Investigadores militares y universitarios chinos publicaron decenas de trabajos en revistas públicas detallando estrategias destinadas a contrarrestar la constelación de satélites Starlink de Elon Musk, considerada por ellos como una amenaza directa a la seguridad estratégica de China.
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La estrategia china para contrarrestar los satélites Starlink
Una de las ideas más polémicas involucra el uso de láseres espaciales capaces de destruir o dañar estos satélites. Una propuesta es equipar submarinos furtivos con sistemas láser que, desde la superficie o proximidades marítimas, dispararían contra los satélites en órbita baja. También se habla del desarrollo de aeronaves o plataformas terrestres con armas láser capaces de apuntar y sobrecargar la electrónica expuesta de estos satélites.
Los lazos que Starlink mantiene con el gobierno y el aparato militar de EE. UU., incluyendo contratos para comunicaciones gubernamentales y para la defensa, son vistos por China como una extensión del poder estadounidense en dominios como el espacial, cyber y nuclear. Por ello, la necesidad de neutralizar esta tecnología se encuentra tanto en lo académico como en lo estratégico-militar.

En varios trabajos de 2023, académicos de la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa de China señalaron que la integración de Starlink en infraestructuras militares estadounidenses intensifica la percepción de amenaza por parte de otros países.
Además, investigadores del equipo estatal de respuesta a ciberincidentes expusieron vulnerabilidades en la cadena de suministro de Starlink, señalando que la supervisión de sus más de 140 proveedores de primer nivel es limitada, lo cual podría propiciar sabotajes industriales o ataques cibernéticos dirigidos antes de que los satélites sean ensamblados o lanzados.
El ataque hacia la empresa de Elon Musk
Otra propuesta interesante es el uso de satélites “atacantes” con propulsores iónicos diseñados específicamente para emparejarse con satélites Starlink, recolectar información sobre ellos y, en algunos casos, liberar materiales corrosivos que dañen las baterías o paneles solares de los satélites blancos.
En paralelo, algunos académicos chinos recomiendan una combinación de acciones no cinéticas: usar telescopios ópticos comerciales para rastrear los movimientos de la constelación Starlink; difundir regulaciones internacionales que limiten su uso militar; y difundir noticias falsas o deep fakes para confundir o desacreditar a Musk o SpaceX en foros internacionales.

Estas propuestas surgen en un contexto de competencia espacial global. Desde su primer lanzamiento en 2019, Starlink desplegó más de 8000 satélites, cerca de dos tercios de los activos activos en órbita baja, alcanzando cobertura en unos 140 países. Su uso fue determinante en el conflicto de Ucrania, donde la red facilitó comunicaciones críticas para drones y tropas desde 2022 en adelante.
Para los científicos chinos, la creciente influencia tecnológica y económica de Starlink representa un desafío inaceptable. En respuesta, el gobierno de Beijing está impulsando sus propios proyectos de megaconstelaciones como Guowang y Qianfan, que pretenden desplegar decenas de miles de satélites para asegurar autonomía estratégica y competir en mercados internacionales.