Ivรกn Duqueย deberรก gobernar en un contexto muy diferente al de su mentor polรญtico, รlvaro Uribe Vรฉlez. Colombia esย un paรญs que cambia a pasos agigantados, en un contexto de mรบltiples interrogantes.ย Por Pablo Uncos (Especial para DEF)
La victoria del candidato uribista en las elecciones presidenciales abre un panorama de novedades e incertidumbres para un paรญs de tradiciรณn conservadora. El contrasentido tiene su lรณgica: la mayorรญa de los colombianos querรญa un cambio y por ello eligieron a un joven economista de 41 aรฑos que representa una alianza entre el Partido de Centro Democrรกtico (uribismo), el Partido Conservador y el Movimiento Independiente de Renovaciรณn Absoluta (MIRA), una organizaciรณn confesional con amplios seguidores entre las clases populares. Pero tambiรฉn querรญan un cambio los sectores de izquierda y los muchรญsimos jรณvenes movilizados por el proceso de paz que optaron por Gustavo Petro, un exguerrillero de 58 aรฑos, quien, como un Moisรฉs, prometรญa โpartir en dos las aguas de la historiaโ.
En un clima de alta polarizaciรณn, la ciudadanรญa consagrรณ como presidente al candidato Ivรกn Duque con el 53,98 % (11.373.000 votos), quien presidirรก los destinos de Colombia hasta el 2022. En segundo lugar quedรณ el izquierdista Gustavo Petro con el 41,81 % (8.034.000 sufragios), pero con dos importantes capitales para su futuro polรญtico: un caudal de votos inรฉdito para la izquierda colombiana,y una banca automรกtica en el Senado, segรบn lo dispone la รบltima reforma polรญtica, para quien quede segundo en el ballotage.
Asรญ, entre cambios conservadores y progresismos fundacionales, Colombia eligiรณ al hombre que guiarรก sus destinos hasta 2022.
Una Colombia que cambia
El retorno del uribismo al gobierno colombiano se da en un contexto muy diferente al que le tocรณ al expresidente รlvaro Uribe Vรฉlez durante sus dos perรญodos entre 2002 y 2010. En primer lugar, porque los niveles de violencia se redujeron notablemente desde que Juan Manuel Santos anunciรณ en 2010 el proceso de diรกlogos con las FARC-EP. De hecho, solamente para el 2016 โaรฑo en que se firmaron los acuerdos con la guerrillaโ el proceso de paz le habรญa ahorrado al paรญs 1500 muertos, segรบn las estimaciones del Centro de Recursos para el Anรกlisis de los Conflictos (CERAC).
Por otro lado, el posconflicto puso en primer plano una agenda silenciada durante la guerra. Asรญ, temas como la lucha contra la corrupciรณn, los efectos de la megaminerรญa, la evasiรณn fiscal, y el debate abierto entre distintos modelos de desarrollo, fueron recurrentes en el discurso de los principales candidatos, tanto de izquierdas como de derechas.
Colombia cambia a pasos agigantados y el arribo de Gustavo Petro al ballotage constituye, en sรญ mismo, un hito histรณrico: se trata de la primera vez que un exguerrillero llega a tal instancia con posibilidades reales de ganar. Tras la caรญda del Frente Nacional โcogobierno liberal-conservador que garantizaba la alternancia pacรญfica, pero cerrado a terceras fuerzasโ solo accedieron a tales instancias representantes de la รฉlite polรญtica tradicional. El fenรณmeno petrista trajo consigo otra novedad: para muchos colombianos se tratรณ de la primera vez que pudieron elegir entre dos modelos polรญtico-econรณmicos identificados claramente con los extremos del arco polรญtico.
Como resultado de ello, la campaรฑa se desarrollรณ en un clima de fuerte polarizaciรณn, tanto en los medios de comunicaciรณn entre candidatos como en las redes sociales entre sus respectivos partidarios y militantes. Quizรก ese clima de efervescencia tambiรฉn explique el alto รญndice de participaciรณn en un paรญs donde el voto no es obligatorio y donde los รญndices de abstencionismo son histรณricamente altos. El mecanismo de voto optativo implica que el sufragante debe tomar dos decisiones, la primera es concurrir a las urnas, la segunda, elegir entre los distintos candidatos en juego. Y la del domingo 17 de junio tuvo un nivel de participaciรณn del 53,04 %, similar a la de la primera vuelta que se celebrรณ en abril, y a su vez, la mรกs alta en dos dรฉcadas para una segunda vuelta.
Otra novedad es la llegada de una mujer a la vicepresidencia de la naciรณn. La lรญder conservadora, Marta Lucรญa Ramรญrez, compaรฑera de fรณrmula de Duque, serรก la primera mujer que ocupe ese cargo en la historia colombiana. Al igual que en todo el subcontinente, las luchas y conquistas feministas se imponen con fuerza, y lentamente empieza a trascender la tradicional dicotomรญa entre izquierdas y derechas. Acorde con los tiempos, el presidente electo se comprometiรณ a conformar un gabinete con 50 % de mujeresโ.
Por otro lado, no es un dato menor que la elecciรณn se llevarรก a cabo sin acciones armadas por parte de las FARC-EP o del ELN. En el primer caso, el exgrupo guerrillero dejรณ las armas y se constituyรณ en partido polรญtico legal, rebautizado como Fuerzas Alternativas Revolucionaras del Comรบn. Mientras que, por su parte, los frentes guerrilleros que conforman el ELN, se encuentran negociando la paz en la mesa de diรกlogos de Cuba, y no realizaron ninguna clase de acciรณn (como paros armados) que atentaran contra el normal desarrollo de los comicios.
