Desde muy chico, Alejandro Fainstein, actual vicedirector del área Ciencias, se empapó del espíritu y la mística del Instituto. Por ello dice sentirse “obligado y gratificado” de transmitir conocimientos.

-¿Cómo fue que llegó al Instituto Balseiro?

-Mi caso particular es especial, porque tengo contacto con el Instituto desde niño: mi padre es egresado de la tercera camada del Instituto. Viví mi niñez en el campus del Instituto Balseiro. Entonces, viví el entusiasmo de mi padre y de los estudiantes por este lugar. Mamé y recibí esta tradición. Me inscribí en Ingeniería Electrónica en la Universidad Nacional de Rosario y, finalmente, decidí que quería venir al Balseiro. Lo que debo decir es que cumplió con creces mis expectativas. Estudié acá, me recibí, después hice el doctorado también aquí, e hice cuatro años de formación posdoctoral en el extranjero, dos en Francia y dos en Alemania. Después de eso regresé como científico, líder de uno de los grupos de investigación, al Centro Atómico Bariloche y al Instituto Balseiro.

-¿Qué es el Balseiro para usted?

-Diría que es, por un lado, un lugar excelente para estudiar y trabajar, para desarrollar motivaciones. Es un lugar en el cual uno puede, con mucha gratificación, contribuir al desarrollo de la humanidad y del país, generando conocimiento y trabajo. Es un lugar que funciona con una increíble eficiencia, que hace que todos, desde la persona administrativa al jardinero, seamos parte de algo. El rol de todos es ayudar, eso hace que yo sienta que vengo a trabajar y no a perder el tiempo con burocracias. Es un lugar con el que me siento comprometido afectivamente, no solo por lo que viví en la niñez, sino por lo que he recibido de este lugar. Me siento obligado y gratificado de devolverlo y transmitir a gente que como yo vino acá a desarrollar sus motivaciones.