InicioActualidadMaras: La muerte marcada en la piel

Maras: La muerte marcada en la piel

Son los dueรฑos de la vida y la muerte. La mayorรญa de ellos no supera los treinta aรฑos y comparte un cรณdigo estricto de hermandad. DEF viviรณ desde adentro el fenรณmeno de las pandillas juveniles de Centroamรฉrica, las Maras. Informe de Juan Ignacio Cรกnepa / Fotos: Fernando Calzada. Especial desde El Salvador

Carlos tiene 20 aรฑos, su rostro estรก repleto de tatuajes y es dueรฑo de una gran habilidad para las manualidades. Pero estas no son sus รบnicas particularidades: estรก preso cumpliendo una condena por homicidio, โ€œorgulloso de pertenecer a la pandilla mรกs grande del mundo, la dieciochoโ€. Su caso se cuenta entre miles de igual envergadura y dramatismo.

Un equipo de DEF viajรณ a El Salvador para vivir en primera persona el fenรณmeno de las Maras, agrupaciones pandilleras centroamericanas que cobraron trasnacionalidad convirtiรฉndose en uno de los problemas de inseguridad y violencia mรกs importantes del subcontinente, y en una amenaza para el resto de la regiรณn. Actualmente, estas organizaciones dedicadas al robo, la extorsiรณn, el secuestro, la venta de droga y el sicariato reรบnen en este pequeรฑo paรญs alrededor de 13.000 personas de ambos sexos, en su gran mayorรญa menores de edad.

ยฟQuรฉ llevรณ a miles de jรณvenes a basar su vida en los delitos mรกs violentos y a bajar sus expectativas de vida a tan solo 30 aรฑos? ยฟSe trata de un fenรณmeno que se puede expandir hacia otras regiones? ยฟCรณmo se combate? Para contestar todas estas preguntas dialogamos con especialistas salvadoreรฑos del รกmbito estatal y de asociaciones civiles, pero fundamentalmente conocimos a los actores principales de esta historia: los โ€œmarerosโ€ y la sociedad salvadoreรฑa.

La tormenta perfecta

Para explicar el fenรณmeno hay que remontarse hasta finales de la dรฉcada del 70. En aquel momento, El Salvador se preparaba, tal vez sin imaginarlo, para la crisis mรกs grande de su historia: una guerra civil que durรณ doce aรฑos y que tuvo como saldo 75.000 personas muertas o desaparecidas, sin contar el medio millรณn de desplazados. โ€œLas maras son el producto de una sociedad totalmente desintegradaโ€, resumiรณ el doctor Ramรณn Rivas, director del Museo Universitario de Antropologรญa.

Ya antes de que estallara el conflicto armado en 1980, funcionaban en El Salvador algunas agrupaciones pandilleras como la Gallo, la Chancleta, el Mao-Mao y la Morazรกn. Algunas de estas se incorporaron en la guerra civil, uniรฉndose a la guerrilla pero manteniendo su estructura pandillera. Sin embargo, aquellas โ€œproto-marasโ€ no son totalmente equiparables con las actuales, que datan de mediados de los 80 y principios de los 90.

Ramรณn Rivas atribuye el actual problema de las pandillas a una desintegraciรณn familiar. El Salvador posee โ€œuna sociedad donde debido a muchos aรฑos de guerra, desastres naturales y otros conflictos no se le prestรณ atenciรณn al ser humanoโ€, explicรณ. Jรณvenes huรฉrfanos que se criaban prรกcticamente solos, hijos de padres que se habรญan ido a los EEUU y que tambiรฉn vivรญan en una especie de โ€œorfandad de factoโ€ y en una situaciรณn econรณmica crรญtica generaron el caldo de cultivo ideal para el desarrollo de las maras. Una especie de tormenta perfecta.

