Con el respaldo de 23 de los 33 países que participaron de la asamblea extraordinaria en Washington, el uruguayo Luis Almagro continuará al frente de la Organización de Estados Americanos (OEA) hasta 2025.
El excanciller uruguayo, nacido en 1963 en la localidad de Cerro Chato, en el departamento de Paysandú, cuenta con una larga experiencia a sus espaldas. Diplomático de carrera, trabajó en las representaciones de su país en Alemania e Irán, y fue embajador en República Popular China durante cinco años, antes de ser convocado por el entonces presidente José ‘Pepe’ Mujica para hacerse cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores en 2010. Fue elegido por primera vez como secretario general de la OEA en marzo de 2015, con el apoyo de 33 de los 34 países de la organización. Diez de esos Estados que lo habían apoyado hace cinco años –entre ellos, la Argentina– volcaron ahora su apoyo hacia la excanciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa, cuyo lema de campaña fue “Unidad en la diversidad”.
“La democracia es el principal instrumento de desarrollo porque permite que las instituciones den soluciones a los intereses de la gente y a los problemas de los pueblos”, aseguró Almagro a DEF y no dudó de calificar de “represivo” al “régimen de Nicolás Maduro” y de acusarlo de cometer “crímenes de lesa humanidad”. Sin medias tintas, denunció: “Hay sectores del ELN (Ejército de Liberación Nacional), grupos disidentes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), Hezbollah, los carteles de la droga y otros elementos del crimen organizado internacional que operan en su territorio. Lo peor de lo peor opera en Venezuela, y está destruyendo el país y los derechos del pueblo venezolano”.
“Cuatro millones de venezolanas y venezolanos han dejado su país para sobrevivir y la causa es una sola: la dictadura usurpadora que los ha hambreado, enfermado y perseguido”, explicó. “No está en la voluntad del régimen hacer concesiones que lleven a la democratización del país”, añadió el líder de la OEA, al tiempo que invocó la denominada “responsabilidad de proteger” como “instrumento del derecho internacional para hacer frente a la situación humanitaria extrema” que vive el pueblo venezolano. “La no injerencia como principio no puede ser utilizada para dejar sin efecto la obligatoriedad de lo pactado”, completó.
“El régimen represivo de Nicolás Maduro está destruyendo su país y avasallando los derechos del pueblo venezolano”, sostuvo el hombre fuerte de la OEA.
Almagro también apuntó sus dardos contra el gobierno cubano: “La dictadura de Cuba es probablemente el ejemplo más perfecto de la mitología de la miseria y de las violaciones de los derechos humanos. Es imprescindible que el régimen caiga porque esa es la única forma de terminar con la impunidad en materia de corrupción, de violaciones de los derechos humanos y de crímenes de lesa humanidad en la isla”. Consultado sobre su propuesta de 2010 de “acercar a Cuba a la OEA”, negó “haber cambiado de opinión en absoluto” y aclaró que en ese momento la isla se encontraba en “un proceso de apertura política y económica, como resultado de sus negociaciones con EE.UU. para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas”. Adujo que “ese proceso se revirtió luego de la visita del expresidente Barack Obama” y que “los retrocesos en La Habana han sido cada vez más notorios”. Tampoco ahorró críticas a “la exportación del modelo represivo cubano, que debería hacer sonar la alarma en todos los Estados democráticos”.

Hace algunos meses atrás, el hoy reelecto secretario general de la OEA también mostraba su preocupación por la situación en Nicaragua e instó a ese país centroamericano, gobernado por el histórico líder sandinista Daniel Ortega, a recuperar “la ruta de la institucionalidad, la democracia y la justicia”; al mismo tiempo, llamó al resto de los países del continente a evitar que “Nicaragua caiga por el mismo precipicio de Venezuela”. Otra de sus preocupaciones era el drama de los migrantes centroamericanos y, en relación con ese tema, expresó: “Desde la OEA hemos apoyado el plan integral de México para América Central y para el Triángulo Norte –Honduras, Guatemala y El Salvador– y creo que puede dar buenos resultados a la hora de generar las condiciones para estabilizar algunas de las dinámicas sociales que hoy sufren”. “El objetivo siempre debe ser el bienestar de las poblaciones y no el rédito político ni la utilización política de esas circunstancias”, añadió.
“Los modelos de gobierno mesiánico terminan favoreciendo la impunidad y desestructurando la independencia de la Justicia”, dijo Almagro.
“La enfermedad de la corrupción hace que la democracia se debilite y empiece a generar importantes disfuncionalidades”, señaló Almagro respecto a la corrupción en latinoamérica. En ese sentido, alertó sobre los peligros de “los modelos mesiánicos, alejados del escrutinio público y de los derechos de la población”. “Esos esquemas terminan favoreciendo la impunidad de las autoridades y desestructurando la independencia de la Justicia”, concluyó.