La gran sorpresa en la carrera demócrata a la Casa Blanca es Pete Buttigieg, quien ha disputado las dos primeras citas electorales cabeza a cabeza con Bernie Sanders, mientras Joe Biden y Michael Bloomberg esperan dar el zarpazo.
Luego del sonado fracaso del impeachment al presidente Donald Trump, la oposición demócrata se encuentra enfrascada en la ardua tarea de seleccionar al candidato para enfrentar al mandatario en las elecciones del 3 noviembre. El número mágico para conseguir la nominación en la Convención Demócrata, que tendrá lugar del 13 al 16 julio en Milwaukee (Wisconsin), es 1991 delegados, sobre un total de 3979 -sin contar los 771 “superdelegados”, que tendrán un papel clave en caso de que ningún candidato consiga la mayoría simple de los votos-.
Hasta el momento hay doce candidatos, pero solo un reducido número mantiene reales chances de imponerse. El pelotón está encabezado por el exalcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg, en una reñida disputa con el veterano senador por Vermont, Bernie Sanders. Buttigieg y Sanders lograron imponerse, respectivamente, en las asambleas (caucus) de Iowa y en las primarias de New Hampshire. El gran favorito, Joe Biden, exvicepresidente de Barack Obama, no termina de despegar; en tanto que las senadoras Elizabeth Warren y Amy Klobuchar buscan capitalizar el voto femenino. En marzo será el lanzamiento del exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, un magnate que está en condiciones de autofinanciarse y de disputar a Trump parte del voto republicano.
BERNIE SANDERS, UN IZQUIERDISTA IRREVERENTE
A sus 78 años, el senador Bernie Sanders cuenta con una larga carrera a sus espaldas y está curtido en la victoria y en la derrota. El 3 de marzo de 1981, en plena revolución conservadora de Ronald Reagan, este outsider proveniente de las filas de la izquierda fue elegido alcalde de Burlington, la principal ciudad del estado de Vermont, fronterizo con Canadá. Este neoyorquino, judío de origen polaco, gobernó durante ocho años. Uno de sus mayores éxitos fue la creación, con el apoyo del municipio, del Champlain Housing Trust (CHT), que facilitó el acceso de la población a la vivienda y hoy gestiona un total de 3000 apartamentos y casas con alquileres asequibles.

Elegido en 1990 como candidato independiente por el estado de Vermont, ocupó durante 16 años un escaño en la Cámara de Representantes, desde donde votó en contra del envió de tropas al Golfo Pérsico en 1991 y a Irak en 2003. También fue un duro crítico de la Patriot Act, que limitó los derechos civiles de los ciudadanos estadounidenses luego de los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono en 2001. En 2006, con el apoyo de los demócratas y del propio presidente Barack Obama, fue elegido como senador. Sin embargo, fue un duro crítico del salvataje a los bancos durante la crisis financiera de 2008, se opuso al nombramiento de Timothy Geithner como secretario del Tesoro y amagó con presentar su candidatura en 2012, aunque finalmente desistió y Obama consiguió fácilmente ser reelegido sin competencia interna. En 2016, finalmente, lanzó su carrera presidencial contra Hillary Clinton. A pesar de la derrota, fue un rival muy competitivo y desgastó a la favorita del establishment demócrata, que terminaría siendo derrotada por Donald Trump en las elecciones generales.
Ahora Sanders redobla su apuesta y en su nueva carrera hacia la Casa Blanca cuenta con importantes apoyos dentro del Partido Demócrata, como el del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y la ascendente representante de origen puertorriqueño, Alexandra Ocasio-Cortez, convertida en el azote de Donald Trump y dura crítica de sus políticas migratorias. El propio Sanders ha calificado al actual mandatario de “mentiroso patológico” y de “vergüenza” para su país. En materia económica, afirma que “el pueblo estadounidense está harto y cansado de subsidiar la codicia de algunas de las corporaciones más grandes y rentables de este país”, y ha prometido una subida en el salario mínimo hasta llevarlo a un nivel de “subsistencia digno”.
PETE BUTTIGIEG, EL “TAPADO” QUE PODRÍA DAR EL BATACAZO
El exalcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg, de 38 años, se ha convertido en la gran promesa demócrata en estas primarias. Hijo de un inmigrante maltés -Joseph Buttigieg, traductor de Antonio Gramsci- y de una profesora de la Universidad de Notre Dame -Jennifer Anne Montgomery-, contrajo matrimonio en 2016 con Chasten Glezman, un maestro de escuela siete años menor que él. “Disfruto demostrando a la gente que un matrimonio gay es como uno heterosexual. También nos peleamos por sacar la basura y hacer la colada y vamos juntos al súper”, afirmó Glezman en diálogo con la cadena CBS.

