Teléfonos inteligentes, computadoras, tablets o consolas de videojuegos forman parte de nuestra vida diaria. Si bien no hay edad para esta dependencia, la realidad indica que los niños interactúan con los dispositivos digitales desde muy pequeños. Aunque muchos minimizan la importancia de pasar horas y horas frente a una pantalla, lo cierto es que se trata de una adicción preocupante que impacta en el desarrollo.
Por este motivo, el doctor Rubén Omar Sosa, médico pediatra e infectólogo, creador de las barrileteadas solidarias que desde hace décadas llenan el cielo de colores para promocionar la salud e invitarnos a reconocernos en el juego, convoca este domingo a desconectar las pantallas para conectarse con las emociones.
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Impulsada por publicidades en medios de comunicación, participación de deportistas y promoción de personajes famosos a través de redes sociales, la ludopatía es un fenómeno que no para de crecer. Según un documento publicado por la Sociedad Argentina de Pediatría, las plataformas “representan un gran riesgo para los jóvenes, potenciado por su accesibilidad a través de los dispositivos móviles asociados al uso de billeteras virtuales y al incentivo mediante la oferta de bonificaciones y recompensas”.

“La incomunicación a pesar de la conexión, la ludopatía creciente, los dilemas asociados a la inteligencia artificial (IA), la utilización o no de los celulares en el aula, son algunas de las problemáticas actuales que urge abordar. El efecto de las pantallas en el neurodesarrollo, sobre todo en menores de tres años, es un hecho demostrado científicamente. Si tuviera que definirlo, diría que estamos frente a una emergencia silenciosa”, afirma el doctor Rubén Sosa.
Radiografía de la adicción digital: datos alarmantes sobre el uso de pantallas y la ludopatía
Como los números y porcentajes suelen esclarecer quizá más que las palabras, este pediatra, que desarrolló la mayor parte de su profesión en el Hospital General de Niños Dr. Pedro de Elizalde, enumera datos alarmantes: “La ludopatía es una enfermedad que está aumentando en todo el mundo y afecta del 4 al 8% de los jóvenes. En el caso de los argentinos, los estudios revelan que, en promedio, pasan 8 horas diarias conectados a internet y, si nos referimos específicamente a los niños, el grupo más vulnerable es el rango de entre 12 y 16 años, utilizan dispositivos electrónicos de 2 a 4 horas.
Otra información relevante de nuestro país, producto de diversas investigaciones, es que el 46% de los adolescentes reconoció tener problemas con el uso excesivo de internet, un 12% admitió jugar compulsivamente en línea y, un 8%, haber gastado dinero real en juegos.
Según un informe de julio de 2024, el 9% de los jugadores apuestan online, cifra que asciende al 16% entre los jóvenes; y 8 de cada 10 adolescentes participaron en apuestas el último año. Por otra parte, el 75% de los encuestados se manifestó consciente de los riesgos que genera la adicción, y seis de cada 10 jugadores admitieron apostar al menos una vez por semana”.
El impacto neurológico del uso excesivo de pantallas
—Dr. Sosa, ¿cómo describiría el impacto de las pantallas en el desarrollo del cerebro infantil?
—La exposición prolongada a las pantallas reduce la sustancia blanca y afecta la comunicación entre regiones cerebrales. Esto impacta en la atención, la memoria y el aprendizaje. Por su parte, la materia gris, disminuye en áreas claves para la toma de decisiones y el control emocional. Las neuronas tienen un mecanismo de defensa cuando son “sobreestimuladas”: sus receptores disminuyen en la membrana celular para que la sustancia que las estimula no las afecte. Esa sustancia se llama dopamina y requiere de más y más estimulación para producir el mismo efecto.

