Un profundo análisis de Omar Locatelli, exagregado de Defensa de la Embajada Argentina en Israel y experto en Medio Oriente, sobre las fuerzas en pugna en el territorio yemení. ¿Cuáles son los intereses extra-regionales que mueven sus fichas en este complejo tablero geopolítico?
Ansar Allah y el estrecho de Bab el-Mandeb
La guerra contra el ISIS tiene muy similares actores que la crisis en Yemen, no obstante lo cual demuestra otro tipo de intereses estratégicos en el Golfo y en la Península Arábiga. Su análisis es una necesidad estratégica para comprender el complejo marco geopolítico de Medio Oriente.
Arabia Saudita y sus aliados están llevando a cabo ataques aéreos en Yemen para tratar de detener el avance del grupo shiíta Houthi[1], también llamado Ansar Allah[2], de fuertes vínculos con Irán, que está tratando de poner fin a los esfuerzos del presidente Abd-Rabbu Mansour Hadi (sunita) para reubicar al gobierno electo de Yemen a Adén (antigua capital de Yemen del Sur).
Arabia Saudita ha formado una coalición de más de diez países tratando de proteger al gobierno Hadi. También ha tomado la iniciativa para conseguir que los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Kuwait y Qatar firmen una declaración conjunta apoyando su anuncio para concretar una acción militar conjunta. Además Egipto, Jordania y Sudán se han mostrado interesados en participar con fuerzas en la operación; mientras que Sudán ha prometido tropas terrestres y aviones de guerra; y también que Pakistán está considerando una solicitud árabe para enviar fuerzas terrestres. Inclusive algunos informes dicen que Marruecos enviará aviones de combate también.
Yemen es, hoy día, una parte de la ecuación estratégica entre EEUU y Arabia Saudita, para mantener la disuasión y estabilidad estratégica que contenga la intencionada expansión de Irán en el Golfo. Cualquier acuerdo nuclear no debería afectar la necesaria estrecha cooperación entre EEUU, Arabia Saudita y otros miembros clave del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) para hacer frente a una eventual y/o concreta amenaza de Irán en términos de fuerzas convencionales, de guerra asimétrica, de misiles y de injerencia estratégica en Iraq (apoyo a los shiítas opuestos a ISIS), Siria (apoyo al gobierno de Bashar al-Assad), Líbano (apoyo a la milicia shiíta de Hezbollah) y hasta en la Franja de Gaza (apoyo a Hamas).
Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar juegan un papel clave en la estabilización del conflicto para degradar a ISIS. Egipto y Jordania, a su vez, necesitan del apoyo de sus aliados árabes, junto con EEUU para mantenerse estabilizados. Por su parte EEUU necesita mantener la cooperación de sus aliados árabes para continuar con su transferencia de armas y empleo de sus bases para crear las capacidades militares y la interoperabilidad que facilite el reforzamiento y adiestramiento de fuerzas confesionales islámicas, en capacidad de hacer frente a los mayores desafíos regionales, llámese ISIS.
Este nuevo campo de batalla de la región, ¿enfrenta intereses extra-regionales?
La importancia geográfica–económica del conflicto
No obstante el aumento del empleo de combustibles alternativos fuera del Golfo, el petróleo mantiene su importancia estratégica vital para la economía mundial.
Si bien los países petroleros del Golfo han reducido su porcentaje dentro de la producción total del Golfo, en Medio Oriente aún se produce el 32,2% del total mundial (datos de 2013), por valor de 28.358 millones de barriles por día (bb/d). Los miembros del CCG (excluyendo Bahréin) produjeron el 23,9% del total de petróleo del mundo en 2013, por valor de 21.234 millones de bb/d, mientras que la producción de Irán ascendió a otro 4% del total mundial, o 3.558 millones de bb/d[3].
Desde un punto de vista económico estratégico, el tráfico de buques petroleros que llevan petróleo y gas a través del Estrecho de Ormuz es el cuello de botella energético más importante del mundo. La Administración de Información de Energía de EEUU (EIA) informó en noviembre 2014 que pasan por el estrecho de Ormuz un promedio de 167 millones de barriles de petróleo por día.
A su vez la estimación de la EIA es que más del 85% del crudo que se movía en 2014, fue a los mercados asiáticos, sobre la base de datos del Servicio Inteligente de seguimiento de cisterna. Japón, India, Corea del Sur y China son los mayores destinos del oro negro que se mueve a través el Estrecho de Ormuz.
Qatar exportó alrededor de 3,7 billones de pies cúbicos por año de gas natural licuado (GNL) a través del Estrecho de Ormuz, en 2013, de acuerdo con Statistical Review of World Energy 2014. Este volumen representa más del 30% del comercio mundial de GNL de BP. Kuwait importa volúmenes de GNL que viajan hacia el norte a través del Estrecho de Ormuz.
