La directora del Programa de Relaciones Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, Olga Illera, analiza los nuevos escenarios y demandas que enfrentan los Estados para lograr una cooperación efectiva en la materia.
-¿Cuál es su visión general sobre la problemática de seguridad de los países latinoamericanos frente a las amenazas transnacionales como el delito organizado y el tráfico ilícito en cualquiera de sus formas?
-La seguridad debe ser entendida como un problema de todos, es decir, las amenazas no conocen fronteras, ni limites; por el contrario, los actores delictivos son muy rápidos en entender las oportunidades (geográficas, de asentamiento, de penetración, los vacíos de control estatal) y crean escenarios favorables para su accionar. En ese sentido, hay una demanda a los gobiernos, a las fuerzas de seguridad, a las comunidades a actuar en coordinación; a incrementar los niveles de comunicación, de interacción. Solo a través de un mejor conocimiento de lo que es y entendimiento de lo que hace el Estado vecino, se puede lograr una cooperación efectiva. Las redes criminales cada vez son más complejas en su operación, con más ramificaciones, por lo que se debe trabajar en muchos frentes a la vez. Lo que hace que su combate efectivo sea cada vez más difícil, pero necesario.
Así mismo hay un tema de rentabilidad en los negocios ilícitos que se evidencia en el poder de corrupción, en las capacidades logísticas y de información que manejan estas redes, y por qué no, también en los recursos humanos y técnicos a disposición de las organizaciones delictivas. Esto también presiona a que la respuesta de las fuerzas de seguridad y en el caso colombiano, las militares, tengan que estar adaptándose, modernizándose, fortaleciéndose para poderle combatir.
-¿Cómo analiza la situación actual de Colombia en ese contexto?
-Colombia siempre comparativamente es muy compleja, tiene dinámicas de seguridad que se traslapan, intersectan y afectan unas a otras, haciendo muy difícil trabajar sobre una variable sin tener efectos o repercusiones sobre otra. Por ejemplo, tráfico de armas, necesariamente ligado a tema de conflicto interno, a la reaparición de grupos ilegales como las bandas criminales, a su vez ligado a procesos de reinserción poco controlados, etc. Si se analiza el tema del cultivo y procesamiento de drogas ilícitas, se tiene una secuencia muy similar, en donde confluyen temas estructurales como control de tierra, producción agrícola poco competitiva, control territorial por parte de actores armados, y así sucesivamente. Eso mirando la seguridad desde una perspectiva interna, ahora bien, si se considera que todas estas dinámicas también tienen una vinculación internacional, hace el tema mucho más complejo. Es decir, los problemas de seguridad se ligan a dinámicas aún mucho más grandes, como el tráfico de drogas, los mercados negros, y así sucesivamente.
La misma complejidad de la situación le ha dado a Colombia la capacidad de profesionalizar sus fuerzas militares, su policía, de invertir importantes recursos en equipamiento, logística, comunicaciones. En desarrollar y perfeccionar experiencias de interoperabilidad, interagencialidad, inteligencia, que las hacen muy competentes en la región. Así mismo, hay un claro reconocimiento de que se requiere una interacción entre voluntad, capacidad, diplomacia, y estrategias de cooperación para poder hacer frente a estas amenazas complejas.
Se puede entonces considerar que la perspectiva de Colombia es muy interesante, como lo resumiría el poema Viceversa de Mario Benedetti, “resumiendo estoy jodido y radiante”, una problemática muy compleja, pero unos avances amplios en cómo lograr resolverlos.
-América Latina, una zona de paz y prácticamente exenta de conflictos interestatales, enfrenta, en muchos de sus países, la violencia del narcotráfico y las organizaciones delictivas. ¿Están preparadas las fuerzas de seguridad para lidiar con estos problemas? ¿Es necesario involucrar también a las Fuerzas Armadas?
