DEF dialogó con Cecilia Smoglie, directora del Área de Energía del ITBA, quien dio detalles de lo que está haciendo su institución en materia de energías renovables. Por Mariano Roca / Foto:  Fernando Calzada

Con una gran pasión por la docencia y un entusiasmo que se evidencia en cada una de sus palabras, la doctora Cecilia Smoglie recibió a DEF en su despacho de la sede 25 de Mayo del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Física recibida en el Instituto Balseiro, se doctoró en Ingeniería Mecánica en Karlsruhe (Alemania). En el ITBA fue directora de Ingeniería Mecánica y Naval y hoy está al frente del área de Energía. Consultada sobre las potencialidades que presenta el campo de las renovables en el país, aseguró que nuestra geografía es privilegiada, pero “se necesita mucho desarrollo tecnológico y ese es nuestro compromiso como universidad”, aclaró.

-¿Qué importancia tendrá en el futuro la eficiencia energética?

-Hay dos cuestiones de las que estamos convencidos. Por un lado, sabemos que la demanda de energía en el mundo va a seguir creciendo, porque acompaña al desarrollo y hay países que se están incorporando al mercado de consumo, como la India y China. Va a aumentar, entonces, la explotación de los recursos no renovables y también de los renovables, que se van a ir sumando a la matriz energética. En este contexto, la única posibilidad para abastecer a la nueva demanda va a ser por medio del crecimiento de la eficiencia energética. Si la eficiencia energética sigue siendo la que tenemos hasta ahora, no vamos a poder atender la creciente demanda.

-¿Qué papel juegan los subsidios a las energías convencionales?

-Si analizamos cómo han logrado ciertos países avanzar en el desarrollo de la energía eólica y solar, por ejemplo, observamos que lo han hecho con políticas de estímulo, regulaciones adecuadas y tarifas que promueven la transición. Hay que alentar al inversor, facilitarle créditos que tengan un repago fácil, bajar la tarifa de las energías renovables y limpias, y encarecer las que no lo son. Producir energía renovable tiene que ser un negocio rentable. Mientras la energía convencional esté tan barata, se desalienta todo lo demás.

-¿Somos conscientes de la baja eficiencia de nuestro consumo energético?

-Tenemos que cambiar la cultura del derroche de la energía, especialmente en países como el nuestro, en que la energía se puede derrochar. Tenemos que modificar lo que entendemos por desarrollo, que debe estar asociado con el uso responsable y eficiente de la energía, y con el cuidado de los recursos no renovables, que no son nuestros. Nosotros pasamos por el planeta y les dejamos a los que siguen ese tesoro y lo tenemos que proteger. Eso se llama desarrollo sostenible. Cualquier iniciativa en el presente va a ser sostenible en el tiempo si tenemos en cuenta las tres premisas del desarrollo sostenible: primero, no generar excluidos; segundo, cuidar el medio ambiente en el cual vivimos; y tercero, usar responsablemente los recursos no renovables. La pobreza, la contaminación ambiental y el despilfarro de recursos no renovables no son sostenibles.

-¿Qué rol le cabe al Estado y al sector privado en el desarrollo de las energías renovables?

-Es un juego en paralelo. El privado va a invertir cuando tenga seguridad de repago y cuente con los estímulos adecuados. Las regulaciones tienen que crear el escenario propicio y el privado puede tomar la iniciativa si observa un escenario claro. Hay otro compromiso, que va a la par de estos, y es el desarrollo tecnológico. También es parte del compromiso privado estudiar, ser serios, experimentar y hacer proyectos pilotos. Nosotros, deformados por la profesión, creemos que el principal compromiso lo tenemos las universidades, y no hablo solamente de las facultades de Ingeniería. Si hay un tema en el cual estamos unificados en el mundo, además del cuidado del planeta, es la demanda de energía.

INICIATIVAS PIONERAS EN EL PAÍS

-¿En qué está trabajando el ITBA en materia de energías renovables?