Importando el caos

Se podrรญa decir que el know how de las maras actuales proviene de los EEUU, mรกs precisamente de Los รngeles. Muchos de aquellos jรณvenes cuyos padres se encontraban en el exterior trabajando y enviando remesas, vivรญan diez o quince aรฑos con la idea del reencuentro y en numerosas oportunidades, cuando lo lograban, no encontraban lo que habรญan imaginado. Se producรญa, entonces, una nueva ruptura familiar que derivaba en una โ€œsituaciรณn de calleโ€ donde sรณlo quedaba la bรบsqueda de un lugar de pertenencia. Rivas lo describiรณ: โ€œcuando esto sucedรญa, se refugiaban en una sociedad que no conocรญan, con una lengua que no hablaban, lo que los llevaba a agruparse en pequeรฑas minorรญas y muchos, para poder sobrevivir, se volcaban a la delincuenciaโ€.

El cobijo buscado lo encontraban fรกcilmente en las pandillas de los barrios bajos de Los รngeles. Asรญ naciรณ la โ€œMara 18โ€ (por el nรบmero de la calle que la identificaba), originalmente compuesta por mexicanos, la primera minorรญa californiana. Imitรกndola, los salvadoreรฑos se agruparon en la Mara 13 o โ€œSalvatruchaโ€. Posteriormente, tal como relatรณ a DEF Oscar Bonilla, presidente del Consejo Nacional de Seguridad Pรบblica, โ€œel fenรณmeno fue evolucionando y se fue ampliando a otras nacionalidadesโ€. Cuando eran detenidos, el gobierno norteamericano los deportaba a sus paรญses de origen, donde, generalmente โ€“como en el caso de El Salvador-, encontraban las condiciones ideales para volver a organizarse en pandillas. En este paรญs en particular, una vez concluida la guerra civil, la realidad social no mejorรณ y muchas de las fuerzas desmovilizadas se volcaron al delito y a las pandillas. Durante los 90, el fenรณmeno mara aumentรณ considerablemente y se instalรณ constituyendo el principal problema de seguridad en Centroamรฉrica.

El semillero

Las maras operan mediante el control efectivo de zonas. Generalmente estรกn divididas en โ€œclicasโ€, agrupaciones menores que controlan colonias (barrios) de la ciudad o el campo. En su territorio, las pandillas pueden cobrar un canon por protecciรณn o para instalar un comercio, grande o pequeรฑo. Tambiรฉn suelen poner peajes informales a los camiones en las rutas.

Las pandillas mรกs grandes que hoy en dรญa operan en El Salvador son la Mara 18 y la Salvatrucha, enfrentadas a muerte. En general, el promedio de los salvadoreรฑos conoce un marero de forma casi directa por el sรณlo hecho de vivir. Es muy comรบn escuchar frases como โ€œmi primo fue jefe en la Salvatruchaโ€, tal como nos relatรณ Hรฉctor, un salvadoreรฑo de 25 aรฑos. Generalmente esas historias familiares terminan en un resignado โ€œ[โ€ฆ] pero ya estรกn todos muertosโ€, como si la vida no se tratara de otra cosa.

ยฟCรณmo se ingresa a una mara? โ€œDe diferentes formasโ€, explica Ramรณn Rivas. โ€œSi uno vive en un territorio controlado por pandillas, se estรก prรกcticamente obligado a formar parte de ellas, pero tambiรฉn puede ser reclutadoโ€. Existen una serie de rituales que se deben cumplir para entrar a la mara: si se trata de un varรณn, es sometido por varios miembros de la organizaciรณn a una golpiza durante trece o dieciocho segundos (dependiendo del nรบmero que identifique a la mara). Tambiรฉn se requiere demostrar las habilidades y la valentรญa, para lo que se les pide que maten a alguien, generalmente a un policรญa o a un pandillero rival. Las mujeres, por su parte, tienen la opciรณn de elegir ser violadas por diez mareros.

โ€œEl reclutamiento es constante debido a la gran cantidad de bajas que registran, producto del enfrentamiento con la Policรญa o, mรกs aรบn, entre ellosโ€, detallรณ a DEF Edward Gutiรฉrrez, editor de la secciรณn Judiciales del periรณdico La Prensa Grรกfica. Las muertes de mareros se engrosan notablemente. Segรบn estadรญsticas oficiales, la altรญsima tasa de mortandad que registra El Salvador (52 cada 100.000 habitantes) es la propia de un paรญs en guerra.

