El origen del cometa 3I/ATLAS fue finalmente confirmado por la comunidad científica, y cerró meses de especulaciones que lo relacionaban con teorías sobre tecnología extraterrestre.
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El origen del cometa 3I/ATLAS y su camino cerca de la Tierra
Descubierto el 1 de julio de 2025 por el telescopio del programa ATLAS en Chile, el objeto despertó de inmediato la atención de los astrónomos por su trayectoria inusual: no seguía una órbita elíptica alrededor del Sol, como los cuerpos del Sistema Solar, sino una trayectoria hiperbólica que indicaba que provenía del espacio interestelar.
Esa fue la primera pista de que se trataba de un visitante llegado desde otro sistema estelar, pero no bastaba para determinar si su origen era natural o artificial.
La confirmación llegó cuando un equipo conjunto del Observatorio Europeo Austral (ESO) y la NASA analizó los datos obtenidos por el radiotelescopio MeerKAT, ubicado en Sudáfrica. El hallazgo clave fue la detección de una señal de radio específica en las frecuencias 1665 MHz y 1667 MHz, asociadas a las líneas de absorción del radical hidroxilo (OH).

Este tipo de firma es característica de los cometas que se acercan al Sol y comienzan a sublimar sus hielos, liberando vapor de agua que luego se disocia en hidrógeno y oxígeno bajo la radiación solar.
En otras palabras, la señal no provenía de una fuente artificial, como algunos entusiastas habían sugerido, sino del proceso físico-químico natural que ocurre en los cometas cuando el hielo se convierte en gas. Los investigadores señalaron que esta emisión fue idéntica a la registrada en otros cuerpos conocidos del Sistema Solar, lo que permitió descartar de manera definitiva cualquier origen tecnológico.
A su vez, los análisis orbitales reforzaron la hipótesis natural. Con una excentricidad superior a 1, 3I/ATLAS no está ligado gravitacionalmente al Sol. Su velocidad y dirección mostraron que venía desde más allá de la nube de Oort, probablemente expulsado de su sistema de origen hace millones de años por la gravedad de un planeta gigante.
Los cálculos de trayectoria hacia atrás en el tiempo permitieron descartar cualquier escenario que lo ubicara como un objeto lanzado desde la Tierra o desde algún planeta del Sistema Solar. La única explicación viable era que se trataba de un cuerpo natural errante, uno de los miles que viajan entre las estrellas.

Otras señales del origen del cometa
En paralelo, las observaciones de polarimetría y espectroscopía revelaron características compatibles con una superficie cubierta por hielos, polvo y materia orgánica procesada por radiación cósmica. Estos datos, junto con la actividad cometaria y la composición química, sellaron la discusión: 3I/ATLAS se comporta como un cometa natural en todos los sentidos observables.
La NASA lo definió como un “cuerpo natural interestelar típico”, y la mayoría de los centros astronómicos coincidieron en que no hay necesidad de apelar a hipótesis artificiales para explicar su estructura o movimiento.
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La confirmación del origen natural de 3I/ATLAS es importante no solo porque despeja las dudas sobre su naturaleza, sino porque amplía nuestra comprensión del intercambio de materia entre los sistemas planetarios. Este es el tercer objeto interestelar confirmado que atraviesa el Sistema Solar, después de ʻOumuamua en 2017 y 2I/Borisov en 2019.
Sin embargo, a diferencia de ellos, 3I/ATLAS ofreció un nivel de observación sin precedentes gracias a los nuevos instrumentos ópticos e infrarrojos. Su alta proporción de dióxido de carbono, combinada con la detección de agua y polvo, sugiere que los sistemas estelares más fríos podrían formar cometas con composiciones muy distintas a las que conocemos, lo que abre nuevas preguntas sobre la diversidad química del universo.




