Un nuevo informe científico encendió las alarmas en la comunidad internacional: ondas de radio inexplicables emergieron desde lo más profundo del hielo en la Antártida, desafiando todo lo que la física actual considera posible. Detectadas por el experimento Antarctic Impulsive Transient Antenna (ANITA), estas señales no solo tienen una trayectoria imposible, sino que tampoco corresponden a partículas conocidas.
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Cómo es la anomalía de la Antártida
Los científicos del experimento ANITA, la antena suspendida a unos 40 km sobre la Antártida, se enfrentan a un enigma sin resolver. Detectaron impulsos de radio emergiendo desde ángulos imposibles, cerca de 30° por debajo del horizonte, lo que implicaría que las señales cruzaron hasta 7.000 kilómetros de roca sólida antes de alcanzar los detectores.
Esta trayectoria prácticamente viola las leyes conocidas de la física de partículas, cualquier señal debería haber sido absorbida. ANITA, diseñado originalmente para identificar neutrinos ultraenergéticos (partículas subatómicas de alta energía), registró señales anómalas en vuelos de 2006, 2014 y más recientemente hasta 2018.

Lo sorprendente es que estas ondas no concuerdan con el comportamiento de neutrinos ni muestran reflejos superficiales. La investigadora Stephanie Wissel, de Penn State, explicó: “las ondas fueron detectadas con ángulos muy pronunciados… deberían haber atravesado miles de kilómetros de roca, algo que ninguna partícula conocida podría hacer”, y agregó que “probablemente no son neutrinos”.
Posibles teorías respecto a la anomalía antártica
Otras explicaciones fáciles, como interferencia artificial, ecos atmosféricos o errores instrumentales, fueron descartadas tras varias verificaciones. Además, el Observatorio Pierre Auger en Argentina no detectó eventos similares, lo que refuerza la singularidad del fenómeno.
Dada la imposibilidad de ajustarse al Modelo Estándar, algunos científicos sugieren dos posibles vías de explicación: una nueva forma de propagación de radio cerca de la interfase hielo-horizonte, o partículas desconocidas, como componentes de materia oscura o algún tipo de nueva física. Aunque aún no hay consenso, lo que queda claro es que estas señales representan un misterio real, confirmado al pasar todos los protocolos de calidad.

Para avanzar en este rompecabezas, se desarrolló el experimento Payload for Ultrahigh Energy Observations (PUEO), que se lanzará en diciembre de este año. PUEO tendrá una sensibilidad cinco veces mayor que ANITA, con antenas mejoradas y tecnología más avanzada, diseñada específicamente para confirmar o descartar estos eventos impredecibles. Su objetivo es determinar si estamos frente a una anomalía instrumental o, por el contrario, ante una señal que abre paso a una revolución en física.
Lo que hace tan raro este fenómeno es que, según nuestras leyes, ninguna onda, radio, partícula o radiación, sobreviviría un trayecto tan extenso y profundo sin quedar completamente amortiguada. Que además aparezca en un entorno remoto, con mínima interferencia electromagnética, fortalece la hipótesis de que se trata de algo genuino y no un artefacto local.
Lo que viene es crucial: si PUEO detecta más señales o incluso neutrinos ultraenergéticos predecibles, podríamos estar al borde de un descubrimiento trascendente. En cambio, si no aparece nada, el misterio perdería fuerza, aunque no se descartarían por completo efectos desconocidos en el hielo.