En dosis cada vez más grandes, el efecto es menor (tolerancia), las neuronas comienzan a morir y desencadenan la “adicción”. Además, también se comprobó que el uso excesivo puede causar ansiedad e, incluso, llevar a la depresión. Esto se debe a que disminuye la interacción social (creando una desconexión con el entorno real y aislando a las personas), reduce la actividad física y puede exponer a los chicos a contenido inapropiado.
—¿Cuáles son los principales riesgos de su uso excesivo?
—Antes, mencioné que puede generar problemas de atención, hecho que impacta en el rendimiento laboral o académico; generar dificultades en la comunicación; obstaculizar las habilidades de comunicación interpersonal, afectando las relaciones; problemas de sueño; incluso, la utilización de pantallas antes de dormir puede afectar el ciclo del sueño, causando insomnio y fatiga diurna. La luz azul de las pantallas altera la producción de melatonina, lo que provoca que sea más difícil conciliar el sueño. Otros importantes efectos negativos son el sedentarismo, con sus consecuentes problemas de sobrepeso, y la disminución de actividades que potencien el desarrollo cognitivo.
—¿Qué deberíamos hacer con respecto al uso de pantallas en los niños?
—Aunque no se puede volver atrás en el uso de pantallas, es fundamental ser conscientes de que estamos impidiendo que los niños lloren, jueguen y se aburran. Los niños son más vulnerables a la sobreestimulación digital, lo que les quita tiempo para aprender, relacionarse y jugar, afectando su desarrollo. Es determinante encontrar un equilibrio entre el tiempo de pantalla y el juego activo, ya que la falta de estimulación digital puede causar irritabilidad y pérdida de interés en el mundo real.
—¿Por qué es importante el juego?
—Tanto el juego como la interacción con otros, son relevantes para el desarrollo cognitivo y emocional de los chicos, porque promueven habilidades sociales —como comunicación, cooperación y empatía— y fomentan el aprendizaje a través de la exploración y la creatividad. Además, los ayuda a resolver problemas y a pensar críticamente.

—En el caso de los dispositivos electrónicos, ¿qué los hace tan adictivos?
—La mayoría de los juegos están diseñados para activar el sistema de recompensa y placer del cerebro, liberando dopamina, lo que lleva a la repetición del comportamiento y a la frustración cuando se interrumpe. Algunos ofrecen compras dentro de la aplicación, hecho que puede fomentar un ciclo de gasto y juego continuo, en especial en niños que no comprenden el valor del dinero. El acceso constante a los juegos a través de dispositivos móviles y la interacción con otros jugadores en línea aumentan aún más esta motivación.
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—¿Cuáles son las principales diferencias entre el uso de pantallas por parte de adultos y niños?
—Los adultos también usamos mal las pantallas; la diferencia es que los chicos son más vulnerables y no logran entender esto con facilidad. Muchas veces se habla de las nuevas “generaciones digitales”, y eso es un mito, porque al cerebro le lleva cuatro generaciones cambiar, o sea, cien años. Lo cierto es que el problema lo tenemos nosotros: cuando un niño se aburre de inmediato, le damos el celular para que “se calme” y lo alejamos del mundo y lo dejamos atrapado entre imágenes y algoritmos. En mi consultorio, veo a diario cómo ponen a los bebés frente al teléfono “para que no llore”.
Cuando les quitamos el celular, a veces se frustran tanto que incluso las cosas que antes los hacían felices, como jugar afuera o leer un libro, ya no los motivan y corren el riesgo de perder el interés en el mundo real. Pero ese mismo niño sin pantalla, al tiempo de aburrirse y frustrarse, se pregunta, reflexiona, aprende de la emoción y busca alternativas. Es así como desarrolla la paciencia, el pensamiento crítico y la imaginación. La pantalla, vía de escape rápida, impide todo proceso creativo, dando lugar a infancias irritables y sin motivaciones.
—Por último, ¿qué expectativas tiene para la barrileteada solidaria de este domingo?
—Estoy feliz porque sé que esta convocatoria, confirmada en múltiples puntos del país, puede ser un importante llamado a abrir los ojos ante este problema cada vez más grave. Por eso, a partir de las 15 horas, voy a remontar mi barrilete frente al Hospital Garraham, Pichincha 1890, de la Ciudad de Buenos Aires.