La empresa tecnológica, Nvidia, se encuentra en un momento clave de su historia al diseñar un nuevo chip de inteligencia artificial (IA) que apunta directamente al mercado chino, uno de los más grandes y estratégicos del mundo. El proyecto, conocido como B30A, nace de la necesidad de cumplir con las estrictas regulaciones de exportación impuestas por Estados Unidos, pero sin renunciar al negocio multimillonario que representa China.
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Este chip se apoya en la arquitectura Blackwell, la más avanzada de la compañía, aunque con recortes en su potencia para ajustarse a los límites legales que impiden la exportación de las versiones más potentes.
Cómo es el chip nuevo de Nvidia que lanzará a China
En términos técnicos, el B30A se posiciona como un producto intermedio. No llega al nivel del buque insignia B300, pero supera con holgura al H20, el chip que la firma había diseñado anteriormente para el mercado chino y cuya producción quedó en pausa tras bloqueos y tensiones diplomáticas.

B30A contaría con memoria HBM3E de 144 GB y un rendimiento cercano a los 7,5 petaFLOPS en operaciones FP4, aunque se queda en aproximadamente la mitad de lo que ofrece el modelo más potente . La clave está en que se trata de un diseño con un solo die (un material del chip), lo que facilita su fabricación y garantiza que cumpla con las restricciones de exportación sin perder competitividad frente a alternativas locales.
La decisión de lanzar este chip obedece a varios factores. El primero y más evidente es el tamaño del mercado chino: Nvidia calcula que allí podría haber oportunidades por más de 50.000 millones de dólares en inteligencia artificial, un terreno en el que las empresas locales están presionando cada vez más fuerte.
El segundo factor es el fracaso del H20. China bloqueó su compra argumentando preocupaciones de seguridad y Nvidia se vio obligada a detener la producción, lo que dejó un vacío que la compañía ahora busca llenar con el B30A. Además, la administración de Donald Trump ha mostrado señales de apertura, proponiendo permitir ventas de chips “capados” a China siempre que Nvidia y otras tecnológicas entreguen un 15% de los ingresos generados en ese país al gobierno estadounidense, como una especie de licencia de exportación.
El impacto del chip en China
Este contexto explica por qué el propio Jensen Huang, CEO de Nvidia, planea viajar a Pekín para presentar el chip y reunirse con líderes chinos. La apuesta es doble: por un lado, recuperar ingresos millonarios que se estaban perdiendo, y por el otro, garantizar que el ecosistema de software de Nvidia, con CUDA a la cabeza, siga siendo dominante incluso en un país que intenta acelerar su autonomía tecnológica.

El impacto potencial de este chip es enorme. Desde el punto de vista comercial, puede abrir la puerta a ventas por varios miles de millones de dólares, en un momento en el que Nvidia ya es la empresa más valiosa del mundo con una capitalización superior a los cuatro billones de dólares. La noticia de que la compañía volvería a vender chips en China impulsó su cotización bursátil hasta nuevos récords, lo que muestra la expectativa que existe alrededor de esta jugada.
En el plano geopolítico, la movida de Nvidia refleja un delicado equilibrio. Estados Unidos busca limitar el acceso de China a las tecnologías más avanzadas por temor a un uso militar, mientras que al mismo tiempo no quiere que sus propias empresas pierdan acceso a un mercado tan gigantesco.
Para China, aceptar el B30A supondría seguir dependiendo de Nvidia en parte de sus desarrollos de inteligencia artificial, aunque a costa de no disponer de la máxima potencia. Y para Nvidia, el acuerdo representa una oportunidad de oro para mantener su supremacía global y evitar que los fabricantes chinos logren sustituir sus productos en el corto plazo.