En 2025, la agenda tecnológica no se definió solo por avances técnicos, sino por casos concretos protagonizados por empresas, gobiernos y conflictos reales que mostraron hasta dónde llega la innovación. Estos ejemplos ayudaron a marcar el pulso del año.
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Inteligencia artificial como una fuerza imparable
La inteligencia artificial fue el tema dominante, pero con matices. Empresas como OpenAI, Google y Anthropic consolidaron modelos cada vez más potentes y agentes capaces de ejecutar tareas completas sin intervención humana. Microsoft integró IA avanzada en Windows, Office y Azure, llevando asistentes inteligentes al trabajo cotidiano de millones de personas.
Al mismo tiempo, surgieron desarrollos experimentales que podrían transformar por completo la disciplina, como marcos de diseño automatizado que permiten crear robots funcionales usando modelos de lenguaje o políticas de locomoción generalistas que funcionan en múltiples tipos de cuerpos sin reentrenamiento.

Sin embargo, compañías de medios y editoriales iniciaron demandas contra desarrolladores de IA por el uso de contenidos protegidos, reavivando el debate sobre derechos de autor. En paralelo, varias startups de IA cerraron o redujeron operaciones tras no cumplir las expectativas de rentabilidad, alimentando la idea de una burbuja similar a la puntocom.
La ética y la regulación en la IA
Esto empujó a la regulación al centro de la agenda. La Unión Europea avanzó con la implementación del AI Act, que obligó a empresas tecnológicas a clasificar y transparentar el uso de algoritmos de alto riesgo. Plataformas como Meta y TikTok tuvieron que adaptar sistemas de recomendación y publicidad para cumplir nuevas normas sobre protección de datos y manipulación informativa.
En Estados Unidos, el uso de deepfakes generados por IA en campañas electorales provocó proyectos de ley para exigir etiquetado obligatorio de contenidos sintéticos.
La ciberseguridad se volvió un tema cotidiano tras ataques de alto impacto. Grandes hospitales en Europa y América Latina sufrieron secuestros de datos mediante ransomware, obligando a suspender servicios.
El espacio y la energía verde como pilares centrales
Empresas energéticas y de transporte enfrentaron intentos de sabotaje digital, mientras firmas como CrowdStrike y Palo Alto Networks registraron récords de demanda, mostrando que la seguridad digital pasó a ser una prioridad estratégica, no un gasto opcional.

El espacio también marcó agenda. SpaceX, con Starlink, amplió su presencia global, convirtiéndose en infraestructura crítica para comunicaciones civiles y militares. Rusia y China probaron tecnologías antisatélite, mientras Estados Unidos alertó sobre la vulnerabilidad de las constelaciones comerciales en conflictos armados. El espacio dejó de verse como un ámbito científico para consolidarse como un territorio geopolítico.
En cuanto a energía y tecnología verde, China avanzó con megaproyectos de paneles solares en zonas desérticas y montañosas, reforzando su liderazgo en renovables. Al mismo tiempo, empresas como Tesla y BYD intensificaron la competencia por baterías y vehículos eléctricos, mientras países como Argentina y Chile quedaron en el centro del mapa por el litio, generando debates sobre soberanía y modelo extractivo.




