El exitoso emprendedor argentino asegura que para tener real impacto, hay que divertirse y saber escuchar, sobre todo a los “locos”. Por Juan Ignacio Cánepa Fotos: Fernando Calzada

Alec Oxenford fue uno de los pioneros de las puntocom vernáculas. Allá en las postrimerías de los años 90 creó la novedosa plataforma DeRemate.com, pionera en las transacciones en línea. Más tarde fundó, junto a Fabrice Grinda, una de las cuatro empresas “unicornio” de Argentina, aquellas compañías de más de 1000 millones de dólares de valuación bursátil: OLX, la plataforma gratuita de clasificados online, tiene más de 200 millones de usuarios a nivel mundial y una facturación que supera los 150 millones de dólares. Cuenta con 1200 empleados y posee agencias en San Pablo, Río de Janeiro, Nueva Delhi, Lisboa, Yakarta y Nairobi. Emprendedor incansable, desde 2015 preside LeGo, una App gratuita de compra-venta sin intermediarios.

Pero todo esos números son apenas una parte de la vida de Oxenford. Su otra gran pasión es el arte y desde 2013 preside la Fundación ArteBa. No contento con ello, tiene su propio programa de becas, desde donde financia a 14 artistas por año para que viajen, se capaciten y estudien. “Para que aporten al mundo y el mundo les aporte a ellos”, resume el multifacético Alec en la charla que mantiene con DEF durante un fin de semana.

¿Cómo te definís? ¿Quién es Alec Oxenford?

Es difícil encasillarse, pero me definiría como entrepreneur tecnológico y coleccionista de arte contemporáneo. Me gusta crear cosas. Pero lo que más me gusta es tener impacto, sentir que hago algo que va más allá del día a día. Me encantaría decir en algún momento que soy billonario, pero en el sentido de tocar un billón de personas, que lo que haya hecho tenga ese impacto.

Me parece que no estás lejos…

Sí, cuando empezás a agarrar los repetidos, no suena imposible. Y la otra cuestión es que me quiero divertir en el proceso. Es imposible tener impacto en serio si no te estás divirtiendo en el camino. Cada vez lo aprendo más. Antes pensaba que había que sufrir. Yo nunca estoy trabajando 100 %, ni tampoco estoy no trabajando 100 %. Puede ser domingo a la noche y estar mandando whatsapps de trabajo, y puede ser lunes al mediodía y estar caminando en un parque o recorriendo un museo. Siempre entro y salgo. Son dos mundos que se retroalimentan mucho. François Pinault, el coleccionista y empresario francés, dice que si uno quiere ser un emprendedor exitoso, tiene que tener una conexión fuerte con el arte.

¿Por qué?

Porque estamos en un mundo en constante cambio. Un entrepreneur tiene que poder ajustarse, dar una respuesta, ofrecer algo que esté en sintonía con ese cambio. Para eso, es importante leer la realidad con claridad y los que mejor lo hacen, los que conectan con la esencia de lo que está pasando, son los artistas. Ellos tienen una sensibilidad que, a veces, les permite leer las cosas meses, años, décadas antes que el resto. Por eso muchas veces las producciones artísticas nos parecen desencajadas. Pero, mirando para atrás, nos parecen lógicas. Si queremos estudiar el siglo XIX, por ejemplo, vemos a los impresionistas y el impacto que tuvieron y nos parece lo más natural. Sin embargo, en el momento en que concibieron su arte, fueron incomprendidos. Los impresionistas fueron rechazados por todos los intelectuales de la época, que calificaban su trabajo como “arte basura”. Se lo consideraba inapropiado, mala técnica. Hoy es todo lo contrario. Eso mismo pasa hoy con los buenos artistas. Entonces, hay que estar en contacto con los artistas, que tienen un discurso diferente, una mirada distinta, emociones diferentes, reflexiones distintas. Uno nunca sabe si están conectados o desconectados, si están borrachos o sobrios. Eso es porque están en dimensiones avanzadas. Ese diálogo enriquece mucho, ayuda y fertiliza la actividad del entrepeneur. En mi propia experiencia, cuando uno logra poder moverse con tranquilidad entre esos dos mundos ayuda mucho. De la misma forma, ayuda venir al mundo del arte con ideas, procesos y metodologías aprendidas como entrepeneur.