Durante sus años de estudiante en Harvard, Buttigieg fue presidente del Instituto de Políticas Públicas y participó en la fundación del Proyecto por el Renacimiento Demócrata, una iniciativa que buscaba generar nuevas ideas dentro del partido. Cursó también en estudios de filosofía, política y economía en Oxford, gracias a una beca Rhodes. Antes de entrar de lleno en la actividad política, trabajó durante dos años en la consultora McKinsey, lo que le ha granjeado algunos cuestionamientos dada la cercanía de esa firma con el establishment empresarial.
Crítico del desmantelamiento del Estado social en las últimas décadas, Buttigieg afirma que “el neoliberalismo forma parte del consenso económico y político que ha gobernado durante los últimos cuarenta años en EE. UU. y Gran Bretaña, y su fracaso ayudó a producir la elección de Trump”. “Estamos pagando las consecuencias de haber permitido que muchas de estas cosas ocurrieran”, razona, al tiempo que apunta contra el “fanatismo” de los neoconservadores que dominaron la escena durante los ocho años de gobierno de George W. Bush.
Con una agenda pragmática, que incluye el impulso a medidas más estrictas para la tenencia de armas, mayores impuestos a los sectores acomodados de la sociedad y una decidida regulación ambiental para hacer frente al cambio climático, Buttigieg también apunta a modificar de cuajo el sistema político de EE. UU. Entre sus propuestas más drásticas, se encuentran la elección directa del presidente -eliminando el colegio electoral- y la “despolitización” de la Corte Suprema, que contaría cinco jueces elegidos por cada partido y otros cinco magistrados rotativos procedentes de los Juzgados federales de EE. UU.
BIDEN Y BLOOMBERG, LAS APUESTAS DEL ESTABLISHMENT
El fracaso de Hillary Clinton en la última campaña electoral no parece haber hecho mella en el grupo dominante del Partido Demócrata. A sus 77 años, el experimentado exsenador por Delaware (escaño que ocupó entre 1973 y 2009) y vicepresidente de Barack Obama durante sus ocho año en la Casa Blanca (2009-2017) ha recibido apoyos de costa a costa, desde el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, hasta el alcalde de Los Angeles, Eric Garcetti. Sin embargo, su candidatura no termina de despegar.

Crítico de la política exterior de Donald Trump, Biden acusó al mandatario de “haber mentido rotundamente” para justificar la operación militar que terminó con la vida del dirigente iraní Qassem Suleimani. También cuestionó los resultados de la denominada “fase uno” del acuerdo para poner fin a la guerra comercial con China, al señalar que el mandatario “obtuvo muy poco a cambio del significativo sufrimiento e incertidumbre que impuso a la economía, los agricultores y los trabajadores estadounidenses”.
Por su parte, el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, de 78 años, aún no ha entrado en la carrera demócrata y se apresta a lanzar su candidatura durante el “supermartes” del 3 de marzo, cuando se votará en 14 estados. Sus principales fortalezas son su inmensa fortuna -es la 12º persona más rica del mundo- y su capacidad de pescar votos en el electorado republicano. Busca disputar el voto centrista a Biden y no le teme a entrar en un cuerpo a cuerpo con Donald Trump. Hasta la fecha, ha logrado concitar el apoyo de los exalcaldes de Miami, Manny Díaz, y de Los Angeles, Antonio Villaraigosa; y de la gobrernadora de Rhode Island, Gina Raimondo.
WARREN Y KLOBUCHAR, DOS CANDIDATAS AGUERRIDAS
El pelotón de candidatos que ya cuentan con delegados para la Convención Demócrata se completa con las senadoras por Massachusetts, Elizabeth Warren, y por Minnesota, Amy Klobuchar. Ambas lograron una discreta performance en Iowa y New Hampshire y apuestan a dar el zarpazo capitalizando el voto femenino.
Warren, una abogada de 70 años especializada en derecho del consumidor, se presenta como la abanderada de la clase media y la enemiga del sistema financiero y de los millonarios de Wall Street. Su agenda progresista incluye, además, la universalización del sistema de salud, con su propuesta “Medicare for all”; una subida del salario mínimo; y la aplicación de la legislación antimonopolios a los gigantes tecnológicos Amazon, Apple, Facebook y Google.
Por su parte, Kolubachar, abogada de 59 años, presenta un perfil más centrista. Su ingreso a la vida pública fue relativamente tardío: a los 39 años, luego de una larga trayectoria como socia de distintos bufetes legales de Minnesota, fue elegida como fiscal del condado de Hennepin. En 2006 fue la primera mujer elegida para el Senado en representación de su estado y ha mantenido una línea progresista en las votaciones sobre derecho al aborto y matrimonio igualitario. Apoya una reformulación del plan de salud aprobado durante la gestión Obama, conocido como “Obamacare”.
Las próximas dos citas electorales serán las primarias de Nevada, el próximo 22 de febrero, y las de South Carolina, el 29 de febrero; aunque las mayores definiciones se conocerán después del “supermartes” -3 de marzo-, cuando estarán en juego 1375 delegados de 14 estados.