En una visita al partido de Carlos Casares, en el centro-oeste de la provincia de Buenos Aires, DEF tuvo la oportunidad de entrevistar al intendente sobre el desafío de gobernar un municipio pequeño pero de gran aporte productivo. Además, se refirió a la crisis educativa y a la idea de partir la provincia para mejorar la coparticipación.
Son un poco más de 300 kilómetros los que separan a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires del partido bonaerense de Carlos Casares, el que podría describirse con las características de las típicas ciudades intermedias del interior profundo de la provincia, signadas por una fortísima capacidad productiva agropecuaria. Pero hay ciertas particularidades que distinguen a Casares del común de estos municipios. Fue uno de los primeros puertos secos de la región: su gran capacidad de acopio de cereales, prestación de servicios logísticos y de comercialización son los diferenciales que movilizan su economía. Por otra parte, su servicio de salud es completamente municipal, con un hospital modelo al que acude gente de otros partidos de la zona.
Desde hace décadas, el indicador de cantidad de habitantes está clavado en alrededor de 24.000 habitantes, 19.000 de los cuales viven en el casco urbano. La gran inundación de 1973 obligó a muchos a emigrar, y el cierre de ramales de tren en la década del 90 fue drenando las localidades del interior casarense. En pueblos donde vivían 3000 personas, hoy solo hay 200.
“Es ingrato que mis vecinos tengan que tributar tanto a cambio de nada”.
Un equipo de DEF viajó hasta esta ciudad del centro-oeste bonaerense y fue recibido por Walter Torchio, su intendente. Nacido y criado en Casares, Torchio también tiene particularidades que lo distinguen de otros intendentes. Si bien entró en política hace más de una década –en 2005 para ser precisos–, desarrolló primero toda una carrera en el ámbito privado como abogado y escribano, y no dudó en volver a su actividad particular en 2008 cuando, disgustado por la famosa resolución 125 que afectaba al campo, rompió con su espacio político. “Me retiré de la política”, dice el ahora intendente.
-¿Cómo fue que volvió, entonces?
-A fines del 2010, un grupo de amigos me viene a ver. La política es bastante adictiva, y una vez que uno ingresa es difícil despegarse del todo. Entonces me entusiasman y termino siendo electo intendente en 2011 por el espacio peronista. En 2015, tuve la satisfacción de ser el primer intendente que gana en todas las mesas de Carlos Casares. Nunca sucedió que un intendente gane en el 100 % de las mesas como pasó en mi caso. La verdad es que eso fue un halago importante del vecino hacia mí, y un buen estímulo. Creo que uno no puede criticar sin participar. Desde algún lugar, vos tenés que participar para ser crítico, porque, si no, es como el hincha de fútbol que critica el equipo, pero nunca entró a un campo de juego, nunca tocó la pelota, entonces la visión es medio simplista.
-¿Encontró diferencias entre su anterior función como concejal y la actual desde el Ejecutivo?
-El Ejecutivo sí te permite transformar realidades. Es decir, por ejemplo, generar un barrio nuevo, construir cloacas, hacer una plaza nueva, apoyar al deporte. Vos direccionás las políticas públicas que querés llevar adelante. Desde otro ámbito, no tenés esa posibilidad. La verdad es que ser intendente es muy atractivo, aunque tiene un montón de situaciones complejas, sobre todo, si sos intendente de una comunidad chica, porque estás muy expuesto. La gente sabe a qué hora entrás a tu casa, a dónde vas a comer, por dónde vas a caminar, si andás en bicicleta, etc. El menor hecho toma mucho realce, a diferencia del conurbano o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde las ciudades son muy grandes. De hecho, no tengo chofer, ando en mi auto particular, no tengo gente de seguridad. Es diferente.
-¿Qué necesidades planteaba Carlos Casares?
-Cuando yo ingresé al Municipio, no había agua caliente en el 60% del hospital. Había baños donde no se podía entrar con una silla de ruedas. No teníamos un tomógrafo propio. Casares tenía su parque industrial desarrollado al 50 %, y hoy estamos camino a un 100 %. Lo mismo con relación a la ciudad, estaba muy carente de servicios en los barrios: cloacas, agua, iluminación. Estamos en un proceso de transformación donde pensamos llegar a 2019 con el 100 % de agua y cloaca para cada uno de los barrios ya existentes.
LA MIRADA DESDE EL CAMPO
-¿Cómo es su relación con el gobierno provincial en el marco de la crisis económica?
