El asteroide conocido como 2024 YR4, descubierto en diciembre de 2024, capturó la atención de astrónomos tras estimarse inicialmente una probabilidad de impacto con la Tierra cercana al 3 %, para el 22 de diciembre de 2032. Esa cifra lo convirtió en uno de los objetos más riesgosos registrados en la escala de peligro de impacto de Torino, alcanzando temporalmente el nivel 3.
Sin embargo, con observaciones posteriores, incluidos datos captados por el telescopio espacial James Webb, en 2025, se descartó por completo la amenaza terrestre. La probabilidad de choque con nuestro planeta cayó a menos del 0,3 %, y hoy se lo considera prácticamente imposible que llegue a colisionar con la Tierra en 2032 o años posteriores.
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El impacto del asteroide en la Luna
El panorama cambió al centrarse en un posible impacto con la Luna. Nuevas observaciones han incrementado la probabilidad de que 2024 YR4 golpee nuestro satélite natural el 22 de diciembre de 2032, elevándola entre 3,8 % y 4,3 %. Aunque siga siendo improbable (más del 95 % de chance de que no ocurra), resulta lo suficientemente significativo como para atraer la atención de agencias espaciales.
Se estima que el asteroide mide entre 53 y 67 metros de diámetro (aproximadamente el tamaño de un edificio de 15 pisos o de un avión Boeing 747), y viajará a una velocidad estimada de 13 a 14 km/s, unos 30 mil millas por hora.

De producirse el impacto, liberaría energía estimada en varios megatones (equivalente a cientos de veces la bomba de Hiroshima), generando un cráter lunar de entre 0,5 y 2 kilómetros de ancho.
Las consecuencias del impacto del asteroide
Un choque de esa magnitud expulsaría hasta cien millones de kilogramos de material lunar a velocidades capaces de superar la gravedad de la Luna. Se calcula que hasta un 10 % podría escapar hacia el espacio y algunos fragmentos podrían llegar a la Tierra en cuestión de días.
Aunque el golpe no representaría peligro directo para la superficie terrestre, sí implicaría un aumento inusual en micrometeoritos entrantes que podrían poner en riesgo satélites, estaciones espaciales y misiones en órbita o superficie lunar.
El evento sería visible desde la Tierra si el impacto tiene lugar en la cara lunar que está orientada hacia nosotros. Podría observarse como un destello brillante, posiblemente más luminoso que la luna llena, aunque por unos segundos. Para los astrónomos, sería una oportunidad única: será uno de los pocos impactos de asteroide en la Luna observado en tiempo real, brindando datos raros sobre cómo interactúan estos objetos con superficies sin atmósfera.

Mientras tanto, la probabilidad de impacto con la Tierra también fluctuó. Llegó a subir hasta un 3,1 % en febrero de 2025, pero luego bajó nuevamente a valores por debajo del 0,3 % tras seguimiento adicional. Esa dinámica es común: los cálculos se ajustan constantemente con nuevos datos y suelen terminar despejando el riesgo completamente, como ocurrió en el caso del asteroide Apophis en años anteriores.