La edad para entrar a la organizaciรณn es muy precoz ya que ronda en el promedio de los 12 aรฑos. Incluso, segรบn comentรณ Rivas, hay casos en que han entrado a los 7 u 8 aรฑos. Asรญ como las maras se reparten territorios, tambiรฉn dividen su influencia sobre las escuelas secundarias de San Salvador. Joc, un salvadoreรฑo de 23 aรฑos que vivรณ en carne propia la influencia de las pandillas cuando estudiaba, confesรณ a DEF haber โ€œvaciladoโ€ (simpatizado) con una de las pandillas, ademรกs de contar con muchos compaรฑeros y amigos mezclados en las maras.

Ademรกs de todos los motivos socioculturales expuestos, hay una realidad prรกctica para incorporar menores: en caso de asesinar a alguien, sus penas son mucho mรกs breves que las de los adultos, de manera que a los 20 aรฑos ya estรกn libres nuevamente con un acumulado de experiencia aprendida en la cรกrcel, como si fuese una suerte de โ€œmรกster en criminalidadโ€.

Estigmas pandilleros

Las maras desarrollaron todo un cรณdigo de comunicaciรณn gestual por medio de las manos para identificarse. Tambiรฉn cuentan con una forma propia de hablar y con tatuajes que constituyen toda una simbologรญa tribal. Estos elementos dan forma y expresiรณn al sentimiento de hermandad que tienen los miembros entre sรญ. Dentro de la pandilla โ€œhay una solidaridad impresionante en la que defender a otro marero del mismo grupo es mucho mรกs importante que defender al propio hermano o a la propia madreโ€, graficรณ Rivas, quien ha estudiado profundamente el cรณdigo marero.

Una caracterรญstica muy llamativa -y elocuente-, es el uso de tatuajes. Estos โ€œdependen de las destrezas que uno tenga, de los actos que uno ha hechoโ€, explicรณ el antropรณlogo, y seรฑalรณ que tambiรฉn โ€œson expresiones de alegrรญas y de tristezasโ€. Los tatuajes tienen diferentes interpretaciones y marcan jerarquรญas: a mayor delincuencia, mayor cantidad de tatuajes y, al mismo tiempo, mayor escalafรณn. Algunos significan la cantidad de muertes que ellos han perpetrado y otros evocan a los compaรฑeros caรญdos. โ€œCada mara tiene tatuajes alusivos a su grupo de referencia (el 18 o el 13 en nรบmeros arรกbigos o romanos, o escritos en letra) y otras formas compartidas como tatuarse la cara de la madre o de la novia, o nombres de seres queridosโ€, describiรณ el antropรณlogo. Los tatuajes, ademรกs de ser una forma de identificaciรณn y pertenencia, son una hoja de vida de cada individuo.

Pero el mundo de la simbologรญa tambiรฉn es una realidad que evoluciona: en la actualidad, la costumbre de tatuarse estรก mermando debido a que en los aรฑos anteriores, el gobierno lanzรณ una polรญtica agresiva contra las pandillas en la que se encarcelรณ a muchos por el hecho de llevar este tipo de marcas. Asรญ se hace cada vez mรกs difรญcil identificarlos.

Voto de silencio

Las pandillas se mueven en una lรณgica verticalista muy marcada. El equipo de DEF pudo comprobar esto directamente cuando, tras tomar contacto con uno de los principales jefes activos de la Mara 18 en San Salvador y dialogar informalmente con รฉl durante una hora, debiรณ ir a pedir permiso para otorgarnos una nota. Finalmente sus superiores no autorizaron la entrevista, pero el hecho deja a las claras que nadie, ni siquiera los miembros con mรกs rango y antigรผedad, puede desentenderse de la estructura pandillera. Otra caracterรญstica es que al hablar con alguien que no pertenece a la pandilla siempre tiene que haber un marero testigo, presenciando la conversaciรณn y fiscalizando lo que se dice para evitar cualquier traiciรณn a la mara. Cualquier dicho fuera de lugar puede ser pagado con la propia vida.

