¿Qué dejó la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, celebrada en Río de Janeiro? Por Susana Rigoz
Considerada una nueva oportunidad de pensar el futuro del planeta y de elaborar estrategias orientadas a frenar la destrucción medioambiental y luchar contra la pobreza, fomentando la equidad social, se llevó adelante esta tercera Cumbre de la Tierra, de la que participaron 193 países, representantes de los gobiernos y del sector privado, líderes mundiales y organizaciones no gubernamentales.
Esta cumbre fue convocada a veinte años de la primera conferencia, realizada en 1992, en la cual los 172 países participantes aprobaron diversos documentos entre los que se destacan el denominado Programa 21, un plan de acción que establece objetivos medioambientales y de desarrollo; la Declaración de Río, donde se definen los derechos y deberes de los Estados; la Declaración de Principios sobre los Bosques; y las convenciones sobre el cambio climático, la diversidad biológica y la desertificación, acuerdos que marcaron las políticas públicas globales hasta la actualidad.
En esta ocasión se renovaron los compromisos anteriores y se establecieron, entre los principales objetivos, la erradicación de la pobreza, la creación de un foro político de alto nivel para el desarrollo sostenible, el desarrollo de mecanismos de implementación de la economía verde, el fortalecimiento del programa de la ONU para el medio ambiente, el cambio de modelo de producción y consumo, la implementación de nuevos índices de medición de desarrollo que tengan en cuenta el desarrollo social y la protección ambiental, y la reiteración de los “Principios de Río 92”, entre otros.
En el documento final, denominado “El futuro que queremos”, se determinaron otros objetivos, tales como detener la pérdida de biodiversidad; mantener y restaurar los niveles de las pesquerías en los océanos; incrementar el acceso de las poblaciones al agua potable; compatibilizar el apoyo a la actividad minera con el impacto ambiental.
Mientras la comunidad científica se debate intentando analizar cómo sobrevivirá la humanidad en un planeta que para 2050 tendrá una población estimada en 9500 millones de personas, con su consecuente demanda de agua, alimentos y energía, la cumbre culminó en medio de críticas por la falta de compromisos y medidas concretas.