En su punto más estrecho, el estrecho de Ormuz es de 21 millas (33km aprox.), pero el ancho de la ruta de navegación en cualquier dirección es de sólo 2 km de ancho, separado por una zona de amortiguación de dos millas. El estrecho de Ormuz es profundo y lo suficientemente amplio como para permitir el tránsito de grandes petroleros de crudo del mundo, con cerca de dos tercios de los envíos de petróleo realizadas por los petroleros de más de 150.000 toneladas de peso muerto.
A su vez, ubicado sobre la costa oeste de Yemen, y en el extremo sur del Mar Rojo, se encuentra el estrecho de Bab el-Mandeb, que es un cuello de botella entre el Cuerno de África y Medio Oriente, constituyéndose en el vínculo estratégico entre el mar Mediterráneo y el Océano Índico. El estrecho se encuentra entre Yemen, Yibuti y Eritrea, y conecta el Mar Rojo con el Golfo de Adén y el Mar Arábigo. La mayoría de las exportaciones desde el Golfo Pérsico que transitan el Canal de Suez y que se abastecen del poliducto que parte del campo petrolero de Marib pasan por Bab el-Mandeb.
Se estima que 3,8 millones de bbl/d de petróleo crudo y productos refinados del petróleo fluyen a través de esta vía fluvial hacia Europa, EEUU y Asia. Si bien los envíos disminuyeron a una tercera parte en 2009 debido a la recesión económica mundial, en el 2013 aumentaron a través de Bab el-Mandeb a más de la mitad del tráfico, alrededor de 2,1 millones de bbl d, hacia el norte para cruzar por el Canal de Suez.
El estrecho de Bab el-Mandeb (“Puerta de las lágrimas”, en árabe) tiene unos 115 km de longitud, aunque en su parte más angosta, a veces considerada exclusivamente el propio estrecho, tiene menos de 30 km de ancho, desde Ras Menheli, en la costa árabe, a Ras Siyan, en África. La isla de Perim (de 14 km²) divide el estrecho en dos canales: uno al este, conocido como Bab Iskander, de 3 km de ancho y 30 m de profundidad; y otro al oeste, denominado Dact el-Mayun, de unos 25 km de ancho y poco más de 300 m de profundidad. La corriente del canal Este es superficial y circula hacia el mar Rojo, mientras que en el canal Oeste una fuerte corriente submarina se mueve hacia el océano Índico. El tráfico de buques tanque se limita a los dos canales de 2 kilómetros de ancho para envíos entrantes y salientes.
La clausura de la Bab el-Mandeb podía hacer que los buques deban desviarse alrededor del extremo sur de África. Además, el comercio europeo y los flujos de petróleo hacia el sur desde el norte de África ya no podían tomar la ruta más directa a los mercados asiáticos a través del Canal de Suez y Bab el-Mandeb. Tanta es la preocupación que el Tte Grl Mohab Mamish, director de la autoridad del Canal de Suez, ya anunció en febrero de este año que su país (Egipto) “está listo para intervenir ante cualquier intento yemení de cerrar el estrecho”.
La navegación del estrecho, ¿puede ser fácilmente obstaculizada por los países con costas en el mismo?
Los grupos rebeldes en el conflicto de Yemen
Luego del desplazamiento de Al-Qaeda de Afganistán, Yemen se convirtió en la base de Al Qaeda en la Península Arábiga formando al llamado Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP en inglés). Las fuerzas antiterroristas saudíes contribuyeron en gran medida al sacar a los rebeldes fuera de Arabia Saudita. Actualmente, además de los Houthis, sigue siendo la más potente amenaza terrorista a Arabia Saudita y los otros estados del Golfo Sur. El Departamento de Estado de EEUU, junto a su Centro nacional de Informes en la lucha contra el terrorismo, lo menciona como el único movimiento extremista más activo en la planificación de ataques terroristas contra los Estados Unidos.
A su vez Yemen no obstante su pequeño territorio, tiene una población de 26,1 millones, con una de las tasas de crecimiento demográfico más altas del mundo. Casi el 63% de su población es de 24 años de edad o menos. Está profundamente dividido entre sunitas (65%) y shiítas, como los houthis, (35%). Es increíblemente pobre, al quedarse sin agua, y está, prácticamente, paralizado por una economía orientada a las drogas, con una disminución constante de sus exportaciones de petróleo.
Su ingreso per cápita fue de sólo alrededor de u$d 2.500 – en un puesto 187 con respecto al resto del mundo. Su tasa de desempleo directa fue de al menos 35% – dándole un ranking global de sólo el 188 – y el desempleo está alrededor de 50%. Su sector agrícola era tan improductivo que representó más del 70% de los puestos de trabajo, pero menos del 8% del PBI. Más del 45% de la población se calcula que vive por debajo del umbral de la pobreza nacional, mientras que la élite 10% representó más del 30% del consumo nacional.
Estas realidades económicas, en deterioro constante, se han reducido a un nivel de crisis absoluta debido a las divisiones políticas actuales y han creado una de las zonas más fértiles del mundo para el extremismo político, el terrorismo, las luchas sectarias entre sunitas y shiítas e incluso el esfuerzo más intenso a abandonar el país y encontrar puestos de trabajo en Arabia Saudita y el Golfo.
