El objeto interestelar 3/I ATLAS genera cada vez más interés al tratarse de una novedad en la comunidad científica, incluso en organismos de carácter internacional como la NASA. Sus movimientos se están estudiando con cautela y entusiasmo, al ser una nueva posibilidad para recopilar más conocimientos del universo. Sin embargo, la poca información que se sabe trae muchas dudas respecto a su origen y su esencia, llevando a muchos a pensar que podría tratarse de una nave de otro mundo.
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3/I ATLAS: cómo fue su descubrimiento
El cometa 3/I ATLAS despertó una enorme curiosidad entre astrónomos y aficionados desde su detección en 2024. Su denominación “3I” ya lo distingue: la “I” hace referencia a “interestelar”, es decir, no pertenece a nuestro sistema solar. Es apenas el tercer objeto interestelar identificado de manera oficial, después de ‘Oumuamua en 2017 y el cometa 2I/Borisov en 2019.
Esto significa que 3I/ATLAS no orbita el Sol de manera permanente, sino que proviene del espacio interestelar cruzando fugazmente el cosmos cercano a la Tierra antes de desaparecer para siempre.

Fue descubierto por el sistema de rastreo ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) en Hawái, diseñado para detectar posibles amenazas espaciales. Lo que llamó la atención de los científicos fue su trayectoria hiperbólica, una curva que solo pueden describir los objetos que vienen fuera del sistema solar. Es decir, su velocidad es tan alta que ni la gravedad del Sol puede retenerlo.
De hecho, los cálculos iniciales mostraron que viaja a más de 110.000 kilómetros por hora respecto al Sol.
Dudas sobre el origen del objeto interestelar
Sin embargo, el motivo de intriga y cierta preocupación entre los astrónomos es la composición y su posible origen. A diferencia de ‘Oumuamua, que no mostraba cola y se comportó de forma muy extraña, incluso acelerando de manera inexplicable, 3/I ATLAS sí presentó actividad cometaria visible: una coma gaseosa y una tenue cola de polvo.
Esto sugiere que es un cometa tradicional, compuesto por hielo y materiales volátiles que se subliman al acercarse al Sol. Sin embargo, su firma espectral (el tipo de luz que refleja y emite) no coincide del todo con los cometas conocidos.
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Algunos de sus componentes químicos parecen inusuales, lo que llevó a los investigadores a pensar que proviene de otro sistema estelar con condiciones muy distintas a las nuestras.
En cuanto a su origen, hay varias teorías. Una de las más aceptadas sostiene que 3I/ATLAS fue expulsado hace millones de años de su sistema de origen por la interacción gravitacional con un planeta gigante, tal como ocurre a veces en los sistemas planetarios jóvenes. Esa eyección lo habría lanzado al espacio interestelar, donde viajó durante eones antes de cruzarse con la órbita del Sol.

Otra hipótesis más especulativa, pero popular en foros de astronomía, plantea que estos objetos podrían ser restos de sistemas estelares destruidos o incluso de zonas donde se formaron planetas tipo Tierra, lo que explicaría ciertas anomalías químicas observadas en su superficie.
Algunos investigadores sostienen que objetos como 3I/ATLAS podrían actuar como “semillas cósmicas”, transportando moléculas orgánicas entre sistemas estelares a través del espacio. Este concepto, llamado panspermia, sugiere que la vida podría propagarse de un mundo a otro mediante cometas o asteroides. No implica que haya organismos vivos en su interior, pero sí que podrían viajar en ellos los “ingredientes” de la vida: carbono, nitrógeno, aminoácidos o precursores del ADN.
Por eso, cuando los astrónomos hablan de que 3I/ATLAS “viene de otro planeta”, no se refieren a una nave alienígena, sino a una muestra de otro rincón del cosmos, una cápsula natural que puede ayudarnos a entender si los elementos esenciales para la vida son comunes en toda la galaxia.



