InicioActualidadDefensa nacional: El debate imprescindible

Defensa nacional: El debate imprescindible

La tragedia del ARA San Juan sigue llamando a la reflexiรณn sobre el estado de nuestras Fuerzas Armadas. La opiniรณn de Gustavo Gorriz, director de DEF.

Elena Marรญa Krawczyk fue la primera oficial submarinista de nuestra Armada y tomรณ ese exigente desafรญo a sabiendas de que afrontaba una actividad de riesgo, un riesgo siempre latente en profesiones como la militar, que lidia habitualmente con situaciones complejas que involucran armas y materiales peligrosos. Esta teniente de navรญo es uno de los 44 mรกrtires que dieron visibilidad a la crisis permanente por la que atraviesan nuestras FF. AA. Seguramente esta dama, como todos, intuรญa que el riesgo natural de su profesiรณn se habรญa incrementado al lรญmite por las carencias logรญsticas y el desgaste propio de los equipos y materiales en uso. Se agregan a esto, ademรกs, las mรญnimas posibilidades de operar en condiciones lรณgicas y los cientos de problemas que aquejan a nuestras instituciones de manera estructural desde hace ya muchas dรฉcadas. La tragedia del ARA San Juan puso sobre la mesa pรบblica el archiconocido camino que transitan a diario quienes abrazaron la vocaciรณn militar: la constataciรณn de que lamentablemente todo pende de un delgado hilo. Los escasos presupuestos y la antigรผedad de los medios existentes hacen saber รญntimamente y a todos los efectivos de las FF. AA. que el lรญmite del sentido comรบn ha sido sobrepasado hace muchos aรฑos.

Para ser justos, es de caballeros admitir que esta dolorosa situaciรณn es poco atribuible a la gestiรณn actual de gobierno, ni al รกrea de Defensa y, menos aรบn, a la conducciรณn de las FF. AA. No hay duda alguna de que generales, almirantes y brigadieres en actividad llevan como pueden y con gran esfuerzo una situaciรณn que hubiera doblegado a cualquiera. Debemos evitar denominar โ€œcrisisโ€ a este estado de cosas, ya que por su propia definiciรณn crisis serรญa una situaciรณn extrema pero acotada en el tiempo. El descuido de las FF. AA., su bajo presupuesto y, en algunos casos, su falta de guรญa y direcciรณn profesional vienen de muchos aรฑos atrรกs. Revertir esta situaciรณn llevarรกย mucho tiempo de esmerada dedicaciรณn.

Este tema fue tratado por DEF en reiteradas oportunidades, para instalarlo en la agenda pรบblica y generar conciencia antes de que llegaran las anunciadas desgracias. Hoy, una vez mรกs, destinamos gran parte de nuestra publicaciรณn a esta problemรกtica, y ponemos a disposiciรณn de los lectores la opiniรณn de los analistas mรกs importantes de la Argentina para que nos ayuden a entender a fondo la situaciรณn que atravesamos y el modo de encarar el desafรญo del futuro.

La polรญtica lleva muchos aรฑos viendo el tema militar como un รกrea incordiosa, llena de potenciales problemas, que ademรกs generan casi siempre una hostil respuesta en la sociedad. En concreto, nunca da rรฉdito polรญtico ocuparse de los asuntos militares; la urgencia siempre es tapada por las necesidades del presente, y las de las FF. AA. quedan pendientes ante la primera emergencia. Siempre surgen y ganan los problemas complejos del hoy, sea la inflaciรณn, sea la seguridad ciudadana o sean los jubilados, sea el transporte o las tarifas o cualquier otro asunto de la agenda diaria, que terminan primando sobre las cuestiones a atender en el mediano o largo plazo. No hace falta ser un experto para entender que la defensa es una cuestiรณn vital para la Repรบblica: asรญ estรก enunciado en el Preรกmbulo de nuestra Constituciรณn y muy claramente especificado en la ley respectiva.