¿En qué se sustenta esa “tranquilidad” que señalás para moverte entre los dos mundos?

Es una apertura. En mi propia evolución, una de las líneas que veo clara al compararme con un tiempo atrás, es aceptarme y aceptar a los otros como son. Me ha ayudado ser un poco menos exigente en ese sentido. Tenemos que entender que somos imperfectos y está bien que lo seamos. No pasa nada. Muchas veces, es esa imperfección la que nos distingue. Todos tenemos un genio adentro, pero son todos genios distintos. Para usar una metáfora, si mi genialidad es ser un pescado, no me pidan que trepe árboles; si, en cambio, mi genialidad es la del mono, no me pidan que cruce el río de la Plata, porque me voy a ahogar en dos minutos. La clave, entonces, está en entender cuál es el genio de cada uno para que ese genio se luzca y pueda participar en un plan más grande, teniendo el impacto que puede tener.

Conocer ese potencial no debe ser una tarea fácil.

Es una de las cosas más difíciles, tanto a nivel personal como pensando en los demás. A veces, lo mejor que te puede pasar es estar con “locos”, entendidos como aquellas personas que son distintas, diferentes, desencajadas. Si nos tenemos que preparar para el futuro, los únicos que con seguridad no van a encajar en ese futuro son los que encajan perfectamente hoy. Lo único que sabemos es que el mundo está cambiando y lo va a seguir haciendo. Cuando empezás a pensar así, te das cuenta de que esos “locos” pueden aportar mucho, te completan. Tendemos a querer estar siempre con gente que satisface el estándar. ¿Cuánto te enriquece a vos estar con un “clon” tuyo? Más allá del hecho de ser iguales y predecibles, a vos no te agrega nada. En cambio, mientras más distinto, potencialmente más te puede completar y hacer ver las cosas desde otra perspectiva.


“Hay que entender que lo único que nos enriquece no es decir lo que ya sabemos, sino escuchar lo que tal vez no sepamos”.


El juego de la vida

En repetidas ocaciones te escuché referirte a tus roles en diferentes trabajos como un juego. ¿Cómo es esa perspectiva?

Todo es un juego. Lo que hay que entender son las reglas. Si uno cree que tiene sentido cambiar de juego, hay que tratar de cambiar las reglas. A veces es difícil, pero muchas veces se puede. Nosotros tenemos el inconsciente, la intuición, la energía, algo a nivel no consciente que normalmente la tiene mucho más clara y nos manda mensajitos. A veces le damos bolilla y otras, no. En general, cuando no le damos bolilla, estamos en un problema; nos enfermamos, nos estresamos y nos sentimos mal. En cambio, cuando le prestamos atención, todo fluye naturalmente, sin esfuerzo, y nos reímos, nos divertimos y brillamos. Pero eso que nos hace brillar y sentirnos bien es muy antiintuitivo. La clave es estar sensibles para entender esos momentos y determinar qué es lo que en verdad nos gusta. No lo que decimos que nos gusta o lo que nos dicen que nos gusta, sino lo que en serio nos satisface. Tenemos que conectarnos con eso y usar esos roles inteligentemente. Podemos usar un rol en un momento y otro, en otra situación. Podemos ser muchas personas, con distintas maneras de aportar.

¿Hiciste algún click en algún momento o reflexionaste acerca de esto en retrospectiva?

Un poco de ambas cosas. Ver gente funcionando bien te ayuda a verte a vos mismo. Nosotros tenemos un coach japonés, que se llama Yasuhiko Genku Kimura. Lo veo como un tipo tan genial en muchas dimensiones, y se divierte todo el tiempo. Pero tiene un impacto a todos los niveles. Ahora estamos con un problema entre algunos de los socios de LetGo, y Yasuhiko nos ayudó a desatar rápidamente el problema con herramientas no tradicionales de comunicación. Uno se engancha con tonterías.

¿Cuál es esa manera de enfocar la comunicación?