-Creo que el gobierno actual tuvo dos instancias. Una primera, que fueron los dos primeros años de gobierno, en la que generó mucha expectativa y en la que aun quienes éramos opositores estábamos dispuestos a acompañar. De hecho, la provincia de Buenos Aires se endeudaba, pero parte de ese endeudamiento venía destinado a los municipios para un fondo de infraestructura municipal o un fondo de seguridad. Eso es muy interesante. Yo soy defensor de la autonomía de los municipios, que deben tener mayor cantidad de responsabilidades porque somos los que mejor entendemos las realidades de los que los habitan. Pero en esta segunda etapa, después de las elecciones de medio término, tanto el gobierno provincial como el nacional modificaron un poco el rumbo, o no lo encontraron. Este año, la provincia se volvió a endeudar, sin embargo, les retiró los recursos a los municipios, es decir que no estuvo ni el fondo de seguridad ni el fondo de infraestructura municipal. Por otro lado, y con relación al gobierno nacional, me parece que todas las medidas que ha venido tomando sistemáticamente han atentado contra el asalariado, las pymes, los comercios y la mediana industria, principalmente. La gran industria, según donde esté el sector, puede estar un poco más o menos defendida. Incluso, afectó al campo. Sectores como el de la leche están diezmados, con cierre de tambos. Por otro lado, el gran elemento que marcaba la diferencia con el kirchnerismo, que era la quita de retenciones, el gobierno volvió a imponer algunas y creó otras que están afectando al sector.

-¿Nota malestar en el campo?
-En líneas generales, diría que está cuidando un poco la relación con el gobierno, porque jugó mucho con el gobierno, entonces, hoy le cuesta un poco no defenderlo. Pero creo que cada vez se le hace más difícil defender estas cuestiones. En cuanto al área urbana, el malestar tiene que ver con el impacto tarifario, que es muy fuerte. Un hecho chiquito que afecta mucho en el interior, sobre todo en un país tan grande como el nuestro, es el precio del combustible, que ha aumentado alrededor del 60 %.
EJES DE GOBIERNO
-En materia de seguridad, ¿cómo se vive en el interior de la provincia?
-Uno está muy imbuido de lo que pasa en el conurbano, porque miramos los noticieros que transmiten todas las noticias de Buenos Aires o de las grandes ciudades, pero obviamente que tenemos situaciones complejas. Nosotros casi no tenemos lo que se llama “robos”; lo que sí tenemos es hurtos. Pero no estamos exentos de una realidad que sucede en todos lados. Obviamente que hay una problemática en relación al consumo de estupefacientes, que era algo que parecía que nunca iba a llegar. Hoy nos preocupa la situación económica, porque en la medida que no se recomponga, es posible que la situación de la seguridad se vuelva más compleja.
-¿El consumo de estupefacientes está instalado en Carlos Casares?
-Sí. Yo creo que está instalado en todo el país, en todo el mundo. Primero, fue una cuestión muy chiquita, insignificante, pero hoy el volumen es importante. Es un tema en el que hay que estar alerta.
-El municipio tiene un rol activo en temas de educación. ¿Cuál es el enfoque al respecto?
-La provincia ha ido delegando parte de sus responsabilidades en los municipios. En un principio, el Fondo Educativo era de libre disponibilidad de los intendentes, pero ahora, por cuestiones propias de la provincia, lo están volcando mucho más a la infraestructura. Antes, el municipio tenía la potestad de poder llevar adelante políticas que tenían que ver con la educación, por ejemplo, capacitaciones en proyectos de ciencia, tecnología, robótica o 3D.
-¿Por qué en esos temas?
-Porque creemos que hay un cambio estructural en relación a la nueva generación de empleos. Tenemos que pensar que en Casares no tiene sentido que, por ejemplo, se sumen cinco abogados por año, porque no crece demográficamente y sería un recurso “mal gastado”. Hay que repensar el tema terciario y universitario, hay que empezar desde muy chicos, desde jardín de infantes, escuela primaria y, sobre todo en la secundaria, a alimentar las nuevas tecnologías, el análisis de datos, el manejo de la robótica. Esas cuestiones son las que uno tiene que impulsar.
“Definitivamente, hay que dividir la provincia
de Buenos Aires”.
Estamos entregando a las escuelas secundarias impresoras 3D, de manera que todas puedan empezar a tener conocimiento en la materia. Ya sabemos que los nuevos tractores van a ser autónomos, ya sabemos que vas a poder hacer una aplicación con mucha tecnología desde el celular o desde la computadora. Entonces, hay que empezar a trabajar sobre esas cuestiones, y aquellas personas que vayan a trabajar en el campo, van a tener que estar capacitadas en ese sentido. Ya no se va a tratar solamente de andar a caballo, por decirlo de alguna manera. Vas a tener que tener otros conocimientos para poder tener trabajo. Nos quedamos muy relegados y, en este sentido, es donde empezamos a notar las diferencias entre las escuelas públicas y las privadas, entre las escuelas de las ciudades importantes y las del interior.
-¿En qué se nota ese desfasaje?
-En mi caso, en el de mi esposa y cuñados, fuimos educados en escuelas públicas, tanto en la primaria como en la secundaria, incluso ellos han ido a universidades del estado. Hoy notás que, cuando un chico del interior de Carlos Casares da el paso del secundario a la universidad, le cuesta no solo el desarraigo, sino que le lleva un año alcanzar el nivel de exigencia de la universidad. Ahí, tenemos un problema serio para los próximos años. Primero, porque al papá le cuesta muchísimo sostener al chico en Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba, donde están las universidades más importantes. Segundo, porque seguimos pensando en las carreras tradicionales. Somos contadores, médicos, abogados, algún arquitecto, pero las ingenierías y las nuevas carreras no las tenemos muy identificadas.