El grado de indefensiรณn al que hemos llegado es inรฉdito entre los paรญses importantes del mundo, y la Argentina lo es, ya que ocupa el octavo espacio territorial mรกs extenso del planeta con 2,8 millones de km2, a los que se suman casi 1 millรณn del sector antรกrtico y 3,8 millones de sus espacios marรญtimos. Nadie es ajeno en la asignaciรณn de responsabilidades a esta situaciรณn a la que hemos llegado. Con el advenimiento de la democracia hubo un importante esfuerzo por desarticular al poder militar, debilitar su incidencia en la cosa pรบblica, y para ello, se realizaron varias y eficientes medidas, como el desmantelamiento de la industria militar, la caรญda abrupta de los salarios, el ajuste y cierre de unidades y, lo mรกs importante, un desgaste social que afecta desde hace dรฉcadas el รกnimo y, en muchos casos, la permanencia de los cuadros dentro de las FF. AA. A diferencia de otros paรญses de la regiรณn, 35 aรฑos despuรฉs del regreso de la bienvenida democracia, esas prevenciones siguen presentes, y muchos dirigentes se han hecho eco de ellas durante dรฉcadas en su relaciรณn con este sector fundamental de la Repรบblica. Muchas veces, desde lo ideolรณgico y desde la conveniencia polรญtica, se mantuvo el discurso, la presiรณn y la desidia, y nada se hizo para lograr una acciรณn reparadora. Los militares se fueron acostumbrando, de alguna manera, a ser ciudadanos de segunda, imposibilitados de actuar, de opinar y de tener los mรญnimos recursos necesarios para cumplir sus misiones especรญficas. Este estado de las cosas se mantuvo durante aรฑos, lo que generรณ una constante tensiรณn interna, que si bien ha sido en parte superada, mantiene en alerta las estructuras militares, que esperan respuestas serias y definitivas para su problemรกtica.

Todo esto no es una novedad. No lo decimos nosotros desde esta columna, sino que es muy sabido y destacado por analistas internacionales, como Juan Manuel Ugarte, que en su artรญculo โ€œArgentina y su capacidad de defensaโ€ describe las opiniones de medios especializados de todo el mundo respecto de nuestras FF. AA.: โ€œEn su ediciรณn 2017, la Military Balance examina detenidamente la situaciรณn de la Argentina destacando la necesidad de โ€˜reemplazar una gran cantidad de plataformas viejas, inoperables y retiradasโ€™, seรฑalando โ€˜falta de inversiรณn en equipamiento y una erosiรณn general de las prรกcticas de mantenimientoโ€™โ€, y concluyendo que las FF.AA. โ€œson una sombra de aquellas que fueron derrotadas en una guerra limitada con el Reino Unido en 1982โ€. Por su parte, UK Defense Journal ha reiterado (26 de abril de 2017) que โ€œtras un significativo perรญodo de declinaciรณn, las FF. AA. argentinas han dejado de ser una fuerza militar capazโ€. Por su parte, el IDSA hindรบ ha seรฑalado: โ€œLa negligencia por espacio de dos dรฉcadas ha significado que las FF. AA. argentinas estรฉn enfrentando obsolescencia en bloqueโ€.


“Debemos evitar denominar “crisis” a este estado de cosas, ya que, por su propia definiciรณn, crisis serรญa una situaciรณn extrema pero acotada en el tiempo”


En concreto, es fรกcil hacer un diagnรณstico que deje en evidencia el estado de indefensiรณn real que atraviesa nuestro paรญs, con la necesidad urgente de polรญticas que permitan diseรฑar estrategias eficientes en un mundo en constante cambio. Salvo alguna honrosa excepciรณn, quienes guiaron los destinos de la defensa nacional llegaron a cumplir su funciรณn con un gran desconocimiento de sus responsabilidades y, en muchas ocasiones en el pasado, con una carga emotiva negativa hacia quienes serรญan sus subordinados. Los militares llevan una vida obedeciendo รณrdenes y claman por รณrdenes claras y concretas para poder cumplir su misiรณn; estas, por lo general, estรกn ausentes. Y estรกn ausentes no porque no estรฉn enunciadas en algรบn documento, decreto o imposiciรณn hacia cada una de las Fuerzas; estรกn ausentes porque los militares saben perfectamente que dar una misiรณn implica proveer los medios y las posibilidades para ejecutarla de manera correcta, que no es una declamaciรณn vacรญa o una intenciรณn, sino que son medios, ejecuciรณn y control de la actividad ordenada, aspectos estos que nunca se cumplen. Tal es asรญ, que creemos tener la certeza de que si uno reuniera a los cien generales, almirantes y brigadieres que conducen las FF. AA. con las mรกs altas responsabilidades y les pidiera a cada uno y en forma individual que manifestaran las cinco responsabilidades primarias que tienen las Fuerzas en su conjunto, probablemente no encontrarรญamos unidad de criterio en esas respuestas.

