En los últimos años, China dejó de ser simplemente un observador para convertirse en un actor central en la carrera global por la inteligencia artificial (IA). Su gran movimiento estratégico fue la apuesta por el código abierto: liberar modelos avanzados, compartir pesos, arquitecturas y herramientas, y crear un ecosistema que compite de manera directa con las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos.
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Inteligencia artificial: China apuesta por el código abierto
Esta apertura no es un gesto aislado, sino el resultado de una política deliberada para fortalecer su soberanía tecnológica, multiplicar la adopción de IA dentro del país y ganar influencia mundial.
El impulso comenzó con gigantes como Alibaba, Baidu y Huawei, y continuó con startups como DeepSeek, que sorprendieron en estudios benchmarks internacionales. Alibaba abrió su familia de modelos Qwen, con variantes entrenadas para razonamiento, programación, multilingüismo y generación multimodal.
Baidu anunció que su modelo Ernie 4.5, uno de los más sofisticados del país, también pasaría a ser de código abierto. Huawei hizo lo propio con openPangu, una colección de modelos y herramientas optimizadas para sus propios chips, lo que le permite sortear en parte las restricciones de hardware impuestas por Estados Unidos. Para mediados de 2025, China ya concentraba una gran parte de los modelos abiertos de última generación disponibles en el mundo.

El concepto de “código abierto” aplicado a la inteligencia artificial significa que los modelos pueden descargarse, modificarse, ajustarse o integrarse en proyectos comerciales o académicos sin quedar atrapados en licencias restrictivas. Esto baja drásticamente la barrera de entrada: una pequeña startup, un laboratorio universitario o incluso un desarrollador independiente puede trabajar con tecnología de vanguardia sin depender de grandes corporaciones.
Para China, esta decisión impulsa la innovación interna y posiciona sus modelos en el centro de la comunidad global de desarrolladores.
El rol de China en la carrera por la inteligencia artificial
Los modelos chinos ya no son percibidos como versiones inferiores, sino como alternativas reales a los desarrollos cerrados de OpenAI, Anthropic o Google. En múltiples evaluaciones públicas, variantes de Qwen, Ernie y DeepSeek muestran resultados competitivos, potenciados por la velocidad con la que comunidades de desarrolladores pueden adaptarlos y mejorarlos.
Esto crea un efecto multiplicador: cuanto más se usan, más rápido evolucionan y más atractivo se vuelve su ecosistema. En un mercado donde la innovación sucede de manera exponencial, la apertura se transforma en una ventaja estratégica.
La dimensión geopolítica es igualmente importante. Ante las restricciones de exportación de chips que Estados Unidos impuso para limitar el avance tecnológico chino, el código abierto ofrece un camino alternativo: incluso sin acceso pleno al hardware más avanzado, China puede difundir sus modelos, expandir su presencia tecnológica y consolidar alianzas.

Al mismo tiempo, esta estrategia empuja a Occidente a replantear su dependencia de sistemas cerrados y a considerar la posibilidad de abrir, al menos parcialmente, sus modelos para mantenerse competitivos.
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La expansión de la IA abierta china también redefine el futuro del desarrollo tecnológico global. A mayor descentralización y accesibilidad, mayor es la diversidad de aplicaciones en educación, salud, industria, arte, ciencia y servicios públicos.
La innovación deja de depender exclusivamente del capital y se democratiza hacia quienes tengan la creatividad para experimentar con modelos avanzados. Esto reconfigura el mapa del poder tecnológico, pero también el cultural y académico.