Arabia Saudita, y en menor medida en Omán, se enfrentan al hecho de que tienen una frontera de 1.458 km y 288 km respectivamente.
Arabia Saudita se ha enfrentado a las amenazas provenientes de la inmigración ilegal, al contrabando, y al terrorismo hostil, junto a las divergencias de las fuerzas políticas yemeníes durante décadas. Estos no sólo incluyen a cientos de miles de inmigrantes ilegales procedentes de Yemen, pero otros inmigrantes ilegales y extremistas de países inestables como Somalia, que se mueven entre los otros estados árabes del Golfo.
La inestabilidad en Yemen ¿puede plantear una amenaza más inmediata para Arabia Saudita y los estados exportadores mucho más que la inestabilidad en Siria e Irak?
Los rebeldes y los estrechos
Al mismo tiempo, los crecientes lazos entre Irán y los shiítas Houthi, considerados como el Hezbollah de Yemen, plantean otra amenaza tanto para Arabia Saudita como para el comercio petrolero. Sus marchas con banderas de Hezbollah y portando imágenes del sheik Hassan Nasrallah (secretario del grupo rebelde libanés) indican que siguen su ejemplo. Esta amenaza shiíta podría permitir a Irán flanquear el Golfo, y desplegar sus fuerzas aéreas y navales a través de Yemen para controlar la navegación desde el estrecho de Ormuz hasta el Mar Rojo por Bab el-Mandeb. Esta amenaza aún parece limitada, pero es importante tener en cuenta que el territorio y las islas de Yemen juegan un papel crítico en la seguridad del segundo cuello de botella mundial, por algo llamado la “puerta de las lágrimas.”
ISIS, en su intento de balancear y/o influenciar en el conflicto, atacó 3 mezquitas shiítas matando 140 personas e hiriendo a casi 4 centenares, como forma de impedir un control shiíta total al depuesto presidente Alleh y favorecer al actual presidente Hadi, en su intento por concretar su gobierno[4].
AQAP, por su parte, ha sugerido a sus seguidores sunitas apartarse de los lugares de combate, sin expresar un apoyo manifiesta al grupo ISIS, de similar confesión.
Como dato anexo, más allá del comercio petrolero que transita por esas aguas, está la presencia de las flotas de EEUU, tanto aquellas con base en Bahrein como las desplazadas hacia el Mar Rojo, para apoyar las acciones aéreas contra ISIS en Siria y en Iraq. Sin olvidar que EEUU brinda apoyo logístico a la coalición que lidera Arabia Saudí.
La crisis en Yemen ¿será el campo de batalla de una nueva guerra fría islámica?
La expectativa diplomática
Todavía hay esperanza de una solución diplomática, que evite que Arabia Saudita intensifique su acción militar. El estricto control de la frontera con Arabia Saudita, para evitar su permeabilidad en favor de los Houthis y una mayor presión sobre las facciones rebeldes yemeníes puede ser suficiente. El pre acuerdo nuclear con Irán puede hacer priorizar los logros del levantamiento de sus sanciones económicas sobre los apoyos a grupos rebeldes que operan en contra de los países islámicos con diferentes confesiones. No obstante, los EEUU deberían prepararse para el hecho que sus socios estratégicos (países sunitas liderados por Arabia Saudita) le reclamen una participación efectiva (similar a la coalición contra ISIS) aún en desmedro de su preacuerdo con Irán.
Occidente debe entender lo importante que una crisis en Yemen puede ser. Debe comprender cuán profundas son las fuerzas subyacentes que dividen sus actuales facciones, porque el terrorismo y el extremismo siguen siendo en Yemen un problema mucho mayor que ISIS, por su proyección regional y por las eventuales ocupaciones terrestres y marítimas en capacidad de ejecutar. Cualquier presencia hostil en el aire o en el mar vinculada a Yemen podría amenazar todo el tráfico a través del Canal de Suez, así como un flujo diario de petróleo y productos petrolíferos
Queda la incógnita si Irán mantendrá sus ambiciones de ampliar constantemente su papel estratégico en toda la región o si las palabras de su actual presidente sobre que su país ha dejado de ser una amenaza para el mundo son creíbles. Inshallah (“quiera Dios”, en árabe), ¡que así sea!
[1]Houthis (en árabe: الحوثيون, al-Ḥūthiyyūn), también referidos como hutíes, son un grupo insurgente zaidí shiita que opera en Yemen. También se les conoce como el “clan poderoso”, y como los Jóvenes Creyentes.
[2] Binnie, Jeremy – The regional implications of the Houthi take over in Yemen – Jane´s Defence Weekly – 18Feb2015
[3] Cordesman, Anthony – America, Saudi Arabia, and the Strategic Importance of Yemen – CSIS – 26 Marzo 2015.
[4] González, Ricardo – Yemen, nuevo campo de batalla de una guerra fría – Diario La Nación (edición impresa) 29Mar2015.