Desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajistán, Rusia despegó la misión Bion-M No. 2 a bordo de un cohete Soyuz-2.1b. Esta misión es un nuevo capítulo en la extensa trayectoria de investigaciones biológicas espaciales llevadas adelante por Roscosmos. A bordo viajan 75 ratones, más de 1.000 moscas de la fruta, cultivos celulares, microorganismos, semillas de plantas y simulantes de polvo lunar.
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El plan de Rusia para investigar Marte
Los ratones, del tipo de laboratorio C57BL/6, aproximadamente de cuatro meses de edad, fueron enviados en grupos diferenciados: un grupo permanecerá en Tierra como control, otro vivirá en laboratorio bajo condiciones simuladas de vuelo, y el tercero formará parte del experimento orbital.
Estos “mini huéspedes” viajan en un sofisticado “hotel espacial”, un habitáculo automatizado con sistemas de alimentación, iluminación, ventilación, eliminación de residuos e inclusión de sensores para monitorear constantes vitales, como temperatura y frecuencia cardíaca, gracias a chips implantados en algunos roedores.

El satélite deberá orbitar la Tierra por alrededor de un mes, describiendo una trayectoria polar, con una inclinación cercana a los 97°, que lo expone a niveles de radiación cósmica significativamente mayores que los experimentados en órbitas más bajas o en la Estación Espacial Internacional.
Tras completar la misión, el módulo retornará a la Tierra en paracaídas, estimándose que el regreso se producirá alrededor del 19 de septiembre de 2025, para que los científicos puedan analizar detalladamente los efectos del vuelo espacial en los organismos vivos.
Por qué envía ratas y moscas a Marte
Las moscas de la fruta, históricamente fundamentales en investigación genética espacial, aportan ventajas especiales: tienen ciclos de vida cortos, reproducen con facilidad y permiten evaluar cambios genéticos en poco tiempo. Por su parte, los ratones resultan esenciales por su notable similitud genética con los humanos y por ser sensibles a la radiación; además, su uso en grupos comparativos permite estudiar efectos transgeneracionales.

Además, la misión incluye cultivos celulares, microorganismos y semillas de diversas especies, como tomate, trigo, especies silvestres, entre otras, para evaluar el impacto de la microgravedad y la radiación sobre el desarrollo vegetal y crecimiento celular. Asimismo, el envío de 16 viales con simulantes de polvo lunar busca investigar cómo estos materiales se comportan y se alteran en condiciones reales del espacio, aspecto clave para futuras bases lunares o maniobras en otros cuerpos celestes.