Durante 2023, en pleno desierto del Sahara, se recuperaron dos meteoritos extraordinarios, NWA 15915 y KG 022, cuya composición mineral sorprende por no parecerse a ningún otro fragmento espacial catalogado hasta ahora.
Un reciente análisis avanzado, publicado en la revista Icarus y liderado por Ben Rider‑Stokes, investigador de The Open University, reveló la presencia de minerales inusuales como piroxenos y olivino con bajo contenido de hierro, así como sulfuros raros como la oldhamita.
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Cómo son los meteoritos encontrados en la Tierra
Esta combinación única coincide con la esperada en materiales que podrían haberse originado en Mercurio, el planeta más cercano al Sol, aunque aún no hay confirmación concluyente sobre su procedencia exacta.
El posible origen mercurial de estas rocas lleva a los científicos a considerar un escenario fascinante: hace millones de años, un gran impacto podría haber fracturado la superficie de Mercurio, expulsando fragmentos al espacio. Estos restos habrían recorrido el sistema solar durante milenios hasta ser capturados por la gravedad terrestre, y eventualmente impactar en regiones como el Sahara, donde las condiciones áridas favorecieron su preservación.

Lo que hace a estos meteoritos particularmente valiosos no es solo su rareza, sino el acceso sin precedentes que ofrecen al estudio de Mercurio. Considerado un mundo esquivo por su proximidad al Sol, hasta ahora solo explorado parcialmente por sondas espaciales, contar con muestras físicas en la Tierra representa una oportunidad única para investigar su geología.
Además, su contenido mineral abre nuevas ventanas al conocimiento de los procesos de formación planetaria, sobre todo en contextos de alta temperatura característicos de las regiones internas del sistema solar.
Otros casos de meteoritos provenientes de otros planetas
A diferencia de la mayoría de los meteoritos, que se originan en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, algunos casos excepcionales, como los provenientes de la Luna o Marte, fueron confirmados gracias al análisis de isotopía, lo cual permite identificar la composición de una muestra, y gases atrapados.

Un ejemplo célebre es el meteorito ALH84001, hallado en la Antártida, cuyas burbujas de gas coinciden perfectamente con la atmósfera marciana, según datos recogidos por las misiones Viking y Curiosity.
Otro caso emblemático es el meteorito Murchison, caído en Australia en 1969, que contiene aminoácidos, alimentando teorías como la panspermia, que sugieren que los componentes básicos de la vida pudieron haber llegado desde el espacio.