El Sol liberó una de las erupciones más potentes registradas en el actual ciclo solar, provocando una eyección de masa coronal (EMC) que alcanzó una extensión cercana al millón de kilómetros.
Esta violenta liberación de energía no solo sorprendió por su magnitud, sino también por sus consecuencias: desencadenó una tormenta geomagnética extrema que ya comenzó a impactar en nuestro planeta.
Las erupciones solares son eventos explosivos en la superficie del Sol que liberan enormes cantidades de radiación y partículas cargadas. Cuando estas partículas alcanzan la Tierra, pueden alterar el funcionamiento de sus campos magnéticos, provocando lo que se conoce como tormentas geomagnéticas. En esta ocasión, la intensidad del fenómeno fue tal que las agencias espaciales emitieron alertas tempranas sobre sus posibles efectos en diferentes partes del mundo.
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Erupción solar: el impacto que generó en la Tierra
Una de las consecuencias más inmediatas es la interferencia en las comunicaciones por radio de alta frecuencia, que afecta principalmente a aeronaves, barcos y regiones remotas que dependen de estos sistemas para su operación diaria. Además, los satélites de navegación como el GPS también podrían experimentar fallos o pérdida temporal de precisión, lo que puede impactar en actividades tan variadas como la aviación comercial, la agricultura de precisión o el transporte marítimo.

El sistema eléctrico terrestre no está exento de riesgos. Las corrientes inducidas por el bombardeo de partículas solares podrían saturar redes de alta tensión, sobrecargar transformadores y, en el peor de los casos, provocar apagones generalizados. Algunas regiones ya comenzaron a tomar precauciones reforzando sus sistemas de monitoreo y apagando dispositivos sensibles ante cualquier anomalía.
Este tipo de fenómenos también tiene un costado fascinante: las auroras boreales. En situaciones de alta actividad solar como esta, las luces del norte pueden hacerse visibles en latitudes mucho más bajas de lo habitual, permitiendo a millones de personas contemplar un espectáculo natural único en el cielo nocturno. Se registraron avistamientos inusuales de auroras en el norte de España, Francia e incluso en algunas zonas del centro de Estados Unidos.
Este evento ocurre en plena fase de “máximo solar”, un punto del ciclo solar de 11 años donde la actividad del astro rey se encuentra en su pico más alto. Durante este período, las erupciones como estas son más frecuentes, intensas y potencialmente más peligrosas. Los expertos señalan que aún podríamos ver más episodios similares en los próximos meses.

Las agencias espaciales como la NASA y la NOAA, así como observatorios internacionales, se encuentran monitoreando constantemente la evolución del evento. También emitieron recomendaciones para los sectores críticos, como telecomunicaciones, energía y transporte, para minimizar los riesgos asociados.