Yanina Kogan, directora ejecutiva de la Fundación TAEDA y reciente ganadora del reconocimiento Mujer Líder de Excelencia WEF 2025 conversó con DEF sobre los desafíos del liderazgo femenino, los sesgos en la inteligencia artificial, y el impacto de la tecnología en la salud, el medioambiente y la convivencia social. Una charla sobre propósito, determinación y la importancia de inspirar a más mujeres a ocupar espacios de decisión.
La historia de Yanina Kogan combina gestión, innovación y compromiso social. Su mirada sobre el futuro de la tecnología y el liderazgo femenino refleja una certeza: el cambio real ocurre cuando la innovación se une al propósito. Y ese, sin dudas, es el mensaje que hoy lidera la fundación.
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A veinte años de la creación de TAEDA, la organización celebró su aniversario con un evento que reunió a referentes del sector público, privado y académico. Durante la jornada, se presentó el libro ‘Inteligencia artificial para el bien’ de Editorial TAEDA, escrito por Juan M. Lavista Ferres y William B. Weeks, del laboratorio AI for Good de Microsoft, que destaca proyectos donde la IA se aplica a desafíos sociales, ambientales y de salud. “El libro muestra que la IA no es solo una herramienta tecnológica, sino una oportunidad concreta de generar impacto positivo si se diseña con propósito y responsabilidad”, reflexiona Kogan.
—Yanina, ¿qué significa para vos recibir el reconocimiento Mujer Líder de Excelencia del WEF? Además, fuiste seleccionada por el Banco Santander en su programa SW50.
—Es una gran responsabilidad. No lo vivo como un logro personal, sino como una oportunidad para visibilizar el trabajo de tantas mujeres que están generando impacto en distintos ámbitos. Recibir este reconocimiento me reafirma que vamos por buen camino: liderar desde el propósito, no desde el ego.

—En tus intervenciones hablás de liderazgo con propósito. ¿Qué significa eso en un mundo cada vez más tecnológico?
—Significa poner la tecnología al servicio de la gente. No se trata de innovar por innovar, sino de hacerlo con un sentido ético, sostenible y humano. Creo profundamente que la tecnología con impacto —en salud, medioambiente o educación— puede transformar realidades, pero solo si mantenemos el foco en las personas.
—La IA está en el centro del debate público. ¿Qué opinás sobre los sesgos en su desarrollo y aplicación?
—Los sesgos en la IA no son tecnológicos, son humanos. Si quienes diseñan los algoritmos no representan la diversidad del mundo real, esos sesgos se amplifican. Por eso necesitamos más mujeres, más voces diversas en ciencia y tecnología. La inteligencia artificial no puede ser inclusiva si quienes la crean no lo son.
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—Durante los 20 años de TAEDA se destacó el trabajo de instituciones y líderes que promueven la tecnología con impacto. ¿Qué balance hacés de ese recorrido?
—TAEDA nació con la convicción de que el conocimiento y la cooperación pueden mejorar la vida de las personas. Celebrar 20 años con la presentación del libro de Microsoft fue muy simbólico, porque resume nuestra visión: unir innovación y propósito. Hoy seguimos trabajando para que la tecnología sea una herramienta de desarrollo, no de exclusión.
—En varias ocasiones mencionaste la necesidad de más mujeres en sectores estratégicos.
—Sí, y es una convicción. Necesitamos más mujeres hablando de petróleo, defensa, ciberseguridad, inteligencia artificial, ciencia y tecnología. No podemos limitarnos a las áreas históricamente tradicionales. Debemos animarnos a ocupar todos los espacios, y también inspirar a nuestras hijas a hacerlo.
—¿Qué consejo le darías a una mujer que duda en exponerse o convertirse en speaker?
—Que se anime. Que levante la mano, que tome la palabra. Cada vez que una mujer se anima a hablar en público, abre camino para muchas más. Por eso uno de mis propósitos es lograr que más mujeres se conviertan en speakers y miembros de directorios.

—¿Cómo equilibrás el liderazgo con el bienestar personal?
—Es un gran desafío el de cuidar la salud mental, el cuerpo y los vínculos, como así también la energía, la familia y las amistades. Dicen que si querés cambiar el mundo, el trabajo más importante empieza con uno mismo, ¿no? En eso estamos.
En TAEDA, con los líderes que tenemos, trabajar en equipo se hace muy fácil y eso es lo que más me motiva. Hay equipo y eso es lo que me gustaría que pasara en todas las organizaciones. Y en eso también las organizaciones de mujeres tienen un rol muy importante. Y bueno, con la experiencia y todo, aprendí a animarme. Los líderes y los aliados tienen un rol fundamental. Estoy muy agradecida.
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—En tus reflexiones hay una mirada crítica pero constructiva sobre el liderazgo femenino. ¿Qué te preocupa hoy de esa conversación?
—A veces escucho a mujeres en altas posiciones decir que nunca vivieron una situación de discriminación, me llama la atención. Creo que muchas veces, en otras épocas, no lo registrábamos porque normalizamos ciertas actitudes o entornos. Pero negar esas experiencias -que no son individuales, sino sociales- nos aleja de la posibilidad de cambiarlas. Reconocer las desigualdades es el primer paso para transformarlas.


                                    