EL MONSTRUO DEL CONURBANO
-¿Qué representación política tienen los intendentes del interior de la provincia?
-Poca. Creo que la provincia de Buenos Aires requiere un replanteo rápido.
-¿En qué sentido?
-La provincia tiene dos realidades, una entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la ruta 6, que es un semicírculo que rodea a la Ciudad. Después, tenés lo que es el interior profundo. Nosotros tenemos un montón de municipios alrededor que tienen 10.000 habitantes. Entonces, es muy difícil sentarse a charlar con la gente del conurbano, donde no bajan de 300.000 habitantes, y hay municipios de un millón. Las problemáticas son otras. Nosotros tenemos caminos de tierra, ellos tienen casi todo asfaltado. Para ellos, la seguridad es un tema más complejo. Nosotros tenemos un seguimiento mucho más cercano de los establecimientos educativos. A ellos les resulta casi imposible conocer todos los establecimientos educativos en una ciudad, como Lomas de Zamora o La Matanza. Hay una relación diferente, y es necesario que tengamos una realidad distinta y que podamos discutir las cosas que tenemos en común.

-Entonces, ¿cómo se puede replantear la provincia ante este escenario?
-Definitivamente, hay que dividirla. Eso permite, además, replantear la coparticipación. Lo que no sé es si las otras provincias estarían de acuerdo en que se genere una nueva provincia. Es una discusión que hay que pensarla a nivel nacional. Dentro de la realidad que vivimos, en la discusión por el Fondo del Conurbano, yo me encuentro con que tuve un recorte en mi fondo educativo, porque tiene que ver con la cantidad de alumnos que tiene cada municipio. A mí me parece que eso debería guiarse por una cuestión de resultados básicamente. Pero necesariamente esa discusión se tiene que dar en algún punto. El año que viene, Carlos Casares va a darle al gobierno nacional, solamente en retenciones agropecuarias y alguna industrial, entre 1000 y 1200 millones de pesos. Dejemos de lado el IVA, el impuesto al cheque, los bienes personales y todos los otros impuestos. A su vez, el presupuesto previsto para Carlos Casares para el año que viene será, por todo concepto, alrededor de 500 millones de pesos. Es decir, yo le estoy dando dos presupuestos, casi tres, a cambio de cero obras públicas. La realidad es que a mí me conviene la autonomía. A mí me conviene manejar los 1200 millones de pesos, y tengo la salud que quiero, la educación que quiero, la seguridad que quiero, el agua que quiero, la electricidad que quiero, y no cederle todo a la nación a cambio de nada, porque la nación no tiene ninguna obra pensada para Carlos Casares, y la provincia todavía no lo sé. Es ingrato que mis vecinos tengan que tributar tanto a cambio de nada. En este año en curso, la quita del fondo de infraestructura municipal, cuando la provincia igualmente se inundó, me restaron 50 millones de pesos; y por la readecuación del fondo educativo, me restaron 8 millones de pesos; por la quita del fondo sojero, no vamos a recibir nada.
-¿Qué opina del Fondo Sojero?
-El Fondo sojero tiene que ser para los que producen soja, y está bien que vaya a infraestructura. Tenemos que mejorar las rutas, tenemos que mejorar las comunicaciones, un montón de cosas, pero la plata tiene que volver a quienes la producen. En un año en ejecución, con obras en ejecución, el gobierno nacional decide recortarlo. Firmé un convenio el año pasado, en septiembre, con el gobierno nacional por catorce cuadras de pavimento, 14 millones pesos, y al día de hoy, pasó un año, y no recibí nada. Estoy haciendo con plata mía algunas cuadras. Lo que digo es que Casares recibió 70 millones de pesos menos. Resulta difícil gobernar en un esquema como este, donde uno no visualiza la famosa luz al final del túnel.
-¿Tiene intenciones de volver a presentarse en las próximas elecciones a intendente? ¿Qué lo motiva?
-Si, siempre uno tiene cosas pendientes. La verdad es que siempre me gustaría algo más. Ahora estamos licitando una nueva ala de pediatría para el hospital, y así sucesivamente siempre tengo ideas y cosas que quiero hacer. De hecho, por ejemplo, llevo siete años de gestión y recién ahora estoy remodelando la plaza principal, el corazón de la ciudad. Siempre te queda algo en el camino, tengo dos proyectos que tienen que ver con espacio público, que no sé si los voy a poder terminar el año que viene, porque va a depender de los fondos que vaya a tener disponibles o no, pero me gustaría que Carlos Casares tenga estos espacios de recreación para los vecinos. Me encantaría estar un periodo más, que además es lo que me permite la ley.
-¿Y a un cargo legislativo provincial?
-La verdad es que no sé si es mi tiempo. Lo que más me gusta son los ejecutivos. Estoy convencido de eso. Si bien en las cámaras se puede generar una ley importante, después hay que ver si el Ejecutivo las lleva a la práctica. Entonces, me sigue gustando la ejecución. Te diría que me gustaría más ser ministro, si me dan plata, que ser diputado.