China está preparando una de las misiones científicas más ambiciosas del siglo XXI: la instalación de una estación submarina tripulada en el fondo del Mar de China Meridional, a 2.000 metros de profundidad. Se trata de un megaproyecto que combina ciencia, tecnología y estrategia geopolítica, y que podría cambiar la relación con el océano profundo.
La estación, cuyo funcionamiento completo se prevé para el año 2030, estará diseñada para albergar a seis científicos durante misiones de hasta un mes. Su objetivo principal será estudiar los llamados “manantiales fríos”, zonas del lecho marino donde afloran gases como el metano desde el subsuelo, creando ecosistemas únicos.
Estos manantiales son también ricos en hidrato de metano, una sustancia conocida como “hielo inflamable” por su capacidad de liberar energía cuando se calienta. Esta fuente energética es vista por China como una alternativa limpia y abundante al petróleo y al gas convencional.

Pero la misión no se limita a la explotación de recursos. La estación será un verdadero laboratorio submarino, desde donde se estudiará la biodiversidad de las profundidades, en busca de organismos extremos que puedan tener aplicaciones en medicina, biotecnología o farmacología. Las condiciones de alta presión y oscuridad total en esta zona la convierten en un entorno ideal para observar formas de vida adaptadas al límite de lo posible.
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Cómo vivirán los científicos a bordo de la estación submarina
La estructura de la estación es una novedad de la ingeniería: diseñada para soportar una presión 200 veces superior a la atmosférica, estará dotada de sistemas de soporte vital, reciclaje de aire y agua, y aislamiento térmico. No habrá luz natural, y los científicos dependerán completamente de la energía generada por paneles solares en superficie y cables conectados a la red eléctrica del continente.
La vida a bordo será rigurosa: rutinas científicas exigentes, aislamiento extremo, horarios estrictos y poco margen para el error. Sin embargo, la estación estará equipada con módulos de descanso, entretenimiento y comunicación directa con el exterior a través de fibra óptica. Gracias a esta conectividad, los investigadores podrán transmitir datos en tiempo real a centros científicos en tierra, realizar videollamadas y hasta participar en simulaciones interactivas con robots submarinos.

La base también tendrá un componente estratégico: formará parte de una red más amplia de vigilancia submarina, complementada con vehículos no tripulados, boyas inteligentes y satélites. Este sistema no solo servirá para la investigación científica, sino también para monitorear la actividad tectónica y prevenir desastres naturales como terremotos o tsunamis.