Un hallazgo reciente en la Antártida reveló un paisaje oculto bajo el hielo que sorprende a la comunidad científica: más de 330 cañones submarinos que hasta ahora no habían sido detectados. El descubrimiento fue realizado por investigadores de la Universidad de Barcelona junto con colegas del University College Cork en Irlanda, quienes recopilaron datos de más de 40 expediciones internacionales.
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Cómo fue el descubrimiento de cañones de submarinos en la Antártida
Con esa información elaboraron un mapa de altísima resolución, plasmado en la segunda versión de la Carta Batimétrica Internacional del Océano Austral. Gracias a esta tecnología, fue posible identificar con claridad un entramado de valles y canales sumergidos que multiplican por cinco lo que se conocía hasta ahora.
Algunos de estos cañones alcanzan profundidades de más de 4.000 metros, dimensiones comparables a las de los mayores cañones submarinos del planeta. Su morfología varía de manera marcada según la región. En la Antártida Oriental predominan sistemas ramificados, de perfiles en U y con múltiples ramificaciones que confluyen en un canal principal.

En la Antártida Occidental, en cambio, son más cortos, empinados y con perfiles en V, lo que revela un carácter geológico más joven y dinámico. Este contraste respalda la hipótesis de que el casquete de hielo oriental es más antiguo y estable, mientras que el occidental es más inestable y vulnerable a los cambios climáticos.
El impacto de los cañones en las profundidades del mar Austral
Más allá de su valor geológico, los cañones submarinos tienen un papel crucial en el funcionamiento del océano y el clima global. Funcionan como verdaderas autopistas marinas, transportando agua, sedimentos y nutrientes desde las zonas costeras hacia las profundidades oceánicas.
También canalizan tanto el descenso de aguas frías y densas (el agua de fondo antártica) como el ascenso de masas más cálidas, como la Circumpolar Deep Water, que al entrar en contacto con las plataformas de hielo puede acelerar su derretimiento desde abajo. Estas dinámicas son esenciales para entender cómo se distribuye el calor en el planeta y cómo puede evolucionar el nivel del mar en las próximas décadas.
El hallazgo también pone de relieve las limitaciones de los modelos climáticos actuales. Muchos de ellos no consideran de manera adecuada la influencia de estas estructuras submarinas en la circulación oceánica y en la estabilidad de las masas de hielo.
Al no incorporar estos procesos locales, las proyecciones sobre el ritmo del deshielo antártico y el aumento del nivel del mar podrían estar incompletas. Contar con un mapa más detallado, como el que acaban de elaborar los investigadores, permite mejorar la precisión de esas predicciones y avanzar en la elaboración de escenarios más realistas frente al cambio climático.

El avance tecnológico que hizo posible este descubrimiento es notable. Los investigadores aplicaron una metodología semiautomatizada que tuvo en cuenta hasta quince parámetros morfométricos para caracterizar los cañones, lo que dio como resultado un atlas más preciso que cualquier registro previo.
La nueva cartografía se convierte así en una herramienta clave para la ciencia, al tiempo que abre nuevas preguntas sobre la evolución geológica de la Antártida y su papel en el equilibrio climático del planeta.