Como se dijo, la pandilla estรก dividida en clicas. Estas estรกn manejadas por un โ€œcorredorโ€ encargado de coordinar su funcionamiento y de dar la orden para actuar a los homeboys y homegirls, o sea, los miembros activos de la organizaciรณn. Existen tambiรฉn miembros pasivos, aquellos que por su historial de acciones violentas y delictuales tienen la autorizaciรณn para vivir y trabajar fuera de la pandilla (lo que no significa que sigan siendo miembros). Ademรกs, en el escalรณn mรกs bajo se encuentran los aspirantes, jรณvenes que estรกn en proceso para entrar a la mara y que tienen una comunicaciรณn directa con la clica. Entre las primeras acciones delictuales que estos realizan se encuentra el asesinato de alguna persona.

Relaciรณn con el narcotrรกfico

Una de las principales actividades de las clicas es el menudeo de estupefacientes. Existe un gran debate sobre si estas organizaciones pandilleras pueden identificarse como narcotraficantes. Segรบn Hรฉctor Silva รvalos, gerente de Redacciรณn de La Prensa Grรกfica y experto en maras, โ€œno pueden identificarse con los cรกrteles, ni son los principales operadores del narcotrรกfico en El Salvador ni en Guatemalaโ€. Para el periodista โ€œlos miembros de maras siguen siendo delincuentes juveniles -algunos ya no tan jรณvenes- que poseen armas, que pertenecen a una organizaciรณn que tiene territorialidad y de la que se aprovechan los cรกrteles del narcotrรกfico para sus finesโ€. Ademรกs, explica que no son los subcontratistas de los grandes narcotraficantes. โ€œPor ejemplo, en el oriente del paรญs, en la zona fronteriza con Honduras hay una banda famosa conocida como โ€œLa Banda de los Perronesโ€ que son los operarios de varios cรกrteles cuya misiรณn es traer la droga de Costa Rica, moverla por Nicaragua, pasarla por El Salvador y llevarla hasta Guatemala. Y ellos no son marerosโ€, explicรณ. Justamente son este tipo de intermediarios los que hacen contactos con las pandillas para el menudeo local, el sicariato o para resolver cuestiones internas.

Segรบn Silva รvalos, la tesis de que las maras son los operadores de los cรกrteles viene de Estados Unidos, pero en el caso de El Salvador eso no es cierto. โ€œYo tengo entendido que en la zona fronteriza entre Estados Unidos y Mรฉxico ya hay algo mรกs sofisticado, incluso en la costa Este de EEUU hay organizaciones de las maras que hacen un trabajo mรกs elaborado de narcotrรกficoโ€, comentรณ.

Desde la oficina del Consejo Nacional de Seguridad Pรบblica, Oscar Bonilla advirtiรณ sobre otra realidad: como en numerosas oportunidades, los trabajos relacionados a la droga se les pagรณ en especias, se creรณ un mercado de consumidores. โ€œEsto ha llevado a que el crack, una sustancia altamente adictiva, se regale en los barrios mรกs pobres generando una dependencia tal que ahora los jรณvenes se ven obligados a delinquir para poder consumirla. Este hecho hace que terminen juntรกndose con pandillasโ€, explicรณ.

La reacciรณn del Estado

En los รบltimos siete aรฑos el Estado llevรณ a cabo una serie de programas de intensificaciรณn de la lucha contra las pandillas. Las medidas fueron tomadas por los รบltimos dos gobiernos de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), partido de derecha que perdiรณ las รบltimas elecciones contra el izquierdista Frente Martรญ de Liberaciรณn Nacional (FMLN), que gobernaba El Salvador desde el fin de la guerra civil. Las polรญticas gubernamentales en este tema se expresaron a travรฉs de la Ley Antimaras, el Plan Mano Dura y el Plan Sรบper Mano Dura.

