Los recientes cierres de aeropuertos en Dinamarca pusieron en evidencia una nueva forma de amenaza: los ataques híbridos con drones. Esta estrategia, que combina tácticas militares y no militares, expone la vulnerabilidad de infraestructuras críticas y abre un debate sobre la seguridad aérea en Europa.
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Drones: cómo funcionan los ataques híbridos
Un ataque híbrido es una forma de agresión que combina tácticas militares y no militares con el fin de desestabilizar a un país sin necesidad de declarar una guerra formal. Puede incluir ciberataques, desinformación, sabotajes, operaciones de inteligencia y el uso de herramientas relativamente baratas, como drones, capaces de generar un gran impacto con poco esfuerzo.
La lógica es simple: un ataque híbrido busca vulnerar la infraestructura crítica y sembrar incertidumbre en la población, manteniendo al mismo tiempo la ambigüedad sobre quién es el responsable.

El caso de Dinamarca y el fantasma de la amenaza rusa
Eso es lo que ocurrió recientemente en Dinamarca, cuando varios aeropuertos, incluidos los de Copenhague, Billund y Aalborg, tuvieron que cerrar sus operaciones tras la aparición de drones no autorizados en su espacio aéreo.
En Aalborg, que además funciona como base militar, los aviones no pudieron despegar ni aterrizar durante varias horas. Lo mismo sucedió en terminales más pequeñas, como Esbjerg, Sønderborg y Skrydstrup, todas en la península de Jutlandia. En algunos casos, vuelos fueron desviados a otros destinos.
Las autoridades danesas describieron los incidentes como parte de un “ataque híbrido” y un “operador profesional” detrás de la operación, aunque remarcaron que los drones habían sido lanzados localmente.
El contexto europeo amplifica la preocupación. En los últimos meses, Polonia, Estonia, Rumania, Alemania y Suecia denunciaron incursiones similares, muchas veces vinculadas a la estrategia de presión indirecta de Rusia en el marco de la guerra de Ucrania. Sin embargo, el Ministerio de Defensa descartó tener pruebas directas de que Rusia estuviera involucrada, pero no cerró la puerta a esa posibilidad.
El tipo de drones que se utilizaron
Un dron puede colisionar con un avión durante el despegue o el aterrizaje, generando un accidente grave. Por esa razón, el simple avistamiento obliga a cerrar el espacio aéreo.
De esta manera, con aparatos relativamente pequeños, se logra un efecto desproporcionado: miles de pasajeros afectados, pérdidas económicas para aerolíneas y aeropuertos, y una sensación de vulnerabilidad frente a amenazas invisibles.

No se trató de drones militares pesados, sino de modelos más cercanos a los de uso comercial avanzado, probablemente cuadricópteros o hexacópteros adaptados. Lo que llamó la atención fue la coordinación: luces verdes visibles en la noche, movimientos simultáneos en varios aeropuertos y la capacidad de mantenerse en el aire durante horas.
Las fuerzas danesas admitieron que podían derribarlos, pero evitaron hacerlo por temor a que los restos cayeran sobre zonas pobladas.
El contexto europeo amplifica la preocupación. En los últimos meses, Polonia, Estonia, Rumania, Alemania y Suecia denunciaron incursiones similares, muchas veces vinculadas a la estrategia de presión indirecta de Rusia en el marco de la guerra de Ucrania.