Si se pensase la comunicación como un proceso en el que uno se beneficia de lo que el otro dice, porque eso completa la propia perspectiva, se podría alcanzar una perspectiva más amplia y tomar decisiones más convenientes. Cuando empezás a entender eso, lo vas a querer escuchar, porque es lo que te conviene, es lo que completa tu perspectiva. Hablás menos y escuchás más porque te conviene. Sin embargo, la mayoría de la gente está todo el tiempo tratando de convencer a otras personas. Los políticos, por ejemplo, no escuchan; solamente hablan. Hay que entender que lo único que nos enriquece no es decir lo que ya sabemos, sino escuchar lo que tal vez no sepamos. Y eso, que parece tan elemental, es clave. Pero hay que escuchar en serio; cuando alguien te termina de dar su perspectiva, hay que frenar y decirle que entendiste su perspectiva y si estás o no de acuerdo. Pero entenderla en serio. No estar pensando en cómo rebatirla. Ese proceso, que parece una obviedad y una tontería, no pasa. Al final, vos tenés una organización donde eso empieza a ser más común y la gente va y se divierte. Pero tenés que generar un espacio para lograrlo.

¿Cómo generás esos espacios en tus empresas?

Arranca con la elección de socios: gente sana, bienintencionada, con buena onda, simple, no enroscada, divertida. Es la primera elección que uno hace. Después están las reglas de juego que uno pone. Hay un sistema de premios y castigos formal, y otro informal. Si el sistema de premios y castigos es atractivo para la gente sana, entonces va a venir más gente sana. Si es atractivo para gente nociva, esos son los que van a venir. Tiene que ser un sistema transparente, meritocrático, claro. Si es algo opaco, basado en amiguismo, vertical, atrae a otro tipo de gente, que se mueve bien en esos contextos.

¿En OLX tuviste un co-comando? ¿Cómo fue esa experiencia?

Sí, con Fabrice Grinda. Fue muy divertido. Yo nunca había sido co-CEO. Nos juntamos en 2006: yo había vendido DeRemate y Fabrice había vendido Popclan. No nos podíamos poner de acuerdo en quién debería manejar OLX. Ninguno de los dos había tenido vacaciones reales en casi cinco años. Así que él vino a Argentina por primera vez y decidimos ir al glaciar Perito Moreno, al hotel “Los Notros”, a pensar. Nos salió una fortunita, pero acordamos no irnos hasta que no decidiéramos el plan de negocios y cómo organizarnos. Pasaban los días y nos salía carísima la historia. Hasta que dijimos: “Como no nos ponemos de acuerdo, vamos a ser los dos”. Entonces decidimos ser co-CEO y funcionó muy bien. Él estaba en Nueva York y yo, en Buenos Aires. Por ahí, en una misma ciudad, no hubiéramos funcionado. Yo aprendí mucho de Fabrice.

Emprender de verdad

¿Está sobrevalorado hoy en día el concepto de “emprendedor”?

Cuando se usa mucho una palabra para algo, te das cuenta que está mal usada. Lo que pasa es que vivimos en un mundo en el que por décadas ha habido poco entrepeneur de verdad. En Argentina, en los últimos 30 años, casi todas las grandes compañías que han tenido ganancias reales importantes lo han hecho de la mano del Estado. La norma era que si uno quería construir algo importante y ganar mucha plata, tenía que hacerlo con el Estado. Para eso no hace falta ser creativo, innovador o arriesgado. Lo importante es hacer lobby, a veces la corrupción, saber manejarse en contextos monopólicos… Todas estas habilidades no son muy conducentes para construir el país y una economía donde haya movilidad social, equidad y generación de riqueza. Eso es más parecido a los sistemas que funcionan en los países rentistas, donde es muy difícil tener éxito, excepto para ese pequeño grupo de rentistas. Entonces, como venimos de ahí y la contracara de eso es el emprendedor que corre riesgos, crea capital, aporta valor y es meritocrático, el que busca despegarse de lo anterior dice que es emprendedor.

¿No todos pueden ser emprendedores?

