Donald Trump sumó un nuevo capítulo a la tensión tecnológica entre Estados Unidos y China al referirse a los nuevos chips “Blackwell” de Nvidia, considerados los más potentes del mundo para inteligencia artificial (IA).
En una reciente entrevista, el presidente estadounidense afirmó que “los chips más avanzados se quedan en casa, no se los daremos a nadie más”, en referencia a una política de exclusividad que impediría a Nvidia exportar su tecnología más poderosa fuera del país.
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Donald Trump: la nueva medida que enciende la polémica
La medida busca garantizar que la próxima generación de IA se desarrolle con ventaja estadounidense, pero al mismo tiempo amenaza con profundizar la guerra comercial con Beijing.
Los chips Blackwell, presentados por Nvidia a comienzos de 2025, representan un salto tecnológico crucial: su arquitectura permite procesar modelos de IA de forma más rápida y eficiente, reduciendo costos y consumo energético. Son, en la práctica, el motor que impulsa el auge de la inteligencia artificial generativa, la automatización y el entrenamiento de grandes modelos de lenguaje.
De ahí el interés político. Trump argumentó que exportar este tipo de hardware equivaldría a “entregar el futuro” y aseguró que “Estados Unidos debe conservar lo más avanzado”, incluso si eso implica restringir las operaciones internacionales de las empresas tecnológicas del país.

La política de exclusividad se aplicaría a través de licencias limitadas que permitirían a Nvidia vender versiones reducidas o “recortadas” de los Blackwell a otros mercados, incluido el chino.
Estos chips, conocidos internamente como modelos B30, ofrecerían entre un 20% y un 30% menos de rendimiento que las versiones estadounidenses, con capacidades restringidas para evitar su uso en sistemas militares o de inteligencia artificial avanzada. Nvidia habría mostrado estas versiones a funcionarios estadounidenses para obtener autorización de exportación, pero la decisión final aún está en evaluación.
Otras medidas que impulsa Trump frente a la guerra comercial con China
Trump sugirió además que el gobierno podría cobrar una comisión por las ventas de estos chips limitados a China, de hasta un 15% del total de ingresos.
Su argumento es que si una empresa estadounidense hace dinero vendiendo tecnología sensible a un país competidor, el Estado debe recibir una parte, una idea que refuerza su enfoque nacionalista en materia económica y tecnológica.
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Washington considera que la inteligencia artificial es el nuevo campo de batalla estratégico, y los chips como el Blackwell son el corazón de esa competencia. Limitar el acceso de China a ese hardware busca frenar su desarrollo tecnológico, especialmente en sectores sensibles como defensa, vigilancia o robótica.
La respuesta de China
Desde Beijing, la respuesta fue inmediata: funcionarios del Ministerio de Comercio calificaron las declaraciones de Trump como un “acto de guerra tecnológica” y advirtieron que “ninguna nación puede monopolizar la innovación global”.
A nivel interno, la medida coloca a Nvidia en una posición incómoda. Por un lado, la compañía se beneficia de la protección del mercado estadounidense y del impulso que le da la administración al presentarla como símbolo del poder tecnológico nacional.
Pero, por otro, las restricciones la privan de uno de sus principales mercados: China representa cerca del 20% de sus ingresos anuales. El CEO de la empresa, Jensen Huang, reconoció públicamente que “ningún país puede construir una cadena de IA por sí solo”, intentando mantener una posición equilibrada entre los intereses comerciales y las presiones políticas.

La exclusividad de los chips Blackwell amplía la brecha tecnológica entre Estados Unidos y China, consolidando la supremacía estadounidense en el sector de semiconductores de alta gama. Al mismo tiempo, acelera los esfuerzos chinos por alcanzar la autosuficiencia, incentivando el desarrollo de alternativas nacionales y nuevos proveedores aliados en Asia.
La medida, presentada por Trump como una forma de “proteger la seguridad nacional”, podría terminar alimentando una competencia aún más agresiva, en la que la IA y los semiconductores se convierten en el nuevo terreno de disputa global.




