El cometa 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar confirmado que atravesó nuestro Sistema Solar, acaba de ofrecer un hallazgo que tiene a los astrónomos repensando parte de lo que creían saber sobre los orígenes del agua en el cosmos.
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3I/ATLAS: los rastros de agua que desvelan a los científicos
Observaciones recientes del telescopio espacial Neil Gehrels Swift Observatory de la NASA revelaron la presencia de radicales hidroxilo, una huella química inequívoca de la sublimación del agua, en la coma del cometa, una nube de gas y polvo que lo rodea mientras viaja.
Detectar esta firma de agua en un objeto que proviene de fuera del Sistema Solar no solo es un acontecimiento excepcional, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre la formación de planetas y la distribución de los elementos necesarios para la vida en la galaxia.

El análisis de los datos muestra que 3I/ATLAS está perdiendo agua a una tasa aproximada de 40 kilos por segundo, una cantidad comparable a una manguera industrial abierta al máximo. Lo sorprendente es que esto ocurre cuando el cometa se encuentra a unas 2,9 unidades astronómicas del Sol, una distancia en la que normalmente el hielo de agua no se sublima con facilidad en los cometas originados en nuestro sistema.
Esa anomalía llevó a los científicos a concluir que la actividad de 3I/ATLAS no responde al modelo clásico de calentamiento solar directo. En cambio, proponen que fragmentos de hielo podrían haberse desprendido del núcleo y, al flotar en la coma, estarían liberando vapor de agua a medida que son calentados por la radiación solar.
Otra hipótesis sostiene que el núcleo del cometa posee una estructura muy distinta a la de los cometas que conocemos. Podría tener una corteza aislante o una proporción inusualmente alta de compuestos más volátiles, como el dióxido de carbono, que se subliman antes que el agua.
Las observaciones complementarias del telescopio espacial James Webb refuerzan esta posibilidad: su espectroscopía reveló una proporción de CO₂/H₂O significativamente mayor a la de los cometas del Sistema Solar. Eso sugiere que 3I/ATLAS se formó en un entorno químicamente distinto, quizás en la periferia de otro sistema estelar donde la “línea de hielo”, el punto a partir del cual los gases se congelan, está más alejada de la estrella central.
Las dudas y preocupaciones de la comunidad científica
Por un lado, esto amplía la comprensión de la química interestelar. La detección de agua en un cuerpo foráneo sugiere que los ingredientes esenciales para la vida podrían ser mucho más comunes de lo que se pensaba. Esto refuerza la idea de que el agua, y posiblemente otros compuestos orgánicos, no son exclusivos del Sistema Solar, sino que forman parte de un proceso universal en la formación de sistemas planetarios.

Por otro lado, este tipo de observaciones ayuda a ajustar los modelos sobre la composición de los cometas y planetesimales, los bloques de construcción de los planetas. En el caso de 3I/ATLAS, los cálculos indican que alrededor del 20% de su superficie podría ser activa, una cifra notablemente mayor a la de los cometas típicos, cuya actividad raramente supera el 5%.
Desde una perspectiva astrobiológica, el descubrimiento no implica que el cometa transporte vida, pero sí que porta uno de los elementos esenciales para que la vida pueda surgir. En palabras de uno de los investigadores del equipo de la NASA, detectar agua, o su eco químico, en un objeto interestelar equivale a “leer una nota enviada desde otro sistema planetario”.
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Esto abre la posibilidad de que los mecanismos que generan y conservan el agua sean comunes en distintas partes de la galaxia, y que el intercambio de materia entre sistemas estelares pueda haber sido un proceso natural desde los primeros días del universo.
Sin embargo, los científicos también llaman a la cautela. Las mediciones actuales provienen de observaciones indirectas y requieren confirmaciones adicionales. No se determinó aún con total certeza la cantidad exacta de agua presente, y algunas interpretaciones dependen de modelos que asumen condiciones específicas en la coma del cometa.
Además, dado que solo se identificaron tres objetos interestelares en la historia moderna, ‘Oumuamua, 2I/Borisov y ahora 3I/ATLAS, las comparaciones son todavía muy limitadas.