Todos podemos ser emprendedores de nuestra vida, como también somos artistas de nuestra vida. Nos creamos a nosotros mismos. Pero, desde el punto de vista de la creación de proyectos y compañías sustentables en el largo plazo, a pesar de que hay pizzerías y compañías nuevas de taxis todos los días, no tantos proyectos son verdaderamente grandes, de los que se hable por generaciones y que tengan un impacto gigante. Hubo un momento extraordinario entre 1999 y 2000, cuando nacieron MercadoLibre, DeRemate, Despegar, Patagon, ElSitio, StarMedia… Un poco más tarde, Globant y OLX. Pero después, por diez años, no apareció ninguna empresa grande con aspiración global. Fue un páramo. Creo que eso demuestra que algo cambió. No sé si como sociedad nos asustamos con cómo se nos pinchó el globo con el “corralito” y todo ese circo. Fue un golpe bastante duro.

-¿Te parece que ese golpe tarda en sanarse?

Sí, especialmente cuando nos equivocamos como sociedad con el diagnóstico. Creo que eso es lo peor, porque, entonces, no fue muy útil ese sufrimiento. Los sufrimientos a veces son buenos. Por ejemplo, si bien obviamente nadie cree que sea buena una guerra, Europa aprendió muchísimo de la Segunda Guerra Mundial. Probablemente si no hubiera habido Segunda Guerra Mundial, tampoco se hubiera establecido la Comunidad Europea. La relación entre Francia y Alemania en los últimos 50 años nace de una decisión profunda de sus pueblos, que no querían más ese enfrentamiento. Es increíble el nivel de tolerancia que existe hoy en Alemania y viene de lo que la sociedad incorporó a partir de lo que fue capaz de hacer con el pueblo judío. Hay aprendizajes reales. La hiperinflación que tuvo Alemania entre guerras hace que hoy tengan la moneda más fuerte del mundo, más estable, etc. Nunca van a tener déficit fiscal. Nosotros, en cambio, tuvimos hiperinflación, tuvimos violencia y aprendimos muy pocas cosas. O sea, como sociedad, uno se hubiera imaginado que después de lo que ocurrió en 2001, 2002 y 2003, acá nunca más iba a haber inflación, porque la mitad del país estuvo en la miseria como consecuencia del desmanejo fiscal. Podríamos haber pensado que nunca nadie más iba a votar a los partidos políticos que nos llevaron a esa situación. Hay algo colectivo muy raro, por lo cual la gente no asocia causas con consecuencias. Se piensa que alguien en algún lado es responsable de nuestros males y no nosotros mismos ni los políticos ni los empresarios corruptos. Lo mismo ocurre con la corrupción: Argentina es el país del mundo con la población menos indignada por la corrupción. Hay corrupción en muchos países del mundo; lo que no hay es el nivel de tolerancia frente a la evidencia que existe en la Argentina. Si no aprendemos, somos como el chiquito que se sigue equivocando y sufre.


La respuesta más efectiva a la destrucción del medio ambiente por un consumismo exagerado es que la gente tome conciencia, no tanto que los gobiernos tomen las decisiones”.


Se dice que Argentina es rica, de sus recursos y que, sin embargo, mantenemos niveles de pobreza altísimos.

Argentina es pobre. No es rica. Si fuéramos ricos, no tendríamos el 30 % de pobreza. ¿Qué es rico en la Argentina? ¿El suelo? No. Uno es rico si su gente es rica. Acá un tercio, por lo menos (yo creo que en realidad es más del 50 %), es pobre. ¿Por qué? Porque hacemos muchas cosas horriblemente mal. Argentina podría ser rica, sin dudas, porque tenemos todo: recursos naturales, agua, convivencia sin problemas religiosos, estamos lejos de los focos de conflicto del mundo… Podríamos exportar energía si lo hiciéramos mínimamente bien. Y, sin embargo, tenemos altísimos niveles de pobreza. Comparémonos con Singapur, una roca sin nada en Asia, que hoy tiene cinco veces nuestro producto bruto. Holanda no debería existir, debería ser un lago; sin embargo, es un país con “pobreza cero” de verdad y además la población es feliz. En Dinamarca, otra roca árida, la población tiene el índice más alto de felicidad del mundo. Corea del Sur era un país arrocero y analfabeto hace 50 años. Pensemos que Argentina fue el segundo país alfabetizado de Occidente y hoy dónde estamos… Eso también influye sobre los entrepeneurs, porque a los sobrevivientes de las crisis les genera reflejos y herramientas para adaptarse, pero no vale la pena el costo. Prefiero no ser masoquista.

