Una remota isla de Estados Unidos se prepara para un cambio histórico: dejar atrás su pasado militar y convertirse en un innovador centro de lanzamientos espaciales. De la mano de la empresa estadounidense SpinLaunch y la Aleut Corporation, el proyecto busca enviar satélites a órbita baja sin utilizar cohetes, sino mediante una catapulta centrífuga capaz de impulsar cargas útiles a velocidades hipersónicas.
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Adak, la isla de Estados Unidos que podría enviar satélites al espacio
Adak es un archipiélago volcánico remoto situado en el extremo occidental de las Islas Aleutianas, en Alaska, conocido por ser la ciudad más occidental de Estados Unidos y por su pasado militar. Durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría albergó una importante base naval que fue clausurada en 1997, dejando como legado una extensa infraestructura que incluye un puerto de aguas profundas, un aeropuerto con vuelos comerciales regulares y múltiples instalaciones reutilizables.
Esta base, junto con más de 17000 hectáreas de terreno, quedó bajo la administración de la Aleut Corporation, que representa a la comunidad indígena Unangax̂ y busca revitalizar la economía local. El lugar cuenta además con un gran potencial para generar energía renovable a partir de fuentes eólicas, geotérmicas e hidroeléctricas, un factor clave para proyectos tecnológicos de gran escala.

Envíos al espacio: cómo funciona el sistema de catapulta
En octubre de 2024, la empresa californiana SpinLaunch firmó con la Aleut Corporation un contrato de arrendamiento por 100 años para instalar en la isla un innovador sistema de envío de cargas útiles al espacio. A diferencia de los cohetes tradicionales que dependen de combustibles químicos, SpinLaunch propone utilizar una catapulta centrífuga: una enorme cámara de vacío en la que un brazo rotatorio acelerará la carga hasta velocidades hipersónicas antes de liberarla hacia la atmósfera.
Este método, además de ser más económico, busca reducir de forma drástica la huella ambiental de los lanzamientos y permitir operaciones más frecuentes y flexibles. Adak fue elegida por su posición estratégica, que permite acceder fácilmente a órbitas polares y heliosíncronas, y por su baja densidad poblacional, lo que facilita la seguridad operativa.
El proyecto contempla aprovechar las instalaciones militares y portuarias ya existentes, así como integrar energías renovables para alimentar la infraestructura, reforzando el concepto de sustentabilidad. Antes de que comiencen las obras, se llevan a cabo estudios ambientales y regulatorios, con supervisión de la Administración Federal de Aviación (FAA) y apoyo político, incluido el del senador Dan Sullivan.

Cómo seguirá el proyecto en la remota isla de Estados Unidos
Si la construcción avanza según lo previsto, Adak podría unirse a otros polos espaciales de Alaska como el Pacific Spaceport Complex en Kodiak, que ya realiza lanzamientos orbitales, y el Poker Flat Research Range en Fairbanks, actualmente en proceso de obtener licencia para lanzamientos comerciales. La incorporación de un tercer punto de lanzamiento consolidaría a Alaska como una región clave para la industria espacial estadounidense.
Si la tecnología centrífuga demuestra ser viable para colocar satélites pequeños en órbita baja terrestre de forma segura y repetida, podría cambiar las reglas del juego frente a los cohetes convencionales, reduciendo costos, tiempos de preparación y dependencia de combustibles fósiles.
De concretarse, Adak pasaría de ser un enclave militar olvidado en el Pacífico norte a un punto neurálgico de la nueva era espacial, uniendo innovación, estrategia geográfica y desarrollo comunitario en un mismo proyecto.