La escritora argentina, autora de la célebre novela “La tierra del fuego”, elige cinco obras literarias y explica su conexión con ellas.
1. Robinson Crusoe, de Daniel Defoe
Lo leí por primera vez a los doce años. Libro fundacional en mi historia como lectora: tenía aventura, el sabor de lo desconocido, el terror de la soledad extrema, la fantasía universal del abandono en un lugar desierto. La heroica resistencia de Robinson a las adversidades. Marcaría mi gusto por los libros de aventuras y viajes.
2. El inglés de los güesos, de Benito Lynch
Novela maravillosa y frecuentemente olvidada de la literatura argentina. Imborrable en la memoria, la llegada de Mr. James, el paleontólogo, al puesto de la estancia. Alto y flaco como una estaca, montado en el petiso de los mandados, lleno de bártulos y con una sombrilla roja. Y el personaje de Balbina, y una historia de amor imposible, melancólica, tan bien contada. Y sobre todo, el habla de los personajes reflejada a la perfección.
3. La Sra. Dalloway, de Virginia Woolf
Como me interesa tanto la historia que cuenta una novela como la forma que el escritor buscó para contarla, esta novela de 1925 me deslumbró desde que la leí por primera vez, y llevo releyéndola años. V.W. enseña. Su visión de Londres en unas horas, el punto de vista que salta de un personaje a otro a medida que se cruzan, en la ciudad o en la vida, es la muestra de un virtuosismo superior, de un extraordinario manejo de la forma “novela”.

4. Anna Karenina, de León Tolstói
Novela oceánica que contiene todas las enseñanzas que puede dar un escritor inmenso en todos los sentidos posibles. Absorbe al lector de tal modo, que sus personajes se vuelven más reales que la gente que lo rodea, y lo que les sucede tiene más interés que la vida real. Al menos, así me pasó a mí cuando la leí por primera vez. Al mismo tiempo que leemos una novela como obra de arte, leemos una época y el vaticinio de lo que vendrá.
5. Crónicas marcianas, de Ray Bradbury
Libro cercano, leído en la adolescencia, al que quiero especialmente. Una imaginación nueva se presentó ante mí, viajes interplanetarios sustentados en un humanismo sorprendente, advertencias sobre cómo los hombres estropeamos este planeta y podemos llegar a destruir otros. Y la dimensión total de Bradbury como uno de los cuentistas más extraordinarios del siglo XX.

Más sobre Sylvia
Participó de las revistas literarias El Escarabajo de Oro y El Ornitorrinco. Su novela La tierra del Fuego (1998) fue ganadora del premio Sor Juana Inés de la Cruz y traducida a más de diez idiomas. Trabaja en el departamento de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Su último libro es La vida invisible (Ampersand).