-El área de Energía en el ITBA se puso en marcha en 2011 y es transversal, igual que las áreas de Bioingeniería, Agroalimentos y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). Uno de los objetivos claros de la universidad es conseguir una formación transversal, interdisciplinaria e integradora. En el área de Energía, tratamos de vincular los proyectos de grado -de final de carrera- con los de las maestrías y posgrados y, sobre todo, con los emprendimientos de nuestros egresados. Afortunadamente, nuestros alumnos están muy motivados para encarar emprendimientos vinculados con el desarrollo sostenible. El estudiante que egresa del ITBA no tiene que pensar dónde se va a emplear, sino qué empresa va a generar con este tema que hoy es urgente

-¿Cuáles son los principales proyectos?

-Uno de los proyectos que estamos encarando se vinculan con la smart grid, que va a ser la red del futuro. Es una red inteligente de energía que no solamente optimiza el consumo de las fuentes convencionales, sino que estudia cómo incluir en esa red convencional aportes de energía renovable en los momentos en que esta se encuentra disponible. La energía se genera localmente y se distribuye transversalmente donde es necesaria en cada momento del día. La red le da prioridad a la energía limpia. Vamos a desarrollar una nueva relación entre la oferta y la demanda. Como universidad, tenemos que aprender cómo se maneja en forma eficiente una smart grid piloto. Una vez que tengamos el know-how, nuestro objetivo es entender la ingeniería y optimizarla. Estamos encarando el tema conjuntamente con egresados del ITBA que están haciendo lo mismo en Holanda, en Francia y en Brasil.

-¿En qué estado se encuentra el proyecto vinculado con el hidrógeno?

-El ITBA está liderando el tema en Argentina, con experiencias concretas de tres electrolizadores entregados a la Base Esperanza de la Antártida, a la Universidad Nacional de Córdoba y a la Planta Experimental de Hidrógeno de Pico Truncado. En estos momentos, estamos encarando un proyecto de producción de hidrógeno y oxígeno como combustible líquido a partir de la electrólisis del agua, usando como energía la eólica, de manera de obtener con energía limpia un combustible limpio. La ventaja es que mientras haya viento se produce hidrógeno y, cuando no lo hay, se sigue almacenando. La electricidad se puede almacenar en baterías, pero es un procedimiento pesado, caro, sucio y contaminante. Nosotros queremos almacenar el viento en una garrafa, vender el hidrógeno almacenado y el subproducto que se va a tirar al ambiente es oxígeno.

-¿Qué otros proyectos tienen en carpeta?

-En energía eólica estamos desarrollando un proyecto a tres años, financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Argentina y su par alemán, para optimizar el diseño de palas para aerogeneradores de baja potencia de 5 a 30 kilovatios.

En cuanto a la energía solar, si bien alentamos el desarrollo tecnológico de los paneles fotovoltaicos, en este momento nuestro foco son los colectores solares, que son sencillos dispositivos para precalentar el agua que va a ir al termotanque de una casa. Tenemos un proyecto de fin de carrera para instalar un colector solar para precalentar el agua del gimnasio, del bar y otras instalaciones del ITBA. Los alumnos van a hacer curvas de seguimiento, un registro de radiación solar en las cuatro estaciones del año, lo van a convertir en cifras que permitan saber cuánto gas se ahorra y van a observar qué problemas técnicos se presentan.

Tenemos otro proyecto, que es el despacho conjunto eólico-hidráulico. Un grupo de Ingeniería Mecánica consideró el caso real de la central hidroeléctrica de El Chocón y un parque eólico hipotético de 400 megavatios en Comodoro Rivadavia. Son dos energías limpias vinculadas entre sí, porque a veces no llueve y en ocasiones no hay viento, pero ambas energías juntas son seguras. Se hizo un estudio de factibilidad para determinar la cantidad de energía eólica que se iba a poder utilizar en forma firme. Con un factor de uso del 35 al 40% de los aerogeneradores, llegamos a demostrar la entrega firme de 170 megavatios eólicos.