SpaceX logró completar el décimo vuelo de prueba de su lanzador Starship desde la base de Boca Chica, Texas. Fue un momento clave porque llegó después de varios intentos fallidos, tanto por problemas técnicos como por condiciones climáticas adversas, y porque marcó avances que la compañía de Elon Musk venía persiguiendo desde hacía tiempo.
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Cómo fue la última misión del cohete Starship
Esta misión consiguió por primera vez desplegar en el espacio un conjunto de satélites ficticios, simulando lo que en el futuro será la puesta en órbita de cargamentos reales. Además, se logró reencender un motor Raptor ya en el vacío, un paso crítico para garantizar la reutilización de la nave y para asegurar que los vuelos futuros puedan maniobrar en misiones más largas, como las que apuntan a la Luna o Marte.
El Super Heavy, la primera etapa del cohete, terminó su trayecto con un descenso controlado sobre el Golfo de México, mientras que la nave Starship finalizó su viaje en el océano Índico, mostrando que los sistemas de retorno y splashdown funcionan cada vez con más estabilidad.

Los vuelos anteriores habían expuesto fallos estructurales, problemas en el sistema criogénico y deficiencias en el escudo térmico. Cada una de esas lecciones fue incorporada en la construcción y el diseño de este último intento, con un refuerzo en las losetas protectoras y un ángulo de descenso menos agresivo, para evitar los desintegradores resultados de los vuelos pasados. La comunidad espacial observó con especial atención cómo, esta vez, el plan se ejecutó casi de manera impecable.
El color naranja del cohete de SpaceX
Lo que más llamó la atención, sin embargo, no fueron solamente los objetivos cumplidos, sino un fenómeno visual que generó debate en foros especializados y redes sociales: el color naranja que se apreció durante el lanzamiento. Varios observadores notaron que no parecía provenir de los motores, sino de una zona localizada en el fuselaje que se extendía hacia atrás mientras el cohete ascendía.
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Esto abrió un abanico de interpretaciones y teorías. Una de las más comentadas es que podría tratarse de un ensayo con losetas de refrigeración por transpiración, una tecnología experimental en la que el material libera fluidos para protegerse del calor extremo. Al evaporarse, estos fluidos podrían generar ese resplandor anaranjado inusual. Otros análisis sugieren que el fenómeno podría deberse a reacciones químicas o térmicas de los materiales del escudo al exponerse a temperaturas y presiones elevadas.
También se mencionó la posibilidad de que fuera un simple efecto óptico, producto de la combinación de la luz solar con los gases calientes expulsados en la atmósfera. Sin embargo, la mayoría de los ingenieros apunta a que la explicación está más cerca de los experimentos con el sistema de protección térmica que SpaceX lleva a cabo en cada vuelo, buscando nuevas formas de resistir la reentrada.

En cualquier caso, lo que parece claro es que el color naranja no fue un signo de alarma, sino más bien una pista de que la empresa está probando innovaciones que podrían marcar el rumbo de la exploración espacial en los próximos años. El vuelo número diez no solo representó una validación técnica, sino también un símbolo de la resiliencia de SpaceX.