Científicamente hablando, la física del cambio climático no debe ser relacionada con “sensación alguna”. La sensación térmica no es una variable meteorológica. Es simple y llanamente una sensación, que distintas personas perciben de manera diferente. Escribe Osvaldo Canziani (Especial para DEFonline)

Resulta increíble que, el miércoles 26 de Diciembre, una prestigiosa radioemisora de la CABA haya transmitido la frase “luego de una sensación térmica de más de 50º C, llegó la tormenta”. Aunque no se mencionó, la frase parece sugerir que existe una relación entre ambos hechos.

Los eventos geofísicos dependen exclusivamente de variables físicas. La sensación de vulnerabilidad ante la temperie depende de quien recibe el estímulo térmico y de su estado físico y mental. Como lo muestra la biometeorología y ha sido determinado en experimentos en cámaras termodinámicas, cada individuo percibe el efecto térmico de manera distinta,

Consecuentemente,  aunque no cabe duda alguna que el aumento del calor y la humedad del aire ambiente nos aproxima a las sensaciones que se observan en  zonas tropicales ¿cuál es la razón de generalizar una determinación empírica que no es universalmente aplicable?

La única explicación podría ser la intención aviesa, que no podemos interpretar como realizada en coordinación con las empresas que producen energía para hacer funcionar a los sistema de aire acondicionado. Si así fuera, tal acción daría argumentos para suponer un intento de terrorismo meteorológico mediático que aunque no lo sea, lamentablemente, incrementa el uso de electrodomésticos para producir aire enfriado y corrientes de aire artificiales, con un aumento de la venta de equipos eléctricos y un incremento del consumo de esta forma de energía. Esta mediatización del hecho térmico, tanto en verano como en invierno, se desarrolla en flagrante oposición a la economía energética que es necesario imponer para lograr el desarrollo sostenible de la sociedad.

Esta situación es grave en el mundo, pero mucho más lo es en la República Argentina, ante las reconocidas falencias del suministro local de energía eléctrica.

Debemos destacar que el valor de la sensación térmica se deriva de tablas  absolutamente empíricas. Las hay diferentes; sin embargo, todas ellas carecen de rigor científico. Además, la sensación térmica generalizada para una región y aún más, para una urbe como la Ciudad de Buenos Aires, constituye una falacia de muchas formas negativa y, probablemente letal. Ello puede ocurrir, en casos de espíritus vulnerables, en cuerpos enfermos. La ansiedad que la mención mediática, que trasunta en el lenguaje de espíritus masoquistas que parecen regodearse con el anuncio que la sensación térmica sería más elevada, agudiza la sensación de agotamiento que sufrimos los ciudadanos urbanos.

De acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), tales anuncios repetitivos y teatralizados por especialistas que desmerecen a las ciencias atmosféricas, se transforman en prejuicios

para la salud y la economía de la población, particularmente, la población de las grandes ciudades.

Por otro lado, todos los tratados sobre Meteorología Urbana hacen evidente los contrastes térmicos de los distintos barrios o enclaves de cada ciudad. Si se suma a ello el conocido  efecto “isla térmica”, la falacia se agrava, pues es imposible aceptar un valor único de una cifra ficticia, que pretende medir la sensación de calor de cada individuo distinto, en entornos térmicos diferentes. Si fuera una verdad científica, como lo es la temperatura de cada espacio topológico, su generalización aumenta la falsedad de esta información de por si falaz, como lo es la “sensación térmica”

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, en su tratamiento de las cuestiones que afectan a los asentamientos humanos y la salud, enfatiza la necesidad de mejorar las observaciones verdaderamente científicas. Como sabemos, las ciudades de nuestro país carecen de información cierta y confiable de distintas variables geofísicas y biológicas y de estadísticas sobre la morbilidad y mortalidad que generan los eventos que se registran en una atmósfera urbana cada vez más contaminada. Utilicemos entonces todo el rigor científico y la escasa tecnología disponible para proteger a la ciudadanía e incrementar la sanidad ambiental.

En este contexto una apropiada acción de divulgación sobre la problemática del cambio climático, con una explicación clara y sencilla de la diferencia entre distintos términos meteorológicos, como lo son clima y temperie o tiempo meteorológico, nos permitirá comprender mejor el grave significado del cambio climático y su importante envolvente, el cambio ambiental global, que suma los efectos de las modificaciones que el ser humano viene introduciendo en las distintas componentes, ambientales, sociales y económicas de las  diferentes regiones del planeta Tierra.