Julieta Desmarás, se anotó casi de casualidad en un concurso de cuentos de Malvinas y su obra fue la ganadora. Con imaginación y admiración por nuestros héroes y sus familiares, la escritora creó “El jilguero”.
Malvinas, su guerra y la vida de nuestros héroes fue contada de muchas maneras y en todos los formatos. En este contexto la Universidad de Defensa Nacional organizó el concurso literario “Cartas de Malvinas”, y Julieta Desmarás logró cautivar a todos con el relato ficcional entre un soldado y su hijo preadolescente.
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Una compañera de trabajo le contó sobre el certamen a Julieta casi de casualidad: “Tengo una columna de cultura en una radio, en la que hago entrevistas que tienen que ver siempre con la literatura, con el teatro. Y entonces me dijo: ‘¿Te enteraste del concurso que está haciendo el Ministerio de Defensa con la Cámara de Diputados? Mirá que cierra mañana‘”, contó a DEF.

Contar Malvinas a través de la relación padre e hijo
Si bien Desmarás escribió dos poemarios -“El río y su cajón” y “La voz mayor”- era la primera vez que tenía que seguir una consigna a la hora de escribir con una temática, extensión y formato puntual: “Eran cartas apócrifas sobre Malvinas”.
Pese a esto, la libertad para crear era ilimitada y el desafío era hacer algo diferente. “Se escribió tanto sobre Malvinas en base a las batallas, a las guerras, los propios veteranos, testigos vivaces de ese momento. Entonces, ¿cómo hago para escribir y contar otro Malvinas?”, se preguntó.

Luego de analizar el contexto en el que se dio la guerra, Julieta señaló que la inmediatez, que hoy tenemos con las redes sociales, no existía en 1982: “En ese momento, estaba el concepto de la espera ¿Qué hace el hijo, cuyo padre viajó? ¿Qué hace la esposa? ¿Qué sucede con la espera? De ahí surgió la idea: un intercambio entre padre e hijo en cartas de Malvinas”, detalló. Y de estas dudas, surgieron nueve cartas: “Un ida y vuelta, entre Pedro, un niño que imaginé entrando en la preadolescencia, y su padre que se fue a Malvinas”.
Fue así que surgió “El jilguero”, el libro que resume las cartas que un padre soldado y su hijo intercambian en medio del conflicto armado con Reino Unido. Pero la poeta no se basó en hechos reales, sino que realizó un trabajo interno para conectar con la mente de ese pequeño y pensar como él, para recrear las emociones y situaciones que atravesaron durante la guerra.
“Creo que ahí vino el deseo de no abocarme tanto a lo que ya habíamos recibido del conflicto, la documentación precisa y real de lo bélico, sino que me enfoqué en los familiares. Me pareció mucho más interesante y creativo”, destacó.

Desmarás trabaja en una editorial que aborda el tema Malvinas, pero desde el lado de la investigación, y su cuento estuvo muy lejos de eso. “Traté de pensar una Malvinas ‘diferente‘. Fue propiamente creatividad y el deseo de escribir un relato que no tuviera la demanda de si estoy diciendo bien tal lugar, si pasó realmente así. Tal vez hay algún nombre que se menciona que resuena para mí, pero es todo ficción. Ninguno de los personajes existió verdaderamente”, remarcó.
“Es mi humilde gesto hacia la gente que fue a Malvinas, sin tocar lo bélico y lo que realmente sucedió históricamente. Me interesaba mucho más pensar en los que estábamos acá, como una Malvinas imaginaria”, explicó a DEF.
La libertad, como inspiración para recordar a los héroes de Malvinas
E hizo énfasis en “El jilguero” es su aporte para continuar difundiendo el relato de las islas y su conflicto, pero con un enfoque diferente. “Se toman rasgos distintivos de una época y, si bien tiene que ver puramente con un concepto surgido de la imaginación en una relación entre padre e hijo, abarca mucho más”, sostuvo.
“Cuando elegí el título fue porque el padre lo nombra en una de sus cartas a Pedro, y dice que el jilguero para los pueblos originarios de Tierra del Fuego tiene que ver con el sinónimo de la libertad”, explicó y agregó: “Pensé lo que para mí significa la libertad, qué me enseñó mi padre siendo militar y qué significaba para él la Patria. Más allá de nuestros acuerdos y desacuerdos, él sí me enseñó algo que es muy valioso que es que la libertad es tener la valentía de hacer tu propio camino”.

Y sobre el niño que protagoniza su historia revela que en un momento “pone en duda si quiere seguir siendo jugador de fútbol o ser bailarín y el padre le dice: ‘Hacé lo que quieras‘”. Él elige seguir jugando, pero la autora destaca la importancia de que lo hizo “en libertad de ser quien sos”.
“Me enfoqué en estos valores, en donde no estuviera la demanda de lo viril que está tan marcada y tan errónea. Porque ser viril envuelve muchas cosas, no solamente ser duro y lo mejor en el deporte, también ser bueno con tus seres queridos, tratar bien a quienes te rodean, no discriminar, tener la libertad de usar el color que desees, de ser lo que seas y sin ningún mandato social impuesto”.
La poesía y el juego de construir con las palabras
Al mismo tiempo, contó que le gustaría escribir sobre Malvinas en formato de poesía: “Es mi hábitat en el mundo, es mucho más minucioso, como laborioso Se juega mucho más, siempre me interesa mucho más la parte de la imaginación. Nunca escribí en forma de poema de Malvinas, sí poéticamente”.
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Y enfatizó: “La poesía es eso, no es una novela, no es una narrativa, tiene que haber una construcción que se pueda comprender y desde lo lúdico pueden aparecer grandes hallazgos literarios. Silvia Plath o Pizarnik cuando hablan de la jaula, el pájaro, y juegan con las palabras, y permitirse jugar, sin duda, es el mejor camino para mí es la poesía”.