El satélite ATENEA acaba de marcar un hito para la Argentina en el escenario espacial internacional, al convertirse en la primera misión nacional que participará de manera directa en un vuelo tripulado alrededor de la Luna, en este caso de la NASA.
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ATENEA: cómo es el satélite argentino
Se trata de un CubeSat de clase 12U, de apenas 30 centímetros por 20 por 20, que condensa el trabajo conjunto de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) junto a la Universidad Nacional de La Plata, la Universidad Nacional de San Martín, la Facultad de Ingeniería de la UBA, el Instituto Argentino de Radioastronomía, la Comisión Nacional de Energía Atómica y la empresa VENG.
Su desarrollo se inscribe en el programa SARE, orientado a producir satélites pequeños de forma ágil y de bajo costo, pero con un alto nivel de sofisticación tecnológica.
La oportunidad de que ATENEA forme parte de Artemis II, la primera misión tripulada del programa Artemis que llevará astronautas a orbitar la Luna, coloca a la Argentina en la órbita de los grandes jugadores espaciales. El satélite viajará como una de las cargas secundarias del cohete SLS de la NASA, que despegará desde el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral entre febrero y abril de 2026.

Antes de que la nave Orión se acerque al satélite natural de la Tierra, ATENEA será liberado en el espacio, junto con otros CubeSats desarrollados por países como Alemania, Corea del Sur y Arabia Saudita, para cumplir su propio programa de investigación y validación tecnológica.
Las tareas del satélite argentino en la misión de NASA
Una de sus principales tareas será medir los niveles de radiación en distintas órbitas, tanto en bajas como en zonas más alejadas, con el fin de conocer mejor las condiciones a las que se ven expuestos satélites y astronautas en entornos donde la protección de la magnetosfera terrestre deja de ser eficaz.
También pondrá a prueba sensores avanzados conocidos como fotomultiplicadores de silicio, componentes optoelectrónicos capaces de detectar luz con gran sensibilidad, cuyo rendimiento en el espacio aún debe validarse.
Otro de sus aportes será la recolección de datos de GPS más allá del límite habitual de la constelación, en órbitas de transferencia geoestacionaria, lo que permitirá mejorar las capacidades de navegación en trayectorias complejas. A esto se suma la validación de enlaces de comunicación de largo alcance, una capacidad fundamental para las misiones de exploración interplanetaria.

Entre el 1 y el 12 de septiembre de 2025, ATENEA completó su integración final en el Laboratorio de Integración y Ensayos del Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Córdoba. Allí fue sometido a pruebas ambientales que incluyeron vibraciones, compatibilidad electromagnética y condiciones de termo vacío, de modo de garantizar que resista las exigencias del lanzamiento y el ambiente espacial.
Una vez superada esta etapa, en septiembre fue enviado a Estados Unidos para ser integrado al adaptador del cohete que lo pondrá en órbita. Se espera que ATENEA opere durante varios meses, enviando datos que no solo servirán a la comunidad internacional, sino que también permitirán a los equipos argentinos validar diseños, materiales y procedimientos bajo las exigencias del espacio profundo. Si cumple sus objetivos, marcará un antes y un después para la capacidad nacional de construir satélites orientados a misiones más ambiciosas.