La Escuela Provincial Nº 38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín” funciona en la base Esperanza, en la Antártida argentina (ubicada al noreste de la península o Tierra de San Martín) y es responsable de la educación de los hijos de los científicos, técnicos y miembros de las Fuerzas Armadas que invernan en ella.
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Fundada el 17 de diciembre de 1953 por el entonces capitán Jorge Edgard Leal, la Base Esperanza marcó un hito para la presencia argentina en el Continente Blanco. Sin embargo, debieron transcurrir 25 años para que, concretando el sueño del pionero general Hernán Pujato, se estableciera un caserío integrado por familias. Por lo cual, el día 18 de febrero de 1978, con el nombre oficial de Fortín “Sargento Cabral”, se inauguró el “barrio antártico”, conformado por la primera población civil integrada por ocho familias con hijos.

Cómo funciona la primera escuela argentina en la Antártida
Este acontecimiento impulsó la creación, el 14 de mayo de ese mismo año, de la primera escuela antártica, “Manuel Belgrano”, dependiente del Instituto Social Militar “Dámaso Centeno” de Buenos Aires. Esta institución, con guardería infantil y cursos regulares de nivel primario y secundario, ofrecía los programas educativos oficiales de la capital argentina, impartidos por las propias madres, que se capacitaban antes de viajar. Al finalizar cada invernada, los niños regresaban a sus casas para rendir sus exámenes finales.
En 1997, con el nombre de Escuela N° 38 “Presidente Julio A. Roca”, pasó a depender de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y, desde entonces, está a cargo de un matrimonio de docentes, residentes fueguinos, seleccionados por el Ministerio de Educación Provincial.

En la actualidad, bajo la denominación “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín”, la escuela continúa con un programa educativo que abarca: la guardería, llamada “Pingüinitos”; el jardín de infantes, “Buque Santa Micaela” (en homenaje al barco carguero que trasladó a la Primera Expedición al sexto continente) y el nivel primario, con contenidos curriculares provinciales.
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Por su parte, los alumnos de nivel secundario continúan sus estudios a través del SEADE (Sistema Educativo a Distancia del Ejército Argentino). Todos tienen en común el hecho de que no solo adquieren conocimientos teóricos, sino que participan en investigaciones de campo, inmersos en el laboratorio natural que constituye el entorno antártico.

Antártida: los desafíos para un establecimiento educativo
Entre los múltiples desafíos logísticos y climáticos que debió afrontar esta institución a lo largo de su historia, se destaca el incendio sufrido el sábado 28 de julio de 2007, que arrasó completamente con las instalaciones.
A partir de una falla eléctrica en el sistema de calefacción, en poco más de una hora, el fuego consumió el edificio. Para entonces, la escuela era una de las construcciones más grandes de la base y contaba con dos aulas para la Educación General Básica (EGB); una para el Sistema de Educación a Distancia del Ejército (SEADE); otra para el jardín de infantes; un laboratorio de computación y un patio cerrado; además de documentación, libros y computadoras, entre otros elementos.

No obstante, a pesar de la magnitud del desastre, los 17 alumnos que cursaban ese año siguieron las clases en una casa adaptada hasta que, gracias al trabajo mancomunado de Nación y provincia, el edificio escolar pudo reabrir sus puertas en 2009.
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Sin dudas, más allá de su función educativa, la escuela de base Esperanza es un símbolo del espíritu pionero argentino y representa la apuesta de Argentina por la ciencia, la educación y la soberanía; un legado de perseverancia y determinación que se extiende a las futuras generaciones.