Debe quedar claro que la polรญtica de defensa no es un arbitrio de los militares; es una alta responsabilidad polรญtica, y los uniformados solo conforman una parte de ese ejercicio colectivo, de la que el Ministerio de Relaciones Exteriores y todo el gabinete participan. Esa misiรณn, finalmente, no es ocuparse de la guerra posible, sino primariamente generar las condiciones para garantizar la paz. Esa paz nunca es un acto de fe ni de voluntarismo, sino que, por el contrario, es la resultante de un profesionalismo extremo que disuada cualquier intento de vulnerarla.

De la erosiรณn generalizada de los medios disponibles y de la ausencia de sistemas logรญsticos acordes para un mantenimiento adecuado, no es necesario mรกs que una mรญnima mirada para compadecer a quienes deben administrar estos devastados recursos. Gran parte de los materiales, armas y vehรญculos del Ejรฉrcito y de la Fuerza Aรฉrea datan de la Segunda Guerra Mundial o fueron desarrollados en la dรฉcada del 50. Si logran mantenerlos es por la pericia y el esfuerzo denodado de grandes profesionales, pero su obsolescencia es conocida por todos. La Armada corriรณ mejor suerte, ya que luego del conflicto de Malvinas tuvo una importante renovaciรณn, pero lleva 30 aรฑos de bajรญsimos niveles de mantenimiento y de operabilidad ,y de un adiestramiento pobre y poco eficaz. Todos debiรฉramos sincerarnos y preguntarnos si contar con estos elementos obsoletos sirve realmente para proteger nuestra Naciรณn. Podrรญamos tambiรฉn interrogarnos si ante la enfermedad de un hijo, estarรญamos dispuestos a utilizar los elementos de cirugรญa y la farmacologรญa de hace 80 aรฑos. Esa sola comparaciรณn nos darรญa una respuesta.

Como si esto fuera poco, el factor humano es el mรกs delicado y complejo de recuperar. Los militares no han logrado la inserciรณn profesional mรญnima para los estรกndares de los paรญses de la regiรณn. Las FF. AA. han hecho ingentes esfuerzos para incorporarse al rol que les corresponde en la democracia, pero mantienen el estigma de vastos sectores sociales, producto de la devastadora dรฉcada del 70, que aรบn hoy, 35 aรฑos despuรฉs, es una cuenta pendiente a debatir antes de cualquier acciรณn a desarrollar. La pรฉrdida paulatina y constante de los cuadros de las FF. AA., muchos de ellos desmoralizados por la ausencia de medios para capacitarse y por la mรญnima consideraciรณn social, a lo que se suman los salarios mรกs bajos de toda la administraciรณn, ha llevado al sector a un estado de decadencia pocas veces visto. Podemos considerar, como ejemplo, que no hay en toda Amรฉrica un lugar que acepte siquiera la idea del โ€œdoble empleoโ€, casi comรบn en los cuadros de las FF.AA. en la Argentina, lo que permite ver hasta donde llegรณ la gravedad de la situaciรณn planteada. Podrรญa agregarse a este diagnรณstico pesimista que carecemos de reservas, imprescindibles ante cualquier conflicto, y que aรบn se deben crear las condiciones bรกsicas para poder ensamblar a las FF. AA. en un accionar conjunto eficaz, tema del que se habla hace mรกs de 30 aรฑos, pero que requiere algo mรกs que energรญa y voluntarismo para ser llevado a la prรกctica.