Para Hรฉctor Silva รvalos, ninguno de ellos funcionรณ โ€œporque fueron mera estrategia electoralโ€. Incluso la Policรญa y el candidato de ARENA en las รบltimas elecciones, Rodrigo รvila (ex director de la Policรญa Nacional), terminaron criticando y culpando a aquellos planes de gran parte de la situaciรณn de inseguridad actual. โ€œSe llevรณ mucha gente a la cรกrcel sin un sistema penitenciario que funcionara correctamenteโ€, dijo el periodista y aclarรณ que sรณlo sirviรณ para ensanchar el poder criminal desde la cรกrcel a la delincuencia organizada en el exterior. Su conclusiรณn fue enfรกtica: โ€œAl final se tratรณ de un remedio casero mal administrado que pretendiรณ pasar por una gran soluciรณn y nunca lo fueโ€.

Oscar Bonilla tambiรฉn se mostrรณ preocupado por la realidad de las cรกrceles salvadoreรฑas. โ€œAl no tener capacidad ni idea de los problemas que รญbamos a enfrentar con la delincuencia en El Salvador y en Centroamรฉrica, las prisiones se llenaron y allรญ se juntaron pandilleros con miembros de bandas que, a su vez, tenรญan vรญnculos con grandes cรกrteles de drogas. De esa manera se entablaron relaciones entre crimen organizado y pandillasโ€, permitiendo a la salida de la prisiรณn una participaciรณn mรกs estrecha entre dichas realidades.

El problema carcelario es grave. El director del Consejo Nacional de Seguridad Pรบblica reconociรณ que ha habido muchos intentos de rehabilitar a delincuentes en las prisiones, pero que estas se ven desbordadas. โ€œHay una sobresaturaciรณn de reosโ€, dijo. Ademรกs, los guardiacรกrceles no estรกn preparados para atender a alguien que habla โ€œotro idiomaโ€ como es el caso de los pandilleros que poseen su propio argot, con sus propias formas y gestos. โ€œDe esta manera โ€“afirmรณ el funcionario- les resulta muy difรญcil a los carceleros saber quรฉ es lo que estรกn haciendo, quรฉ estรกn planeando desde las prisionesโ€.

DEF pudo comprobar la difรญcil situaciรณn penitenciaria cuando visitรณ la cรกrcel de Quezaltepeque, un penal ubicado a 30 kilรณmetros de San Salvador. Allรญ se encuentran cumpliendo condena pandilleros de la Mara 18, tanto hombres como mujeres. La particularidad de este establecimiento es que se encuentra emplazado en una zona controlada por la Mara Salvatrucha, de manera que si algรบn recluso escapara, encontrarรญa la muerte en manos de la pandilla contraria. Por la misma razรณn los presos se encuentran en una situaciรณn de aislamiento casi total, ya que si quisieran visitarlos sus parientes tendrรญan que atravesar la zona enemiga.

Los mareros, hombres y mujeres, son alojados en pabellones distintos a los de los presos comunes. En esas รกreas rige el cรณdigo mara, de la misma manera que en el exterior: hay superiores y subordinados y entre todos reina el sentimiento de hermandad. Pero, de la misma forma que afuera, si alguien delata o traiciona, lo paga con la vida. Aunque el centro penal de Quezaltepeque tiene una capacidad para albergar a 250 presidiarios, en estos momentos aloja en sus instalaciones a 740, lo que convierte el control efectivo de los internos en una panacea difรญcil de alcanzar.

La reinserciรณn

ยฟSe puede salir de la mara? Es muy difรญcil. La sola intenciรณn de salirse de un grupo tan cerrado y abroquelado es considerada como la mรกs terrible de las traiciones y pagada con la vida, propia o de los seres queridos. La pertenencia es de por vida. La รบnica vรญa de escape, seรฑala el antropรณlogo Rivas, es hacerse miembro de alguna iglesia, sobre todo protestante. โ€œLos protestantes son los que mรกs estรกn trabajando con esta gente. Si se sale, se tiene que andar todo el dรญa con la Biblia, porque para un marero, ya sea de la Mara Salvatrucha o de la Mara 18, es algo que no se puede tocarโ€, resaltรณ. Tambiรฉn dijo que se pueden encontrar ex mareros tratando de reinsertarse en la sociedad y que muchos tratan de borrarse los tatuajes para no ser identificados. Para ello el gobierno ofrece el tratamiento con unas mรกquinas especiales.

