La opinión de Mario Montoto, presidente de TAEDA, sobre las nuevas amenazas que acechan en el ciberespacio.
La defensa y la seguridad siempre fueron temas de principal interés para DEF en sus diez años de circulación. Estos tópicos se analizaron en todo su arco de expresión, desde las exhibiciones del más clásico hard power, hasta los sutiles modos del poder blando.
Pero a lo largo de esta década, al tiempo que se desarrollaban notables avances en las industrias de la informática y las telecomunicaciones, se fue haciendo cada vez más presente una nueva forma de ejercer el poder.
Una guerra silenciosa, pero no menos contundente, se estaba librando (y se libra) a cada hora, minuto e, incluso, segundo. Un combate que involucra a todos por igual. Desde grandes instituciones gubernamentales, hasta usuarios particulares. Es un nuevo campo de batalla para los ejércitos, pero también un nuevo camuflaje que adopta el delito mundial. Hablamos de todas aquellas acciones que comprenden la ciberdefensa y la ciberseguridad, según el caso.
Ambos conceptos son amplios y tienen numerosas interpretaciones, pero desde DEF y TAEDA venimos tratando de descifrarlos y aclararlos. Creemos que el ciudadano del siglo XXI no puede permanecer ajeno a estas nociones, porque, después de todo, lo afectan directamente. Ya sea porque, por ejemplo, un ataque de la división informática de un ejército pueda alterar el suministro eléctrico de una ciudad, o porque un pirata informático se haga con los datos de identidad de millones de personas, todos, de una forma u otra, estamos a la merced de estas verdaderas armas intangibles compuestas por “ceros y unos”.
En nuestra revista dedicamos extensos informes de tapa a las diferentes aristas que tiene la ciberdefensa. No solo nos interesamos por los sistemas puntuales de ataque y sus contramedidas, o sea, la ciberguerra en sí, sino que tratamos siempre de llegar al fondo del asunto y de mostrar el plano general, para entender qué hay más allá de los hechos noticiosos que se publican casi a diario en los medios, y para saber cuál es la mejor forma de prepararnos.
También seguimos de cerca todo lo referente a la ciberseguridad. A través de extensas notas y de columnas de especialistas, advertimos sobre las nuevas formas que adoptaba el crimen: robos de identidades, estafas electrónicas, ciberlavado de dinero y amenaza de pedófilos en línea. Una realidad que se halla en permanente cambio.
A su vez, estos mismos temas estuvieron siempre presentes en las agendas de los seminarios internacionales sobre defensa y seguridad hemisférica que organizó TAEDA en Washington, Bogotá y Buenos Aires en los últimos años. Incluso, hace apenas un mes, realizamos junto a la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) una jornada académica exclusivamente dedicada a la ciberdefensa y ciberseguridad, donde diferentes expertos del país y del exterior expusieron el “estado del arte” en la materia. Confiamos en seguir organizando jornadas como esta en diferentes ciudades del interior argentino.
A pesar de que el tema involucra alta tecnología y de que evoluciona a pasos agigantados, la ciberdefensa y la ciberseguridad no se conjugan en futuro, sino en presente. Conforman una realidad actual que está en pleno debate a nivel mundial. Por más que impliquen los más novedosos adelantos tecnológicos, ya no podemos referirnos al tema como algo totalmente “nuevo”.
Es verdad que existen algunos Estados más adelantados en la materia, pero creemos que no es tarde para ponerse a la par. Tenemos en Argentina recursos humanos a la altura de lo que exigen estos tiempos. Creemos que el trabajo conjunto del gobierno, la academia y el sector privado puede generar el motor de desarrollo deseado. Un desarrollo en el que también le corresponde participar a la sociedad civil como parte activa e interesada.
Alimentar esa conciencia en dirigentes de toda índole y en el gran público es nuestro desafío en TAEDA y en DEF. Desafío que tomamos hace ya diez años y que vamos a continuar.