Aunque el Ártico y la Antártida comparten ciertas similitudes climáticas, sus ecosistemas son muy distintos y albergan especies animales únicas en cada región.
El Ártico es el hogar de los osos polares, los mayores carnívoros terrestres del mundo, y se ubican en el tope de la cadena alimenticia. Se encuentran en distintas áreas del círculo polar ártico, como Alaska, Canadá, Groenlandia, Noruega y Rusia. Su grueso pelaje, tan blanco que los ayuda a pasar desapercibidos en la nieve, les permite soportar temperaturas extremas de hasta -30 grados. Estos excelentes nadadores pasan la mayor parte de su vida en el hielo marino, donde cazan focas para obtener la energía necesaria y sobrevivir largos periodos sin alimento.

En contraste, la Antártida, aunque también es un entorno gélido y cuenta con focas como recurso alimenticio, no alberga osos polares debido a factores evolutivos y geográficos.
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Osos polares: la barrera natural que impidió su migración a la Antártida
La historia geológica de la Tierra explica por qué los osos polares nunca llegaron al hemisferio sur, donde solo hay una especie nativa: el oso de anteojos, también conocido como “andino”, que habita las montañas de los Andes de Sudamérica. Los osos polares o blancos evolucionaron en el hemisferio norte a partir de un ancestro común con el oso pardo, hace entre 500.000 y 5 millones de años.
Nunca existió una conexión terrestre o de hielo entre ambos polos que les permitiera migrar hacia el sur. La única vía terrestre cercana a la Antártida es la punta de América del Sur, pero llegar allí implicaría atravesar el Pasaje de Drake, una región con aguas turbulentas y tormentas violentas, que haría casi imposible la travesía de los osos polares.

¿Podrían sobrevivir los osos polares en la Antártida?
Además de la falta de conexión terrestre, la Antártida presenta condiciones que dificultan la presencia de mamíferos terrestres. Su clima extremo y su casi total cobertura de hielo hacen que la vida en el interior del continente sea prácticamente imposible para especies que dependen de la tierra para desplazarse y obtener alimento.
Es decir, a diferencia del Ártico, que tiene una tundra con vegetación y refugios naturales, la Antártida carece de estos recursos, indispensables para la existencia de grandes mamíferos terrestres.
No obstante, si los osos polares lograran llegar a la Antártida, podrían encontrar un entorno propicio para su supervivencia. El continente austral alberga una gran cantidad de focas y aves, además de pingüinos, que no han desarrollado defensas contra depredadores terrestres. De todas formas, la introducción de los osos polares en este ecosistema podría causar un colapso ecológico, pues su voracidad alteraría el equilibrio natural de las especies locales. Por esta razón, es fundamental, en este como en otros casos, evitar la introducción de especies foráneas.

Hielo y tundra, las marcadas diferencias polares
Las diferencias entre el Ártico y la Antártida van más allá de la fauna. Aunque ambas regiones son frías y áridas, la Antártida es un continente cubierto en un 98% por hielo, lo que limita la presencia de flora y fauna, mientras que el Ártico tiene una tundra con temperaturas relativamente más cálidas y vegetación suficiente para sustentar una mayor biodiversidad.
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La fauna del Ártico incluye especies como el buey almizclero, el reno y el narval, además del oso polar. En la Antártida, la vida silvestre se concentra en las costas, donde habitan pingüinos emperadores, focas leopardo y elefantes marinos del sur, adaptados a la dureza del entorno.

A pesar de las condiciones extremas en ambos polos, la vida ha logrado adaptarse de manera sorprendente. Mientras que la Antártida sigue siendo un terreno inhóspito para la mayoría de las especies terrestres, el Ártico permite una mayor diversidad gracias a su tundra y sus temperaturas relativamente más benignas.
Un ejemplo de ello es que a los 64 grados de latitud sur en la Antártida se encuentra la estación científica temporaria Melchior, ubicada en el archipiélago homónimo, en tanto que a similar latitud en el hemisferio norte se levanta la ciudad de Nuuk, capital de Groenlandia.
En definitiva, la evolución y la geografía han jugado un papel clave en la distribución de la fauna polar, asegurando que cada región tenga su propio y único ecosistema.