo a ver quién es el que ganó.
La regla va a ser la incomodidad. Si de golpe hay una persona que controla todo, será difícil negociar con ella, pero si hay mucho caos también es un problema. En el medio es donde el juego de poder va a actuar a través de corporaciones. La gente estará esperando un jaque mate que no ocurrirá.

El impacto de los conflictos en Latinoamérica
-En la región no hay guerras, pero sí un conflicto como el de Venezuela. ¿Qué pasa en Latinoamérica?
–Cuando Occidente decidió pelearse con Putin, fortalecieron a Nicolás Maduro, porque él vive del petróleo. Entonces, si Occidente sabotea la producción de petróleo, su precio sube.
Ahora la pregunta es, sin meterme en ciencias políticas, ¿a Occidente le conviene que Maduro esté en el poder?
-¿Cuál sería la respuesta?
–Depende. De si se puede mejorar el precio del petróleo y qué se va a negociar. Si Maduro logra convencer a las partes de que él es el mejor sujeto para la provisión de petróleo, por ejemplo, lo probable es que se quede.
El régimen venezolano, como la mayoría de los países petroleros del mundo, tiende a ser autoritarios porque si vos democratizás demasiado a un país que vende petróleo, encareces el precio (porque las democracias tienden a la redistribución de las riquezas).

-¿Puede cambiar algo tras las elecciones en Estados Unidos?
-Creo que el mundo está en camino a una especie de cultura soberanista. En las manifestaciones en el Reino Unido, los irlandeses se aliaron con la derecha inglesa, algo impensado. Entonces, las alianzas estratégicas pueden cambiar. Lo veo en Argentina y en Estados Unidos: ciertas personas y grupos que antes estaban enemistados se unen en clave soberanista.
Además, desde la primera presidencia de Donald Trump, Estados Unidos está en clave de transformación, pero soberanista. Cuando hablo de soberanismo, no hablo del “nacionalismo termo”, sino de empezar a reivindicar, con mayor ímpetu, esfuerzo político y económico de sectores estratégicos. Muchos prefieren no tener los beneficios que tenían antes en pos de esta idea política de soberanismo.