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La próxima revolución industrial

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En Argentina se consumen 500.000 botellas por hora. Nadie se pregunta cuál es el destino que tienen. Hoy, una iniciativa hace viable el reciclado del PET luego de su consumo. Un proyecto que no solo genera beneficios económicos sino que también evita el daño medioambiental. Por Patricia F. Mainardi / Foto: Giovanni Sacchetto

Se estima que en Argentina se producen 5000 toneladas de basura por día. Una cifra que es preferible ignorar teniendo en cuenta que es un verdadero problema tomar conciencia de que existe. Sin embargo, para la firma Cabelma, esta cifra representó una oportunidad. Hoy, lleva adelante un trabajo destacable en la planta recicladora de envases PET ubicada en General Pacheco, una de las más modernas del mundo. Con aproximadamente 10.000 m2 de superficie, emplea a más de 100 personas de manera directa, y busca procesar más de 70 toneladas diarias de botellas usadas.

Daniel Van Lierde, presidente de la empresa, señala que la planta no solo genera reciclado sino también beneficios económicos: “Nosotros nos hemos dedicado a esto porque para nosotros supone un negocio. Sin embargo, nos dedicamos a este negocio porque nos interesa el medioambiente. Este es el comienzo de una revolución industrial, entiendo que en un tiempo van a tener que surgir muchas plantas y empresas destinadas a reciclar los materiales que estamos tirando”.

El tereftalato de polietileno (más conocido por sus siglas en inglés, PET) es un tipo de plástico muy usado en bebidas. En la actualidad, el PET tiene tres usos: el textil, para fabricar fibras sintéticas, principalmente poliéster; la botella, ideal por su resistencia a agentes químicos, su transparencia y menores costos de fabricación;  y el film, utilizado en gran cantidad para la fabricación de películas fotográficas, de rayos X y de audio. El consumo mundial del PET se calcula en 12 millones de toneladas con un crecimiento anual de 6 por ciento. El problema ambiental de este material radica en que tan solo 20 por ciento del PET que se consume en el mundo se recicla, el resto se dispone en rellenos sanitarios y tiraderos a cielo abierto.

“A través de los años y décadas, con las mayores posibilidades de consumo, la basura ha ido incrementándose, tanto en complejidad como en diversidad. ¿Cuál es la tendencia? Que los envases sean más sofisticados, el problema de este tipo de basura se arregla prestándole atención, tiene que haber un análisis profesional, técnico y científico, para poder salvar a la basura. Porque en la medida en que sigamos así, se va a seguir acumulando y ya no se va a saber en dónde ubicarla” explica Van Lierde.

EL CAMBIO ESPERADO

En el país se consumen 500.000 botellas por hora, o sea que en dos horas se consumieron un millón. La planta presidida por Van Lierde se puede hacer cargo de 60.000 de ellas, por lo tanto, a lo largo del día, podrían ser 12 millones las botellas recicladas. En Cabelma se utilizan las botellas posconsumo, tiradas a la basura, para generar una materia prima en condiciones físicas y químicas idénticas a la materia prima virgen. La diferencia es que estas incorporan material reciclado en diferentes porcentajes, incluso llegan a producir envases con un 100 por ciento del material reciclado.

Para Van Lierde “la planta está diseñada para llegar a unas 170.000 botellas por hora. O sea que, algún día, tiene que llegar a haber otras plantas similares para poder cubrir la cantidad de botellas que se consumen diariamente. Esto es a lo que yo llamo una revolución industrial. El hecho de que nosotros reutilicemos las  botellas en vez de enterrarlas implica que la planta dedicada a producir material virgen puede exportar también el saldo de lo que nosotros procesemos”.

A pesar de que la empresa promete a los clientes que el reciclaje del PET para su uso cuesta lo mismo que generar el material virgen, aún son pocos los interesados. Para las firmas, supone un riesgo asumir una política ambiental, aun sabiendo que no tiene costos extras. Daniel Van Lierde se refiere a este obstáculo y sostiene: “Bajo el concepto de volver a incorporar porcentajes de materiales posconsumo, a los envases nuevos los estamos obligando a que diseñen envases amistosos con el ambiente. Entonces se van a ir corrigendo los envases de manera tal de incorporar el 10 por ciento de material reciclado el primer año, el 20 por ciento en el segundo año y así sucesivamente… No solamente generamos una demanda de basura sino que estamos virtuosamente obligándolos a diseñar algo amistoso”.

Pero los cambios que parecen generar plantas como estas no llegan a visualizarse aún. ¿La razón? No existe una ley de envases que obligue a las firmas a incorporar material reciclado a sus productos. Dicha actividad generaría un costo a las industrias. En la actualidad no existe demanda de basura, la basura continúa siendo del Estado y, como explica Van Lierde: “Qué mejor demanda que la de aquel que ha generado basura a través de su propio diseño”.