Soltar

Tus empresas tienen mucho que ver con desprenderse de lo que uno no necesita. ¿Responden a un signo de la época?

Sí, totalmente. Yo me di cuenta en forma más clara con LetGo, pero es la misma línea en DeRemate y en OLX. El problema más grande que tenemos en este momento es el ecológico. Estamos matando el planeta. Si analizás los últimos cien años, la población del mundo se triplicó y, durante mucho tiempo, la discusión era cómo íbamos a hacer, cuando eso efectivamente ocurriera, para alimentar a toda la población y generar los bienes para que todos pudiéramos vivir bien. Como pensábamos que eso era imposible, teníamos la visión de Armageddon, donde iba a haber guerras por el agua, todos nos íbamos a morir de hambre y el planeta iba a vivir una catástrofe. En lugar de eso, lo que pasó fue que el consumo aumentó 17 veces. ¿Por qué? Contrariamente a lo que los expertos vaticinaban, no ocurrió ningún cataclismo y hoy consumimos mucho más que antes. En el mundo –no en Argentina– bajó la tasa de pobreza enormemente y los niveles de vida aumentaron. Todo eso, principalmente, gracias a la tecnología, que eficientizó los procesos y, a través de los aumentos de productividad, es posible generar el output que hoy tenemos y que nos permite vivir como vivimos. Ese es el lado positivo.

¿Cuál sería, entonces, el aspecto negativo de este proceso?

Lo malo es que estamos destruyendo el planeta. La respuesta más efectiva a ese problema de destrucción del medio ambiente por un consumismo exagerado es que la gente tome conciencia, no tanto que los gobiernos tomen las decisiones. Estos últimos ya demostraron que son ineficientes, torpes y además tienen incentivos equivocados. La población sí puede reaccionar masivamente y producir un cambio cultural: tiene que pensar en comprar usado antes que adquirir productos nuevos. Para el comprador es atractivo adquirir algo con un nivel de productividad similar por un precio 40 o 50 % menor. Por su parte, el vendedor gana plata, cuando la alternativa hubiera sido tirar su producto a la basura. También genera capital social, porque implica un contacto persona a persona: la gente que vende siente que está haciéndole un bien al otro, porque se lo está vendiendo subsidiado; el que compra siente que está ayudando al otro. Además, el planeta se beneficia. Este tipo de transacción es la única que no consume agua ni energía, y encima disminuye la basura. Todas las demás alternativas, incluido el reciclado, generan un impacto negativo en el ambiente. Por primera vez, a través de plataformas como LetGo u OLX, la tecnología es parte de la solución. Hasta ahora era parte del problema porque, si bien aceleraba los procesos, también generaba otros impactos: el mundo tenía un 85 % de pobres y hoy tiene un 30 %. Ese milagro en la historia de la humanidad pasó, en gran medida, por la tecnología. Lo malo es que el mundo tenía 1000 años de vida proyectada si no modificábamos nada y ahora tiene entre 70 y 200. Eso es ya. Yo siento que iniciativas como estas son parte de la solución y están ayudando a un cambio cultural.


Mecenas versión siglo XXI
Opina Juan Ignacio Cánepa

Entre todas las etiquetas que se le pueden poner a Alec Oxenford, está la de mecenas. Más allá de las becas que otorga, él mismo es un coleccionista avezado de arte contemporáneo. Una visita a su casa implica un paseo por la obra de diferentes artistas actuales, vivos (uno solo falleció, aclara el emprendedor).

En palabras del propio Alec, “ser mecenas en el siglo XXI es comprar arte contemporáneo, y eso es una manera directa de financiar la producción de cultura”. Muy pocos artistas actuales son famosos y venden obras caras. “La gran mayoría son desconocidos, incomprendidos y no tienen ingresos. Entonces, la única manera de que puedan seguir produciendo –y no tengan que ganarse la vida con otro trabajo para poder sobrevivir– es comprarles obras”, resume.