Anduril, la compañía fundada por Palmer Luckey, en conjunto con Meta llevó la idea de realidad aumentada aplicada al soldado un paso más allá con su familia de dispositivos llamada EagleEye.
No se trata únicamente de un casco con pantalla: la propuesta es modularidad para distintos roles y escenarios, desde gafas ligeras para teleasistencia técnica hasta cascos completos con visión nocturna y térmica para infantería, y la integración profunda con la red de sensores y control que Anduril ya viene desarrollando con inteligencia artificial.
El objetivo declarado es claro: “ver al enemigo antes de ser visto” y mejorar la supervivencia y eficacia del combatiente en el terreno.
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Cómo funciona el casco de realidad virtual
Técnicamente, EagleEye combina displays de realidad mixta (HUD), sensores visuales que permiten cambiar entre visión diurna, nocturna y térmica, y procesado local para superponer en tiempo real mapas, posiciones de aliados y alertas de amenaza directamente en el campo de visión.
Esa información no llega aislada: se alimenta de una red (Lattice, en el ecosistema de Anduril) que aglutina drones, sensores desplegados y nodos de comunicaciones, permitiendo compartir datos tácticos y video en tiempo casi real. La idea es que el casco no solo muestre datos pasivos, sino que ejecute asistencias, por ejemplo, ayudas balísticas o predicciones de movimiento enemigo, apoyadas en modelos de IA.
La colaboración con Meta aporta know-how en óptica de realidad aumentada y experiencia en hardware AR/XR, elementos clave para que las pantallas sean legibles, ligeras y menos proclives a provocar mareos, además de capacidades en modelos y procesamiento para interfaces inmersivas.

Meta, que compró Oculus y desarrolló amplia experiencia en displays y ergonomía, aporta tecnología que facilita miniaturizar y optimizar la experiencia visual militar, aunque la asociación también reaviva debates éticos sobre la cooperación entre gigantes tecnológicos civiles y proyectos de defensa.
Los usos prácticos van desde mejorar la conciencia situacional en combate (posición de aliados, rutas seguras, detección de amenazas), pasando por la conducción y control de drones y robots, hasta entrenamiento en realidad mixta y teleasistencia para tareas técnicas.
Los desafíos y cuándo podrán utilizarse
No obstante, existen límites reales: peso y ergonomía son críticos (añadir sensores y baterías incrementa fatiga), la sobrecarga de información puede afectar la toma de decisiones, y están los riesgos de ciberseguridad y guerra electrónica si las comunicaciones son interceptadas o degradadas.
Además está la pregunta del coste y la logística: aunque Anduril espera reducir el precio respecto a programas previos, la adopción masiva exige mantenimiento, baterías, actualizaciones y entrenamiento intensivo.

La empresa presentó públicamente EagleEye hace unos días y la compañía señaló que entregará unidades de prototipo al Ejército de EE. UU. en el corto plazo: alrededor de 100 unidades están previstas para ser suministradas a “personal selecto” durante el segundo trimestre del año siguiente, como parte del esfuerzo de prototipado dentro del programa Soldier Borne Mission Command (SBMC) tras contratos de prototipado adjudicados en 2025.
Esas primeras entregas irán a soldados y unidades seleccionadas para evaluación operativa y pruebas de campo; la intención es validar usabilidad, ergonomía y seguridad antes de una posible producción en mayor escala.