Mientras transitamos estas dรฉcadas con la situaciรณn planteada, muchos sesudos intelectuales y destacados progresistas plantean, desde la ingenuidad o desde el discurso falaz, el interrogante sobre la necesidad de tener o no FF. AA. a travรฉs de disquisiciones que revuelven el pasado y dejan en manos de la magia y de la suerte el futuro que como paรญs legaremos a las generaciones por venir. Al respecto, es comรบn citar a Costa Rica y algรบn otro paรญs que suprimiรณ sus FF. AA. para divagar sobre un tema tan delicado para un paรญs como la Argentina que,ย  por su tamaรฑo y riqueza, no puede concebir un desarrollo serio sin un estadio de seguridad apropiado que lo asegure. Cabrรญa entonces preguntarse por quรฉ la gran mayorรญa de los paรญses en el mundo poseen FF. AA. Podrรญamos preguntarnos, mรกs precisamente, por quรฉ Canadรก tiene unas FF. AA. eficientes y equipadas, siendo aliada y compartiendo frontera con EE. UU. Todo indicarรญa que bien podrรญa descansar en el paรญs con mayor presupuesto en defensa del mundo, ya que cualquier conflicto que afectase a Canadรก involucrarรญa a las espaldas americanas. Seguramente aplica aquรญ aquello de que tus amigos te ayudan y acompaรฑan pero โ€œsolo hasta la puerta del cementerioโ€ y, llegado el caso, โ€œno se entierran contigoโ€. Seguir discutiendo estas obviedades de Perogrullo da pena, pero lamentablemente no estรกn ausentes del inconsciente colectivo nacional.

ยฟQuรฉ hacer? ยฟCรณmo resolver una crisis que ya no es tal, sino que se ha convertido en un โ€œestado de las cosasโ€ que atraviesa muchas dรฉcadas? ยฟCรณmo recomponer un sector que resulta imprescindible en el mediano y largo plazo, pero que requiere indefectiblemente actuar bien hoy si queremos asegurarnos que seguirรก siendo un instrumento vรกlido en el futuro? Nadie en su sano juicio podrรญa pensar que es imposible que dentro de 15 o 20 aรฑos la Argentina estรฉ involucrada en un conflicto. Es la gran deuda del ahora, mientras nos consumen las vicisitudes de la intensa vida diaria de nuestro paรญs. Vivimos en un mundo que crece demogrรกficamente y que requiere mรกs agua, mรกs alimentos, mรกs energรญa y mรกs espacio no ocupado. Pareciera que nuestro territorio es, de hecho, un apetecible destino a las necesidades internacionales. Recordar que en algรบn momento del pasado existieron dirigentes que hablaron de โ€œausencia de hipรณtesis de conflictoโ€ invita a pensar en un autismo suicida que puede involucrar el destino de nuestras futuras generaciones.

La responsabilidad del Estado es evidente e ineludible. Los argentinos hemos recorrido el camino exactamente inverso a los muchos logros que supimos tener en el pasado. Hace poco mรกs de un siglo, disputรกbamos la hegemonรญa de toda Amรฉrica; hoy el presupuesto de defensa de la Argentina es de 2900 millones de dรณlares y eso representa el 0,45 % del presupuesto de EE. UU. (639.100 millones de dรณlares). Hace 50 aรฑos mirรกbamos con desdรฉn los sistemas de Brasil que hoy apuntan a ser una potencia mundial, y cuyo sistema de defensa progresa dรญa a dรญa en un afรกn hegemรณnico que excede al propio continente.

En las decisiones por venir no debe haber medias tintas y, ante la eminente serie de medidas a adoptar luego de la crisis del ARA San Juan, hay expectativas y esperanzas de retomar un camino imprescindible para la Naciรณn. Los militares esperan subordinadamente que lleguen las respuestas que estuvieron ausentes durante dรฉcadas. Parafraseando de alguna manera el viejo dicho:ย  โ€œLa defensa es demasiado importante para dejarla en manos de los uniformadosโ€, es entonces la hora de la polรญtica, de una respuesta seria y responsable. Vaya un fuerte reconocimiento a las FF. AA. y a sus mandos, que trabajan como pueden, silenciosamente, en un constante temporal de carencias endรฉmicas. Vayan tambiรฉn unas sentidas plegarias para los marinos perdidos en altamar y un profundo deseo de que ojalรก sean los รบltimos mรกrtires de esta desgraciada situaciรณn. Que ojalรก la Repรบblica recupere el control real de sus cielos, mar y tierra, antes de que sea definitivamente tarde.

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