La Niña es un fenómeno climático que forma parte del ciclo conocido como ENSO (El Niño–Oscilación del Sur). Se produce cuando las aguas superficiales del océano Pacífico ecuatorial se enfrían de manera anómala, alterando el sistema de circulación atmosférica a escala global.
Mientras que El Niño suele calentar esas aguas y generar sequías en algunos lugares e inundaciones en otros, La Niña opera en dirección contraria: provoca un enfriamiento que también modifica los patrones de lluvias, temperaturas y vientos en distintas regiones del planeta.
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Cómo es el fenómeno de La Niña
En términos técnicos, durante La Niña los vientos alisios, que soplan de este a oeste, se intensifican, empujando aguas cálidas hacia Asia y permitiendo que afloren aguas más frías desde las profundidades en el Pacífico oriental. Ese cambio altera el equilibrio térmico y, a partir de allí, la circulación atmosférica global. Lo interesante es que, aunque sucede en el Pacífico, sus efectos se sienten en casi todos los continentes.

Según los pronósticos climáticos de este año, La Niña podría instalarse hacia finales del segundo semestre, probablemente en la primavera del hemisferio sur. Esto implica que su influencia más fuerte se sentiría durante el verano próximo. En América del Sur, especialmente en Argentina, Uruguay y el sur de Brasil, La Niña suele estar asociada con un aumento de lluvias, lo que contrasta con los años de El Niño, que en la misma región suelen traer sequías.
Esta alternancia es crucial para sectores como la agricultura, porque determina el nivel de humedad de los suelos, la productividad de los cultivos y hasta el precio de los alimentos a escala internacional.
En Norteamérica, por el contrario, La Niña tiende a intensificar la temporada de huracanes en el Atlántico, porque la atmósfera favorece la formación y fortalecimiento de tormentas tropicales. También genera inviernos más fríos y húmedos en el noroeste de Estados Unidos y más secos y cálidos en el sur.
A su vez, en Asia y Oceanía, su llegada está ligada a lluvias monzónicas más intensas, con riesgo de inundaciones en países como Indonesia o Filipinas, pero también puede provocar sequías severas en el Cuerno de África.

El impacto de La Niña no es uniforme, ni idéntico en cada episodio. Su intensidad varía según la magnitud del enfriamiento en el Pacífico y su interacción con otros factores climáticos, como el calentamiento global. Justamente, uno de los grandes debates actuales es cómo el cambio climático está modificando la frecuencia y fuerza de estos fenómenos.
Qué impacto tendrá La Niña en esta temporada
Algunos modelos sugieren que, tanto El Niño como La Niña, podrían volverse más extremos en un planeta más cálido, con consecuencias aún más marcadas en términos de desastres naturales.
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Para este año, la expectativa de La Niña trae consigo una mezcla de alivio y preocupación. En regiones agrícolas de Sudamérica, tras temporadas difíciles bajo El Niño, la mayor probabilidad de lluvias puede favorecer la recuperación de cultivos como la soja y el maíz.
Sin embargo, ese beneficio puede transformarse en exceso hídrico, con inundaciones que afecten la infraestructura rural y urbana. En el Caribe y Estados Unidos, el temor se centra en una temporada de huracanes más activa, con eventos potencialmente destructivos.