Soy Nicanor, y cuando esta nota circule por los kioscos, seguro estaré infinitamente más neurótico que hoy. Le cuento que ya estoy hecho una fiera enjaulada, señora. No sé si a su marido le pasa lo mismo, pero al diciente el Mundial lo anula para todo, ¡sea para el amor, sea para el trabajo! Es triste, pero le juro que esto es lo que hay y nada lo puede cambiar…
Así como me ve, un hombre curtido de Recoleta de muchos años, estuve en mi juventud largo tiempo en los alrededores de la “Chicago argentina”… ¿Y a qué viene este cuento? Bueno, a que ahí fui muy amigo de los Cuccittini. ¿Y? ¿A qué viene el cuento de los Cuccittini? Bueno, si usted estuviera informada, señora, sabría que Lionel se llama Messi Cuccittini, y que Celia María es su mamá. Los traté allá por los noventa mientras el chiquilín corría con sus hermanos, Rodrigo y Matías, detrás de la redonda, esa que lo haría más tarde el astro más famoso del mundo.
Ahora pienso, si yo estoy nervioso, ¿cómo hará este pibe, tan normalito, para bancarse la presión de 45 millones de argentos?, ¿cómo soportará la mirada de 4000 millones de ojos que lo seguirán por la tele, con mil imprecaciones y maledicencias?… dichas en mil idiomas, obviamente.
La verdad es que no lo sé, señora. Solo soy Nicanor, picante y con pulgas, pero tengo la certeza de que, si a mí me tocara la de este pibe, me encerraría en el vestuario y a tomar por…
Pero bueno, Messi es un muchacho que solo mira la pelota, a la que sigue sin descanso y sin distracción alguna, y parece que no le importa que todos pongamos en él nuestras frustraciones y fracasos, las peleas con los novios y los insultos en el trabajo. Él, solo él, será el responsable de que nuestra bandera flamee en lo más alto o que lo crucifiquemos sin piedad en la hoguera que alguna vez supo ser de Juana de Arco.
Porque esto es lo que somos los argentinos: no nos alcanzará con ser subcampeones. Pero si ganamos, el FMI pasará a ser el altar de los dioses, y aunque el dólar toque los cuarenta pesos, Mauri será Gardel.
Que eso somos, señora. Y ya de antemano, querido Lio Messi, te pido perdón por todos.