EN BUSCA DEL RETORNO

Los países desarrollados implementaron el reciclado de material PET. Japón, el país más avanzado en este campo, registró una tasa de reciclaje de botellas de PET (volumen total de recolección/volumen de botellas vendidas)  de 77,9 por ciento en 2009, según datos del Consejo de Reciclaje de Botellas de PET de ese país. Por su parte, Europa tiene cifras consolidadas de 48,3 por ciento, de acuerdo con la Asociación Europea de Reciclaje de Contenedores de PET (Petcore), y Estados Unidos de 28 por ciento, según la Asociación de Resinas de PET (Petra). En América Latina, se destaca Brasil con una tasa de 55,6 por ciento, seguido por Argentina con 34 por ciento, según reportes de la Asociación Brasileña de la Industria del PET (Abipet). En estos países, la problemática de la basura es de tal envergadura que decidieron ser responsables socialmente. Entre otros aspectos, cabe destacar que no solo reciclan sino que también clasifican la basura como medio de bajar los costos; obviamente, una lógica de premios y castigos termina de dar forma a esta política. En este sentido, el presidente de Cabelma explica: “Esto es realmente importantísimo, porque no es lo mismo reciclar una botella después de haber sido usada que reciclar una que estuvo en contacto con la basura. Por ejemplo, muchos nos preguntan qué hacemos con las tapitas. Lo cierto es que reciclar las botellas con las tapitas puestas es mucho más sensato, el envase es una cara exterior y una cara interior, el 100 por ciento de la superficie es la suma de ambas caras. Si a la botella después de consumirla la cierro, la contaminación puede ser solo exterior. Entonces, si el 50 por ciento no está contaminado los costos son menores. Incluso las tapitas se las podemos dar al Garraham, de forma gratuita, porque los costos de esta planta bajarían”. Por otro lado, y haciendo referencia a la legislación de los países desarrollados, para Van Lierde “Estos países tienen normas como el sistema de depósito de envases, según la cual la botella debe ser devuelta. Aquí, el envase con retorno tiene un depósito, con lo cual a mí me cobran por el envase, y si lo devuelvo me devuelven la plata. Ahora, si agarro un envase sin retorno, como no pagué por él lo dejo tirado. Estos países, en cambio, aplican el sistema de depósitos con envases no retornables, si el envase es devuelto ellos te devuelven el dinero. El supermercado paga al municipio por cada botella que no es devuelta”.

“Cuando nosotros desarrollamos este producto, tuvimos que tomar contacto con los técnicos del INTI para analizar cómo iba a ser el desarrollo del plástico reciclado, un aspecto muy importante porque este material iba a estar en contacto con alimentos. Con ellos participamos de charlas en Estados Unidos y Europa. Por otro lado, el Código Alimentario argentino prohibía el uso de productos reciclados en contacto con alimentos, tuvimos que generar concicencia para modificar la ley y, a su vez, tuvimos que hacerla compatible con el Mercosur”, explica Daniel Van Lierde. El trabajo que desarrollaron fue de tal envergadura que Brasil se interesó y adoptó la reglamentación argentina. A Brasil se sumaron Uruguay y Paraguay. En el año 2007, cuando comenzaban a materilizarse estos cambios, Brasil buscaba seguir a Argentina; hoy el país vecino tiene 17 plantas recicladoras, en Argentina hay solo una.

PROVEEDORES DE BOTELLAS

La importancia de Cabelma no solo radica en los beneficios que trae al medioambiente, sino en los que aporta a la economía. Como explicó su presidente, en la Argentina existen grandes cantidades de mano de obra no calificada, y la empresa necesita de ellos para reciclar los PET. En este sentido, Van Lierde sostuvo que “el municipio de Las Lomitas en Formosa o el municipio de Tilcara en Jujuy, pueden recibir a una fábrica, pero quizá esta no aporte mucho a su economía. Con la basura sucede lo contrario, porque si hay casi dos mil municipios que generan basura, estos residuos tienen un costo. Si por obra de algún legislador se obliga a las firmas a utilizar material reciclado en sus productos, los intendentes van a comenzar a vender la basura que generan. Va a terminar siendo un negocio federal que beneficiaría a todos”.

Cuando comenzaron, Cabelma se autodenunció con la Afip con el objetivo de ser asesorados sobre cómo manejar este personal, caracterizado por no facturar, sin evadir impuestos. El procedimiento los habilita a poder declarar quién les vende el material para poder pagar los impuestos que corresponden.

Aun así, para Cabelma, hay una especie de injusticia en el entorno. En general los proveedores prefieren mantenerse al margen y no facturar, ya que existen numerosos compradores que les dan esa opción. Pero al analizar más profundamente la situación, la injusticia radica en que en definitiva hay un envase que se puso virgen en el mercado, pero una vez en la basura deja de tributar, ¿por qué habría de tributar de nuevo? Esta injusticia no existe en países como Brasil, donde el reciclaje está exento.

En la actualidad, la planta genera 100 puestos de trabajo de forma directa, pero lo interesante radica en los miles que trabajan indirectamente. Porque para recolectar 1000 kilos se necesitan 30.000 botellas, y la planta consume unas 50 toneladas diarias, o sea que son procesadas 1 millón y medio de botellas por día. Estas botellas son juntadas manualmente por miles de personas. El de la basura es un mercado muy informal, sin embargo Cabelma logró que todos pagasen el IVA.

NEGOCIO CHINO

Argentina consume aproximadamente 200.000 toneladas al año de PET, de las cuales se recuperan 70.000 toneladas. De estas, Cabelma recibe cerca de 18.000 toneladas y hay 37.000 toneladas por año que se van a China para ser utilizadas en textiles. El gigante asiático paga 600 dólares la tonelada y vuelve a mandar a Argentina el poliéster en textiles, pero esta vez a 12.000 dólares la tonelada. “Los chinos hicieron un negocio espectacular con la basura. Esto es un llamado de atención, porque si hubiera más plantas como la nuestra, esas toneladas quedarían en el país y el valor agregado se lo daríamos nosotros. Además, los textiles que vienen de China no son reciclables, con lo cual terminan siendo incinerados o utilizados en relleno. No solamente nos mandan este producto y nosotros le quitamos oportunidades competitivas a la industria nacional, sino que los chinos compran todo en negro”, explica Van Lierde, quien para finalizar agrega: “Hay miles de productos en la basura, y creo que el asunto no es prohibirlos sino direccionarlos de una manera inteligente. Lo ideal sería generar la demanda de esos productos que ya no tienen uso, sino a la basura no se la lleva nadie”.

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