SpaceX realizó un nuevo vuelo de prueba de su sistema Starship, marcando un paso más en la búsqueda del primer cohete completamente reutilizable del mundo. Desde su base de lanzamiento en Starbase, Texas, la compañía de Elon Musk llevó adelante la undécima misión de prueba de la nave, que volvió a demostrar su capacidad para alcanzar el espacio y regresar de forma controlada, aunque aun con desafíos por resolver antes de alcanzar la plena reutilización.
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SpaceX: cómo fue el lanzamiento de la nave Starship
El lanzamiento se realizó en condiciones óptimas y siguió la secuencia prevista: el propulsor Super Heavy, encargado de impulsar el conjunto durante el ascenso inicial, se separó con éxito de la nave Starship, que continuó su trayectoria hacia el espacio. Durante el vuelo, la nave desplegó ocho cargas simuladas, una especie de satélites falsos, con el objetivo de ensayar las maniobras que en el futuro permitirán lanzar grandes tandas de satélites Starlink.
Por su parte, el Super Heavy ejecutó un retorno controlado y logró un amerizaje en el Golfo de México, frenando su descenso mediante una compleja maniobra de encendido de motores.

Uno de los experimentos más importantes de esta misión fue la prueba del escudo térmico. Los ingenieros retiraron deliberadamente algunas losetas de protección para evaluar cómo respondían las zonas expuestas al calor extremo de la reentrada atmosférica.
Este riesgo calculado permitió recopilar información valiosa para futuras versiones del sistema, aunque también demostró que aún hay mucho por mejorar para que la nave soporte sin daños el retorno completo. En paralelo, se probó el reencendido de uno de los motores Raptor en condiciones de microgravedad, una maniobra fundamental para misiones más largas o interplanetarias.
La Starship, ya separada de su propulsor, completó su trayectoria simulada y reingresó a la atmósfera terrestre controlando su caída mediante sus aletas aerodinámicas. Finalmente, terminó su vuelo con un amerizaje en el océano Índico, lo que marcó otro paso hacia la validación de sus maniobras de reentrada.
Aunque no fue recuperada con éxito, el resultado fue considerado positivo por los ingenieros de SpaceX, que destacaron la enorme cantidad de datos obtenidos sobre el comportamiento térmico, estructural y de navegación del vehículo.
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El vuelo significó también el cierre de una etapa: probablemente, será el último de la versión V2 del sistema Starship, antes de que la empresa avance hacia la versión V3, que incorporará mejoras en diseño, potencia y eficiencia.
Las claves para la próxima misión de SpaceX
Entre los objetivos alcanzados, se confirmó la correcta separación de etapas, la estabilidad del vuelo orbital, el desempeño de los motores y la efectividad del sistema de control aerodinámico durante la reentrada.
Sin embargo, el ensayo dejó en evidencia varios desafíos pendientes. El más importante es lograr la recuperación completa de la segunda etapa, un requisito fundamental para alcanzar la reutilización total. También será necesario fortalecer el escudo térmico, mejorar la redundancia y control de los motores Raptor, y perfeccionar los sistemas de navegación durante las fases de descenso.

La exactitud de las maniobras de aterrizaje sigue siendo un punto crítico: incluso pequeños desvíos pueden comprometer la integridad del vehículo, por lo que los algoritmos de guía y los sensores de orientación deberán ser optimizados.
Otro aspecto clave que SpaceX busca dominar en las próximas misiones es el reabastecimiento en órbita, una capacidad indispensable para los vuelos hacia la Luna y Marte. Aprender a transferir combustible entre naves sin pérdidas representa uno de los mayores desafíos tecnológicos para los próximos años.
A eso se suma la necesidad de mantener una frecuencia alta de lanzamientos con una tasa mínima de fallas, condición indispensable para que el sistema Starship sea económicamente viable y cumpla su promesa de ofrecer acceso frecuente y asequible al espacio profundo.