Pรกrrafo aparte merece la performance realizada por la izquierda. El crecimiento exponencial del petrismo se nutre de una juventud descontenta que empieza a involucrarse en la vida pรบblica. Sin embargo, las redes sociales, que cada vez tienen mรกs incidencia en la arena polรญtica, siguen desconectadas de las urnas: pese a que el petrismo fue tendencia durante varios dรญas en Facebook y Twitter todavรญa resta traducir esa cyber-militancia en participaciรณn electoral efectiva.
La Colombia Humana es un proyecto que tiene mucho por ganar si logra consolidar las alianzas del ballotage y construir una alternativa de poder sobre la base de programas, acuerdos y consensos. De hecho si se comparan los resultados de la primera vuelta con los del ballotage, se observa un crecimiento del 65 % para Gustavo Petro, frente al 37 % de Ivรกn Duque. De ese modo, y pese a la derrota en las urnas, la izquierda colombiana consolidรณ su mayor logro en todas sus participaciones electorales a lo largo de la historia. Y asรญ lo entendiรณ Gustavo Petro quien, luego de reconocer la victoria de su rival, desafiรณ: โNo nos hemos preparado para ser oposiciรณn, sino para ser gobiernoโ.
Un futuro lleno de incertidumbres
Pero ademรกs de las grandes novedades, el futuro inmediato del paรญs plantea un panorama de interrogantes. La segunda vuelta entre Duque y Petro marcรณ la victoria de la polarizaciรณn. Todas las opciones moderadas, al menos en su discurso oficial, fueron derrotadas en las urnas. De hecho, la polarizaciรณn obligรณ al resto del arco polรญtico a posicionarse a uno u otro lado de la grieta. Asรญ fue como el exalcalde de Bogotรก, Antanas Mockus, y la senadora Claudia Lรณpez de la Alianza Verde (centro izquierda) se unieron a Petro, mientras que el excandidato del Partido Cambio Radical, Germรกn Vargas Lleras (centro derecha), se encolumnรณ detrรกs de Ivรกn Duque. Por su parte, quienes hicieron campaรฑa por el voto en blanco, como el excandidato Sergio Fajardo, en esta segunda vuelta, apenas llegaron al 4,2 %. Acostumbrados a la abstenciรณn, la mayorรญa de los colombianos esta vez prefiriรณ asistir a los comicios y elegir entre los candidatos en danza.
En materia econรณmica, el panorama es igual de incierto. El nuevo presidente prometiรณ impulsar una reforma tributaria para reducir la carga impositiva de las empresas privadas. El cรณctel se completarรก con reducciones en el gasto pรบblico y una โlucha contra la evasiรณn fiscalโ. El plan no es una novedad para la doctrina neoliberal, pero deberรก adquirir proporciones alquรญmicas si desea cumplir ademรกs con las prometidas mejoras en educaciรณn (Duque prometiรณ educaciรณn universitaria gratuita para los estratos mรกs bajos) y salud, dos sectores con amplรญsimos grados de privatizaciรณn. De hecho, el sistema de educaciรณn superior colombiano es, despuรฉs del de Chile, uno de los mรกs privatizados de Amรฉrica Latina. Un debate que no podrรก postergarse, ya que dos candidatos, Sergio Fajardo y Gustavo Petro, lograron un gran crecimiento de sus fuerzas poniendo el acento en sendos proyectos de โeducaciรณn de calidadโ el primero, y โeducaciรณn pรบblica y gratuitaโ el segundo.
Sin embargo, la continuidad del proceso de paz con las FARC y el ELN es hoy la madre de todas las incertidumbres. Durante la larga campaรฑa presidencial que involucrรณ un ballotage distanciado en dos meses de la primera vuelta, en el entorno del candidato Duque se hablรณ de โhacer trizasโ los acuerdos de paz con las FARC. Por su parte, el candidato no adoptaba una postura definida, mientras que en una entrevista prometรญa no destruir el proceso de paz, en otra exponรญa punto por punto las modificaciones de fondo que propiciarรญa. Reformas que, traducidas a la polรญtica real, no los destruye pero los hiere de muerte. Como es el caso de la Jurisdicciรณn Especial Para la paz (JEP), un mecanismo de justicia transicional que plantea juzgar en un mismo foro penal tanto a guerrilleros como a militares, y dispone mecanismos compensatorios como contar toda la verdad, reparar a las vรญctimas y comprometerse a no reincidir a cambio de sanciones โrestaurativasโ diferentes de las prisiรณn efectiva.
En su discurso, Duque definiรณ sus anhelos de paz, como โel deseo de permitir a la base guerrillera su desmovilizaciรณn efectivaโ. โEsa paz que aรฑoramos reclama correccionesโ, postulรณ. Su partido busca sacar a los militares de la รณrbita de la Justicia Especial para la Paz (JEP), imponer penas de cรกrcel comรบn para los exjefes guerrilleros responsables de violaciones a los derechos humanos. Tal reclamo de justica retributiva, choca frontalmente con el espรญritu de la justicia transicional cuyos objetivos principales no son el castigo a los victimarios, sino asegurar la finalizaciรณn del conflicto armado y que no se repita.
No le serรก fรกcil al nuevo presidente sortear las presiones de adentro de su partido, modificar los acuerdos en torno de la Jurisdicciรณn Especial para la Paz ni las presiones de la comunidad internacional que apostรณ por el proceso de paz, y que a travรฉs de la Misiรณn de Verificaciรณn de las Naciones Unidas, reclama โceleridadโ en la puesta en marcha de la JEP.
La Colombia de hoy es una sociedad en ebulliciรณn que, con marchas y contramarchas, atraviesa por un proceso de profundos cambios polรญticos y culturales. Y donde el dilema Duque vs. Petro es solo el reflejo partido en dos colombias que, pese a ser notablemente opuestas, no dejan de ser las dos caras una misma moneda.