China acaba de implementar una de las regulaciones más estrictas del mundo para influencers y creadores de contenido. La medida, impulsada por la Administración del Ciberespacio de China (CAC), busca controlar lo que se publica en redes sociales y redefinir el papel de los llamados “wanghong”, los influencers locales que mueven millones de seguidores y un volumen comercial enorme.
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Influencers en China: cómo es el nuevo reglamento inédito
A partir de ahora, los creadores deberán acreditar formación profesional para hablar de ciertos temas, evitar la ostentación de riqueza y cumplir con normas de identidad real y transparencia económica. Es un cambio profundo que podría transformar el ecosistema digital chino y marcar tendencia internacional.
El nuevo marco normativo establece que cualquier persona que genere contenido sobre temas considerados “sensibles”, como medicina, derecho, educación o finanzas, deberá demostrar una cualificación profesional o licencia que respalde su autoridad en el tema. Por ejemplo, un influencer que hable sobre salud o dé consejos médicos tendrá que ser un profesional certificado, y las plataformas estarán obligadas a verificarlo.
De esta manera, el gobierno intenta limitar la difusión de información errónea o potencialmente peligrosa, algo que se había vuelto común en redes como Douyin, Weibo o Xiaohongshu.

Otro punto central de la reforma es la prohibición explícita de mostrar estilos de vida lujosos o contenidos que promuevan “valores inadecuados”. En los últimos años, la popularidad de influencers que exhibían autos de lujo, mansiones o compras de alta gama generó incomodidad en las autoridades, que interpretan ese fenómeno como una amenaza al ideal de modestia y colectividad promovido por el Partido Comunista.
Las cuentas que exhiban “ostentación de riqueza”, contenido vulgar o actitudes consideradas frívolas podrán ser sancionadas, suspendidas o eliminadas. En paralelo, también se busca combatir la publicidad engañosa, los rankings manipulados y las promociones encubiertas.
La regulación no se limita a los creadores individuales: también alcanza a las agencias intermediarias o MCN (multi-channel networks), empresas que gestionan influencers y sus contratos. Estas compañías deberán registrarse ante las autoridades locales, reportar las cuentas que administran, establecer canales de denuncia y someterse a controles fiscales y de transparencia.
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El impacto de esta nueva normativa en redes sociales
Las plataformas, a su vez, tendrán que garantizar que todos los influencers utilicen su nombre real, que etiqueten de forma obligatoria los contenidos generados con inteligencia artificial (IA) y que informen a la administración tributaria sobre los ingresos generados por publicidad o transmisiones en vivo. Las sanciones por incumplimiento incluyen multas, suspensión de cuentas, bloqueo de ingresos y, en casos graves, la prohibición de operar como creador de contenido.
Para los influencers, las reglas significan el fin del “todo vale”: quienes se apoyaban en la provocación o la exageración para ganar visibilidad verán limitado su alcance, y los que trabajen en campos especializados deberán replantear su estrategia para cumplir con los requisitos. Los costos de verificación, los registros y la fiscalización aumentarán las barreras de entrada, dificultando el surgimiento de nuevos creadores independientes.

A cambio, el Estado promete un entorno digital más “ordenado”, con menos desinformación y contenido irresponsable. Para las plataformas sociales, el desafío será aún mayor. Tendrán que invertir en nuevos sistemas de verificación, moderación y reporte, adaptando sus algoritmos para priorizar contenidos “positivos” o socialmente aceptables. Esto podría reducir el tipo de material viral o espontáneo que suele atraer a millones de usuarios, afectando el engagement y, en consecuencia, sus ingresos publicitarios.
Las marcas que trabajan con influencers también deberán adaptarse. Antes de lanzar campañas, tendrán que verificar que los creadores cumplan con la normativa, que las promociones estén claramente etiquetadas y que no haya riesgo de sanción. En el sector del comercio en vivo, una de las mayores fuentes de ventas en China, se espera un freno temporal, ya que muchos streamers necesitarán regularizar su situación antes de volver a transmitir.