-El debate de si se debe involucrar a las Fuerzas Armadas en actividades no convencionales, o quizás mejor, no tan tradicionales, es muy largo, y se ha debatido mucho al respecto. No obstante, las conclusiones de dicho debate no son tan obvias. El perfil de las amenazas ha cambiado tanto, que es necesario que las fuerzas estatales, bien sea policía o fuerza militar, tengan esa capacidad de adaptarse, de sacar provecho de sus fortalezas para mantener la seguridad y contener el impacto de las organizaciones delictivas. En ese sentido, mi aproximación a la situación propendería por lo práctico, es decir, usarlas siempre y cuando sus capacidades, equipos, personal, estén preparadas o adaptadas por el reto. ¿Por qué?, porque es necesario, es eficiente y eficaz. Ahora bien, la preparación en general de los actores en la región es bien diferencial, pues no todos están expuestos en la misma medida a las amenazas, ni cuentan con los recursos y voluntades para adaptarse a esos retos. Así que podríamos decir, que la tendencia es a una mayor profesionalización, mejor equipamiento, inicios de cooperaciones internacionales interesantes, pero dado el escenario de seguridad, siempre se requerirá de un poco más.
-Desde círculos especializados e incluso ex mandatarios de los países latinoamericanos hablan del fracaso de la estrategia de lucha contra las drogas, centrada exclusivamente en la vía represiva y la erradicación de los cultivos. ¿Hay posibilidades de construir consensos en torno a nuevas políticas antinarcóticos y discutir incluso la despenalización del consumo de drogas blandas?
-Habría que considerar dos elementos, por un lado las relaciones entre Estados Unidos y los diferentes países de América Latina. Es muy difícil sostener una estrategia que no tenga en cuenta cómo la interacción con E.E.U.U. se verá afectada, o modificada. Es decir, no será una decisión que se pueda tomar de forma aislada, sin considerar éste actor, y obviamente actores europeos, y hasta sociales al interior de cada país. El segundo elemento es el balance de la estrategia implementada hasta ahora, es decir, se han mostrado resultados desiguales, mutaciones de la dinámica del tráfico, de los grandes carteles, a los carteles más horizontales, de unos pocos países a una cadena del tráfico mucho más ampliada. Incluso ahora la producción resulta también más deslocalizada en lo geográfico. Si se considera un fracaso, pues no tanto, no sabemos aún bajo otros esquemas de acción cuál pueda ser su efectividad. Sin duda, la ilegalidad les permite unos recursos y un poder corruptor enorme, que difícilmente se puede combatir. Así mismo, hay toda una serie de violencias que se desatan en nombre de este negocio, que han dañado y victimizado a sociedades enteras. Así que el balance es ambiguo, hay resultados, no quizás no tanto como se esperaban. Lo que es incierto es cómo generar nuevos esquemas que sean mejores. Incluso el usar la palabra consenso es complicado, en un tema tan sensible como este, siempre habrán varias versiones, varias opiniones. Lo que es vital y necesario, es abrir el debate. No es lo mismo el campesino que cultiva, y entra en el negocio ilícito, que el señor dueño de la red de tráfico, o el dealer callejero. Así que es necesario abrir el debate, abrir a la posibilidad de transformar algunas cosas.
-Las viejas doctrinas de defensa de la región han ido mutando desde las hipótesis de conflicto con los países vecinos hacia la defensa de los recursos naturales. En ese sentido, ¿cree que el Consejo de Defensa Sudamericano de la Unasur puede servir como foro de discusión y diseño de políticas comunes en este ámbito?
-Crear estos espacios de discusión, de contacto, de debate, son sumamente necesarios. Así que sea el espacio que sea, es bienvenido. Especialmente si reconocemos que como lo dicen, la agenda ha mutado, ya las amenazas no son lo que eran. En temas como los recursos naturales, en los que es difícil aislar los fenómenos, es decir, no podemos contener en nuestro territorio la erosión, las inundaciones, así que nos vemos una vez más forzados a trabajar en conjunto. Esa y muchas otras de las “nuevas amenazas”, nos obligan a establecer canales, recuerdan lo importante que es tener mente abierta para hablar y discutir algunas cosas, de forma transparente, abierta y tranquila.