Asรญ y todo, la sociedad los recibe con desconfianza. En ese sentido, Rivas describiรณ a la sociedad salvadoreรฑa como โ€œindividualista, clasista y racista. Y esto es muy triste -prosiguiรณ- porque entre los que salen de la mara hay gente muy buena, que ha procurado borrar ese pasado y que estรก dispuesta a trabajarโ€.

El Estado ofrece un programa de rehabilitaciรณn en una granja-escuela de internaciรณn voluntaria que busca tambiรฉn la reinserciรณn en la vida productiva. Segรบn cifras oficiales, por este programa pasaron unas 100 personas de las cuales se lograron rehabilitar y reinsertar el 60%; prรกcticamente nada en comparaciรณn a la cifra total de pandilleros que circulan por el paรญs. Esto demuestra lo complicado que es desactivar este problema ya endรฉmico en Centroamรฉrica.

Una iniciativa bastante efectiva fue la que iniciรณ la prensa en general. Desde hace 3 aรฑos el periodismo decidiรณ -de manera tรกcita- no trascender mรกs la simbologรญa de las maras, ni darle protagonismo. Edward Gutiรฉrrez explicรณ que desde su secciรณn de Judiciales buscan โ€œno divulgar nombres de pandillas, ni sus conferencias de prensa, ni tampoco mostrar imรกgenes rojas, es decir, de personas muertasโ€. No se trata de una medida de autocensura, sino mรกs bien de sacarle protagonismo a la violencia. Segรบn comentรณ el periodista, la medida parece haber surtido cierto efecto, sobre todo en el nรบmero de aspirantes a ingresar a las pandillas.

Un fenรณmeno en expansiรณn

Con gran alarma se han encontrado casos de maras en Espaรฑa e Italia, ademรกs de en algunos paรญses de Amรฉrica Latina y en distintos Estados de EEUU. ยฟHay peligro de expansiรณn al Cono Sur? Hรฉctor Silva รvalos desestima esta posibilidad. โ€œLas maras y las pandillas salvadoreรฑas son hijas de su comunidad. Nacieron como una forma de organizaciรณn social juvenil en las circunstancias de marginalidad en las que se vivรญa en Los รngeles durante los 80โ€. De allรญ pasaron a El Salvador, deportados o no, fundamentalmente por los lazos familiares que tenรญan. La mara se mueve donde estรก la comunidad, no es una organizaciรณn que conscientemente decide moverse: โ€œse mantienen en un lugar que consideran su nido, su cรญrculo de protecciรณn y si tienen un problema con la ley o hay un marero de otra pandilla que lo quiere matar, entonces ahรญ reciรฉn migran hacia donde estรก su otro cรญrculo de protecciรณn que es la familiaโ€.

Las maras estรกn รญntimamente relacionadas a las ciudades en las que hay comunidades salvadoreรฑas grandes, por ello es difรญcil que lleguen a algunas partes como, por ejemplo, a Buenos Aires. Sin embargo, y a pesar de que son expresiรณn de una historia muy particular, sus mรฉtodos, su forma de agrupaciรณn e incluso la estรฉtica sรญ pueden exportarse. De manera que donde se pueda llegar a una fragmentaciรณn social como la que se dio en El Salvador y en Amรฉrica Central en general, se puede eventualmente llegar a enquistar un fenรณmeno parecido al de las maras. En un contexto de inseguridad como el de Amรฉrica Latina, donde las situaciones de marginalidad van en franco aumento, resulta fundamental estar atentos a este tipo de asociaciones. Siempre es mejor prevenir que curar.

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