Desde el inicio de la invasión rusa, Ucrania optó por un enfoque audaz: en lugar de igualar la potencia militar convencional de Moscú, invirtió en innovación tecnológica. El resultado fue la investigación, desarrollo y despliegue masivo de drones kamikaze autónomos y barcos no tripulados, herramientas que están reconfigurando por completo la lógica de la guerra moderna.
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Cómo son los drones bombarderos de Ucrania
Los drones bombarderos, también conocidos como drones kamikaze o FPV (First Person View), son dispositivos relativamente pequeños, baratos y muy eficaces. Vuelan con autonomía, sin necesidad de intervención humana, identifican sus objetivos y se estrellan contra ellos, actuando como una mezcla entre misil, avión y sistema de vigilancia.
La novedad es que ahora algunos modelos ucranianos están siendo equipados con inteligencia artificial que les permite operar sin intervención humana directa una vez lanzados, incluso en entornos donde hay interferencias o bloqueos de señal. Un ejemplo clave de esta nueva generación es el sistema GOGOL-M, una suerte de “portaaviones aéreo” que lanza drones más pequeños y los coordina para misiones de largo alcance, hasta 300 kilómetros del punto de partida.

La flota ucraniana con tripulación invisible: su estrategia e impacto
En el mar, Ucrania desplegó una flota de barcos autónomos -que cada vez robustece más y más- conocidos como USVs (Uncrewed Surface Vessels), capaces de navegar cientos de kilómetros, portar explosivos o misiles y atacar con precisión quirúrgica. El modelo más emblemático es el Magura V5, un vehículo naval de unos cinco metros de largo que puede operar con autonomía total, transmitir vídeo en tiempo real y ejecutar ataques coordinados.
En mayo de 2025, Ucrania logró un hecho inédito en la historia militar: un dron marino derribó dos cazas rusos Su-30 utilizando misiles Sidewinder lanzados desde una versión modificada del Magura. También se documentaron múltiples ataques exitosos contra corbetas y patrulleros rusos, incluyendo el hundimiento de las embarcaciones Ivanovets y Sergey Kotov mediante enjambres de estos drones marítimos.
El diseño más avanzado hasta ahora es el Sea Baby, desarrollado por los servicios de inteligencia ucranianos. Este barco no tripulado cuenta con una autonomía de más de mil kilómetros y la capacidad de transportar cargas explosivas, ametralladoras o misiles aire-aire. Su uso fue clave para dañar el puente de Crimea en 2023, en una de las operaciones más simbólicas del conflicto.

El impacto de estas tecnologías es profundo. Permiten que un país con menos recursos pueda golpear a una potencia militar con precisión, constancia y bajo costo. También fuerzan al enemigo a dispersar su defensa, gastar más y modificar su logística. En el caso ruso, su flota del Mar Negro tuvo que replegarse, reorganizar su despliegue e incluso suspender rutas comerciales, todo gracias a embarcaciones ucranianas no tripuladas de apenas cinco metros.