La NASA acaba de revelar un hallazgo que cambia la manera en que entendemos el equilibrio de la Tierra: uno de sus hemisferios se está volviendo más oscuro que el otro. Este descubrimiento surge de un análisis profundo de datos satelitales recopilados durante más de dos décadas por la misión CERES (Clouds and the Earth’s Radiant Energy System), que estudia cómo nuestro planeta refleja la luz del Sol en el espacio.
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NASA: la razón oculta de la oscuridad en un hemisferio terrestre
Ese reflejo, conocido como albedo, es clave porque determina cuánta radiación solar se absorbe y cuánta se devuelve. Hasta ahora, la ciencia había asumido que ambos hemisferios mantenían una suerte de “simetría hemisférica”, pero el nuevo estudio demuestra que esa idea ya no es válida: la Tierra está perdiendo reflectividad y lo hace de manera desigual, siendo el hemisferio norte el que absorbe más luz solar.
El fenómeno no implica que literalmente “falte” luz en un lado del planeta, sino que la superficie y la atmósfera reflejan menos radiación de la que solían devolver. La consecuencia directa es que más energía queda atrapada en el sistema climático, alimentando el calentamiento global.

Las causas detrás de este oscurecimiento son múltiples. Una de las más claras es la pérdida acelerada de hielo y nieve, sobre todo en el Ártico, que expone superficies oscuras como océanos y tierras que absorben gran parte de la radiación.
A esto se suma la reducción de aerosoles atmosféricos en el hemisferio norte. Durante décadas, la contaminación industrial generó partículas que, aunque dañinas para la salud, tenían el efecto de reflejar parte de la luz solar. Las políticas de control de emisiones redujeron esos aerosoles, lo que paradójicamente contribuye a que la atmósfera sea menos reflectante.
Las conclusiones del estudio de la NASA
Los investigadores también apuntan a cambios en la formación y distribución de nubes, así como en la dinámica del vapor de agua, que alteran el balance energético. En el hemisferio sur, fenómenos puntuales como incendios forestales o grandes erupciones volcánicas han inyectado aerosoles que aumentan momentáneamente el albedo, pero no lo suficiente para revertir la tendencia global.
El impacto de este hallazgo es profundo. La pérdida de reflectividad significa que el planeta, y especialmente el hemisferio norte, está absorbiendo más energía de la que solía. Ese desequilibrio no solo intensifica el calentamiento, sino que también podría alterar patrones climáticos globales. Corrientes oceánicas, sistemas de viento y regímenes de lluvias dependen de diferencias energéticas relativamente estables entre hemisferios.

Si uno se oscurece más rápido que el otro, la maquinaria climática puede responder con desplazamientos del cinturón de lluvias tropicales, cambios en monzones y mayor frecuencia de eventos extremos. Además, esta tendencia genera un bucle de retroalimentación: más calor provoca más deshielo, lo que reduce aún más la reflexión y aumenta la absorción, acelerando así el cambio climático.
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Los modelos climáticos deberán actualizarse con estos datos, ya que gran parte de sus proyecciones partían de la premisa de una simetría hemisférica que hoy sabemos que no existe. Comprender cómo evoluciona el albedo en cada región se convierte en una pieza esencial para prever los escenarios futuros del planeta.